Ramón Pedregal Casanova •  Opinión •  03/05/2022

3º Releo contra la rusofóbia. “Intelectuales de izquierda occidental”: No existen

2ª Parte del ensayo de James Petras “Los intelectuales y la guerra”, título: De dobles demonios y del gran demonio. Editado por Hiru. Colección Sediciones 19.

Si el imperio había conseguido que los “Intelectuales de Izquierda Occidental” fuesen abandonando toda crítica hasta llegar a defender al imperialismo en sus guerras, el terrorismo que llevaba a cabo, las congtínuas violaciones del Derecho Internacional, su punto culminante fue en la guerra de Afganistán. James Petras declara que ese momento es el de mayor degradación, es el de su entrega absoluta, es el de mayor desprecio de principios morales y políticos. Llegaron a considerar la guerra imperialista de recolonización necesaria para acabar con la resistencia, a la que califican de “gentes traficantes y terroristas”. Esos que se proclaman “intelectuales” forman parte del ejército invasor, pero combaten desde la trinchera propagandística, su trabajo es el control de las mentes a las que pueden llegar. Petras pone el ejemplo: “… la cobardía moral estaba enraizada en el silencio intelectual sobre la lucha palestina, y cuando dicen algo hablan de “violencia” en el Oriente Próximo”. La tropa “intelectual de izquierda occidental” no tiene ninguna disposición para mostrarse contraria a la demolición de casas, la destrucción de tierras de labor, el robo del agua, los secuestros diarios de niños, adultos y ancianos, los asesinatos, … de todo lo relacionado con el Pueblo Palestino, esos “intelectuales” no ponen su voz por ese pueblo que se resiste a la invasión recolonizadora.

En estos momentos ya se han adaptado al temor de ser calificados de “antisemitas” y se han asimilado como consentidores del terrorismo que los sionazis descargan contra la población cautiva. Sabemos de verdaderos Intelectuales que se han opuesto a esas masacres, al racismo, al apartheid, y se han visto aislados, perseguidos, expulsados de sus trabajos, debido entre otras cosas a la cobardía de esa mayoría que sonríe al imperio y al sionazismo, son colaboracionistas por un plato de lentejas. ¿Qué diría usted que lee ante una sola cifra como la siguiente?: más del 20% de la población total de Palestina han pasado largas temporadas en las prisiones sionazis.

La guerra de Afganistán les dejó ante la propaganda imperial que sostenía “o están con nosotros o están con los terroristas”, y se la tragaron sin oponer una palabra, sin denunciar la demagogia. Recurro una vez más a lo escrito por James Petras: “… los atentados terroristas de World Trade Center en Nueva York y el Pentágono fueron exagerados hasta llegar a convertirlos en eventos de importancia en la historia mundial, “sin precedentes en los tiempos modernos” según los hiperbólicos pronunciamientos que emanaban de Washington y de los medios de masas de EEUU. Y eran repetidos por sus pares en el resto del mundo. En realidad, la muerte de entre 2.500 y 3.000 personas no fue ni con mucho un acontecimiento sin precedentes. Aproximadamente la misma cantidad de serbios fue asesinada o “desaparecida” por los terroristas del ELK en Kosovo durante la ocupación de la OTAN. Los bombardeos de EEUU y Gran Bretaña y el bloqueo de Irak, causaron cientos de miles de muertos entre los niños de menos de diez años unas mil muertes por semana. Se podrían citar muchos otros ejemplos … Sin embargo, los “Intelectuales de Izquierda Occidental” se alinearon dócilmente, repitiendo las invocaciones de los medios de masas y difundiendo el mensaje de que la guerra de EEUU y la OTAN contra Afganistán era una “guerra justa”. Deshonestidad y cobardía. Bajo la más oscura ambigüedad han continuado trabajando para el imperio, y así han prestado su apoyo descarado a la represión sionista de cualquiera que pronunciase una palabra a favor de Palestina o criticase el genocidio imperial en otras partes, El caso de Assange cae sobre muchos de esos “intelectuales”, han acompañado la acción criminal de los gobiernos de EEUU e Inglaterra mintiendo, falsificando los hechos o callando. El autor nos dice que son los que “escuchaban a Bach y elogiaban los B52, que publicaban revistas culturales en papel satinado y se sonreían ante Kabul en ruinas, que elogiaban a la Orquesta Sinfónica de Israel e ignoraban a los 6.000 niños palestinos mutilados en el último año de represión. Su visión es y será siempre el totalitarismo cultural”.

