André Abeledo Fernández •  Opinión •  11/10/2021

Che Guevara, vida y muerte de un héroe revolucionario

El Che fue capturado en Bolivia un 8 de octubre de 1967 para luego ser asesinado al día siguiente por órdenes de la CIA.

El asesinato de Che Guevara a manos del ejército boliviano, por órdenes de Barrientos, un dictador que obedecía las directrices de la CIA, hizo pasar a nuestro comandante a la leyenda.

Ahora mismo en las redes sociales podemos ver imágenes y comentarios recordando al guerrillero heroico, algo que por supuesto debemos hacer para honrar a un camarada que entrego su vida en la lucha por la justicia social y la emancipación de los pueblos del mundo.

Pero no podemos perder de vista que el Che fue un verdadero revolucionario, un comunista consecuente, un hombre capaz de vivir y morir dando ejemplo. No fue ni un romántico ni un aventurero ni un santo.

Ernesto Guevara se instruyó, teorizó y, lo más importante, fue capaz de participar en la inmensa tarea de construir el socialismo en Cuba.

El Che ministro de Industria, el Che presidente del Banco Nacional de Cuba, el Che Comandante, el Che embajador de la Revolución Cubana en el mundo, el Che ejemplo vivo de esfuerzo solidario e internacionalista.

Muchos jóvenes y no tan jóvenes llevan la camiseta con la imagen del Che pero me pregunto cuántos han leído su obra, cuantos se han esforzado en conocer su vida y en seguir su ejemplo.

Es necesario reivindicar la figura del Comandante Guevara más allá de la comercialización de su imagen. Es preciso exigir a todo aquel que se dice comunista, guevarista o admirador del Che, que lo estudie. Porque no debemos elevarlo a los altares. El Che era un hombre, un amigo, un hijo, un padre, no un ser de otro planeta, ni un santo, el Che era un comunista que no pegaba tiros por diversión, hacia la revolución, lucho por un ideal, lo dio todo, hasta la vida, en el camino hacia el horizonte socialista.

Recuerdo con nostalgia aquel año 1997 en el que tuve la oportunidad de visitar la tumba del Che y sus compañeros de guerrilla en Santa Clara. Tenía yo 23 años, para mí era el ejemplo de lo que yo quería ser, era la guía de lo que debía ser un comunista, a día de hoy sigo pensando lo mismo.

La guerrilla puede desencadenar el alzamiento popular

Nacido el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina, hijo de Ernesto Guevara y Celia de la Serna, el Che eligió un camino distinto al que muchos podrían imaginar para él dada su privilegiada posición económica.

Pudo ser abogado pero se interesó por la medicina y por la política. La guerra civil española lo puso en contacto con la realidad política y social del mundo y un recorrido de 4.500 kilómetros por las regiones más pobres de Argentina le abrió los ojos ante la desigualdad.

Era un marxista autodidacta que luchó por el socialismo para reemplazar al capitalismo. “El deber de todo revolucionario es hacer la revolución”. En 1955 conoció en México a los hermanos Fidel y Raúl Castro. Con ellos se enfrentó a la dictadura y, al vencer, la Revolución le otorgó la nacionalidad cubana, permitiéndole participar hasta 1965 en la organización del nuevo Estado, promoviendo importantes reformas políticas y sociales.

El Che es un símbolo de la lucha armada contra el imperialismo, es su legado político por su influencia y participación en los movimientos revolucionarios del mundo.

En contra de las pretensiones imperialistas de Estados Unidos, tomó del marxismo y del comunismo los elementos necesarios para construir una identidad propia que tradujo en un movimiento fundamentado en la tesis de que no era necesario esperar a que las condiciones sociales produjeran una insurrección popular sino que una pequeña guerrilla era suficiente para crear las condiciones y desencadenar el alzamiento popular.

El Che fue capturado y ejecutado en Bolivia por orden de la CIA el 9 de octubre de 1967. La muerte no fue suficiente para acabar con el respeto y admiración por el líder revolucionario y su papel en la historia.

André Abeledo Fernández (Delegado de persoal da CIG en Mercadona na Provincia de A Coruña).

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