Al-Hakam Morilla Rodríguez •  Opinión •  05/07/2016

Réquiem chiripitifláutico

«Sólo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente.» Marcel Proust.
 
 
 
Tras las elecciones estatales del 20D/ 26J bis se percibe enquistada una ruptura social. Un amplio vector de la población joven, si bien asume con desaprensión el económico abismo asimétrico norte-sur del Estado, harta de los abusos y el desdén del sucesivo gobierno bipartito opta por una coalición de fuerzas de izquierda, muchas de ellas soberanistas. Ostentan una instrucción elevada, y mayor cultura por una mayor facilidad de viajar, unida al caudal de información inmenso de las redes sociales donde navegan a diario. 
 
Por otro lado, el frente de senectudes del turnismo centralista de siempre, con sus trapacerías políticas, sus sinecuras heredadas y su ventajismo electoralista sin escrúpulos. Su experiencia debiera ser faro, no resabios que amargan y condenan. Y se podría mencionar al desvaído modelito barcelonés Rivera, al servicio impúdico de los últimos. Por su supeditación se le pone cada vez más jeta de burracón palanganero de noviciado, desvaneciéndose su simulacro de redivivo e ilusorio paladín de aquel CDS (centro democrático y social)  anacrónico, en sus postrimerías regentado por Mario Conde.
 
Unos y otros olvidan la colosal fuerza humana que se afianza, la cual va a resultar determinante en lo sucesivo. No son ni los de la ñoña generación yeyé del guateque, ni los ególatras del neopsicodélico rap. Constituyen el profuso colectivo fruto del ‘baby boom’ de los sesenta, los cuales evidenciaron en su pubertad más o menos larga una hipócrita mutación ajena: la de los camisas viejas franquistas trocados en demócrata-cristianos liberales o progres nacional-católicos.  
 
Si los programas infantiles sirvieran para reconocerse a las generaciones de una época, ese estrato social-temporal lo conforman los de aquella serie de Los chiripitifláuticos hasta La bola de cristal a sus inicios, cuando ya un criptojoseantoniano Felipe González, y su arrogante azacán aflamencado Guerra, comenzaron a imponer su mediatizada ingeniería ideológica a las masas para embrutecerlas y manipularlas. 
 
La desmovilización política posterior hacia el garrulo ‘pasotismo’ fue el legado de los esbirros de los intereses de las multinacionales alemanas, bajo el paraguas frívolo del después panameño Pedro Almodóvar, y otros de parecido jaez. Entre tanto se ninguneaba a incómodos reprobadores que denuncian en vano el voraz neoliberalismo, las salvajes privatizaciones para endeudarnos bajo el diktat supremacista germano. Aznar y Rajoy seguirían el mismo mercenario carril por los otros trazado.
 
Aquella niñez ‘chiripitifláutica’, al alcanzar su adolescencia o primera juventud, perdió el compás de una prostituida historia. Por su mocedad no fueron en su práctica mayoría partícipes de los saqueos de las recicladas clientelas tardofranquistas. El rock les pilló como un eco, y el punk no se adecuaba al mundo ‘consensuado’ de las ‘dos Españas’ machadianas, simbiotizadas en el landismo. Igual que en aquel tiempo sufrieron a los opusdeizados falangistas tornados demócratas de pega dejándoles a la deriva, sus vástagos del bipartidismo pretenden ahora otra vez arrojarlos al cesto de la papelera, en esa franja de edad desde los cuarenta y muchos hasta la jubilación. 
 
Muchos de ellos soportan la cruda realidad, austera e insobornable, de haber padecido el aniquilamiento de sus propias familias desestructuradas. Innoble tributo por imponernos a todos un sexismo de confrontación, depurador en falso de la clásica dialéctica de clases. Tampoco terminan de fiarse de la emergente juventud que en justicia reclama su lugar en la sociedad. Los ven demasiado pardillos aún para que los del socialgeriátrico españolista no les sigan embaucando, y les pisoteen a capricho. Esa es la base que nuclea la abstención en los Pueblos peninsulares: escéptica, generosa, de corazón libertario, expandiéndose y tomando consciencia de su decisivo poder.
 
El exclusivo club de los peperosociatas, de idéntica política económica, con prepotencia se cree mayoritario y sin embargo vive ya su canto del cisne. Si computamos los que han declinado ir a votar suman entrambos sólo alrededor de la tercera parte del cuerpo total del electorado posible. Los partidarios del senil bihegemonismo además fallecen todos los días por ley natural, mientras más y más muchachos cada año adquieren con la mayoría de edad derecho al voto. Como un constante, sin descanso renovado, ejército de inmortales titanes,  
 
No sirve de nada diferir lo inevitable. La barbarie de que sólo permitan votar a una parte ínfima de la población emigrante, con la argucia de trilero del voto ‘rogado’ (robado) no durará mucho tiempo. Así como tampoco persistirá la falta de exigencia de que los recuentos electorales se vuelvan cada vez más estrictos, con supervisión internacional en especial en lo que compete al código fuente de la programación informática utilizado, y a la objetividad no partidista de la empresa contratada al efecto. La repetición de elecciones por fraude en la también católica Austria ha sido un aviso. De que unos u otros, ‘perroflautas’ o ‘carcaflautines’, puedan movilizar a su favor a los abstencionistas ‘chiripitifláuticos’ dependerá que en tan estrafalaria orquesta resople algún viento de cola. Si no vamos a pique todas, toditos, ‘todes’…
 
Las incógnitas se mantienen con respecto a aquellos chavales testigos de la adulterada ‘transición’, hoy ya maduros. Tal vez se precisen para desmontar una burda democracia orgánica que consideran una farsa, por su ficticia Separación de Poderes infame. ¿Podrían llegar a ser la última trinchera de cierta carcundia rojigualda…?, aferrada ésta a sus merecidas pensiones, desfondadas sin cesar, tan sobrada en la infecta cueva de Alí Babá que ellos mismos han forjado o tolerado demasiado tiempo, con sotanudas complicidades en la sombra. No sabemos si aquellos se van a equipar con hoplítico escudo contra los bisoños ilotas a los que desprecian los abuelos. O van a organizar a su pesar frente a estos últimos un lamentable fin de fiesta… empuñando la pala del enterrador.
 
Preferible oficiar cualquier réquiem mejor que a los andalusíes de Andalucía, Extremadura, La Mancha, Murcia y los de tantos exilios -sólo al parecer aptos para subempleos basura o subordinados-, nos quieran seguir reduciendo a la infrahumana categoría de siervos.
 
 
Al-Hakam Morilla Rodríguez, coordinador nacional de Liberación Andaluza.  @lascultura 

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