Fernando Dorado •  Opinión •  16/08/2019

Relato de las luchas campesinas de El Tambo (Cauca): “La ingenuidad natural como defensa ante la corrupción”

Relato de las luchas campesinas de El Tambo (Cauca): “La ingenuidad natural como defensa ante la corrupción”

Estábamos en plena lucha contra Smurfit «Cartón de Colombia» en el municipio de El Tambo por allá en 1986. Esa empresa, con la construcción de una carretera para explotar madera, nos había dañado una rica fuente de agua (quebrada Valderrama) en las faldas del cerro de Munchique.

Las comunidades campesinas de Chisquío-Monterredondo estaban muy enojadas e indignadas. Los demandamos e hicimos gran escándalo. La empresa multinacional irlandesa quería acabar con la resistencia popular y acallar la bulla. Envió numerosos funcionarios desde Cali y Yumbo.

Entre otras acciones decidieron tratar de sobornar a los dirigentes campesinos que estaban al frente del Comité Interveredal. Al presidente Don Pedro Angel Roque le llevaron a regalar un caballo de muy buena presencia y a otros dirigentes les regalaron plántulas de eucalipto y pino. Aspiraban atraerlos y corromperlos con esas dádivas.

El siguiente domingo había asamblea general de las 7 veredas organizadas en torno a la construcción del Acueducto Interveredal. Al inicio de la concurrida reunión el presidente del Comité, un veterano y probado líder de las comunidades campesinas, había llegado con el caballo nuevo que había amarrado en frente del sitio donde estaba reunida la multitud, anunció lo siguiente:

«La empresa Cartón Colombia nos ha regalado a las comunidades este hermoso caballo y una gran cantidad de plántulas de eucalipto y pino. Desde ya hemos acordado ponerlas a disposición del Comité para hacer una rifa y fortalecer nuestros fondos».

Todo el mundo aplaudió pero no había ni la más mínima señal de rechazo al «regalo» (que pretendía ser soborno) o de siquiera una suspicacia o prejuicio malintencionado. Por esos tiempos la honradez de los dirigentes se confundía con cierta ingenuidad que desarmaba a los corruptos sin necesidad siquiera de enfrentarlos con denuncias o con desaires.

Nunca se les ocurrió a estos dirigentes que esos «regalos» estaban dirigidos a corromperlos. ¡Eran incorruptibles de corazón y de mente!

Eran otras épocas. Dirigentes incorruptibles a partir de una honestidad de principios que eran la mejor defensa contra la tentación de aprovecharse de lo comunitario. ¡Hay que rescatar algo de ese espíritu!

¡O todo! La organización y la lucha siguió, consiguió sus objetivos y todavía está en el corazón de esa gente buena.


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