Hubo “intelectuales occidentales” que quitaban importancia a las cifras de millones de asesinados por EEUU empleando “el argumento del doble demonio, comparando el ataque del 11 de septiembre con el continuo bombardeo terrorista de un país empobrecido. La muerte de unos 2.500 ciudadanos estadounidenses por un cerebro gris – lo que aún queda por probar -, fue comparada con el bombardeo terrorista de 27 millones de personas, el asesinato y la tortura de millones de refugiados de sus aldeas y hogares arrasados. Los teóricos del doble demonio argumentan que lo que importa es el “principio” del terror, no la “cantidad” de víctimas. Para los que deciden la política imperial, el criterio no es la “cantidad”, sino la “calidad”: una víctima estadounidense vale 100.000 refugiados afganos; 20 agentes de bolsa valen por 20.000 hospitales, clínicas, escuelas, almacenes y mercados”. Es la gran perversión. El régimen afgano, declara Petras, ofreció negociar y entregar el acusado a un tribunal internacional independiente si se presentaba una evidencia objetiva. No se ha presentado jamás alguna evidencia que podría servir para fundamentar una condena en algún tribunal.

¿Dónde estaba la izquierda?: en la más pura venta al imperio, quitando todo lo que podría poner en cuestión a EEUU, hablando de cuestiones marginales y echando toda la carga sobre quienes se oponen al terrorista poder del imperialismo: ahí estaban en primera línea los titulados “intelectuales de izquierda occidental”, si palabreaban algo era sobre “la libertad del cambiador de divisas en Kabul, de los vendedores de vídeos en Kandahar y de los propietarios de prostíbulos en todas partes”, y así han participado en cada guerra imperialista, hoy ocurre lo mismo con la guerra en Ucrania, nos los encontramos ocultando la raíz de lo que sucede y posicionándose al lado de EEUU y la UE que sin ningún disimulo emplean a los nazis ucranianos como punta de lanza para desgastar a Rusia, buscar la división interna y eliminar un fuerte aliado de China como cabeza del nuevo mundo multipolar.

“La rendición intelectual de hoy tiene sus raíces en el reflejo anticomunista de principios de los años 80 del siglo XX y en el apoyo auto-ilusorio de las guerras imperiales humanitarias de los 90. Su transvaloración de la guerra total como una “guerra justa” es una perversión de los imperativos morales al servicio del imperio. Las guerras imperiales, como escribió Jean Paul Sartre, son el cáncer de la democracia.

El renacimiento de la práctica intelectual de la izquierda occidental requerirá más que una inteligencia crítica, requerirá un coraje moral capaz de resistir la fácil elección entre dobles demonios y equivalencias morales. Los nuevos intelectuales izquierdistas tendrán que decir lo indispensable sobre los estados coloniales, a pesar de las sensibilidades étnicas de sus colegas. Ante todo, reconocerán que viven en un imperio y que tienen la singular responsabilidad de reconocer que los imperios no hacen guerras humanitarias, sólo guerras contra la humanidad”.

Podemos ver que declaran esos “intelectuales de izquierda occidental” en cualquiera de los países que se llaman “occidente”, en el caso del Estado español son un engranaje del aparato de propaganda imperialista otanista-ucronazi, difunden noticias falsas, emplean términos guiados que repiten con el manual de Goebells en la mano, escandalizan en las televisiones empleando vídeos de otras guerras, mienten sistemáticamente para recibir su paga. Ni la circunstancia por la que pasan sus compatriotas, sean pensionistas, clase trabajadora, las colas del hambre, el más del 30% de niños pasando hambre o en estado de pobreza, ni las palabras del delegado de la ONU diciendo que en España había visto situaciones peores que las que viven los refugiados en los campos en los que se ven concentrados. Los “intelectuales de izquierda occidentales” no aportan nada a la conciencia social, a la transformación de la sociedad, comen del poder imperial por las más diversas vías, como intelectuales han dejado de existir. El pueblo trabajador tiene que reconocer a los suyos con su rebeldía.


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