Carola Chávez •  Opinión •  02/11/2016

Atrapados en la red

En la Mud llevan tantos años cabalgando sobre el odio que olvidaron cómo bajarse y siguen soñando con una realidad vestida de twitter

 

“Paro cívico nacional fue una iniciativa de la gente y respaldado por la MUD” – En boca del diputado Juan Andrés Mejía, así, la dirigencia opositora se quita de encima otro de sus fracasos, achacándoselo a sus seguidores. Entonces uno se imagina que los seguidores de la MUD son unos locos que claman por un paro cívico, lo convocan y luego no lo acatan, pero si uno mira con atención, la MUD tomó la decisión de llamar al paro como toma muchas de sus decisiones: Atendiendo a lo que dice su gente, no en la calle, sino en las redes sociales.

Hubo un tiempo, no hace mucho, cuando la dirigencia del antichavismo era teledirigida precisamente desde la tele. Sus líneas de acción las dictaban los canales privados, usted lo vio en Globovisión, Venevisión, Televen y en RCTV, como debe ser, como debe ser, como debe ser… “¡Gracias medios de comunicación!”. Pero de un tiempo para acá, desaparecida RCTV, vendida Globovisón y ajustada Venevisión a modo disimulo, el antichavismo se subordinó a las líneas de los nuevos medios que pululan en las redes sociales. Nuevos medios con los mismos dueños de siempre y la misma línea editorial neurotizante.

Estos nuevos medios digitales a diario cuentan con ejércitos repetidores que posicionan las matrices, cada una más loca que la otra. La tónica es la violencia: “Muerte a los chavistas, ya les queda poco, a ver a dónde se van a meter, dictadura, golpe de estado, hambruna, desesperación, esto no se aguanta más, calle, calle, vamos a Miraflores, esto se acaba con sangre”…

Uno entra a twitter se imagina un país de miedo, con la gente cayéndose a garrotazos en todas las esquinas, pero la realidad se impone, porque no queda más remedio que salir a llevar a los niños al cole, y apenas asomas la nariz afuera, nada de lo leíste en Twitter se traduce a lo que ves en la calle: La vida real sigue fluyendo, con altas y bajas, con acuerdos y desacuerdos, pero fluyendo. 

La realidad en la calle es que aún, a pesar de las diferencias, convivimos chavistas y opositores, incluso nos apoyamos para superar dificultades. En la vida real somos vecinos, papás y mamás del colegio, compañeros de trabajo… En la vida real, la mayoría de nosotros está de acuerdo en lo más importante: Queremos la paz. La inmensa mayoría, y no solo lo dicen las encuestas sino que se vive en la calle cada día, queremos que el gobierno y la dirigencia de la oposición se puedan sentar en la mesa de diálogo, que tengan la sensatez de evitar un desastre que solo desean los ejércitos de tuiteros envenenados por los medios envenenadores.

En las redes sociales es fácil inventarse una guerra sangrienta que promete un reguero de de muertos, todos chavistas malditos, que vas a matar tú solito, con tus propias manos y todo el sadismo que cocinas allá en un cómodo sofá, mientras se termina de colar tu café. Es facilito amenazar a larga distancia y muchas veces bajo el anonimato. En la vida real es otra cosa, esas amenazas no pasan de una disimulada torcida de ojos o de alguien que te susurre: “¡enchufada!”, como para no quedarse con la cosa por dentro, pero ya de paso, ya de lejitos, y al final uno ni les para porque son excepciones insignificantes en la realidad de la convivencia cotidiana. 

La dirigencia opositora no parece entender esto. Ellos han cabalgado en el odio durante tantos años que ya no saben cómo bajarse y tocar suelo. Pareciera que cada vez que se aproximan a la razón, entran en Twitter, donde vive el odio y la sinrazón, donde les parece fácil nadar, y caen en ese que sí, que no, que sí, que sí, que no, como tratando de complacer a dos posiciones irreconciliables dentro de la oposición: la que quiere violencia y la que quiere la paz.

Los que quieren sangre se empiezan a cansar, los que quieren paz, también. Los primeros, cada vez más peligrosos, increpan a su dirigencia, los insultan y hasta los amenazan. Los segundos, como que prefieren no acompañar las convocatorias, a menos que sea para actos electorales, no vaya a ser cosa que se desaten los demonios y los agarre ahí mal parados. Ellos, que son la mayoría dentro de la oposición, terminaron siendo rehenes del antichavismo más violento. La Salida, aquella guarimba que los mantuvo secuestrados en sus urbanizaciones durante varios meses, dejó claro que vecino que se quejara era “sapo”, y ya podían suponer todos lo que le pasaba a los sapos. Entonces callan y esperan que pase algo, sin saber qué es lo que va a pasar, y con la esperanza que sea la salida de Maduro, sí, pero al estilo Disney, todos felices y aquí no ha pasado nada…

La dirigencia opositora se fractura en el intento de hacer malavarismos imposibles. Dirigentes Jekyll y Hyde, que dicen y se desdicen, ya sin mostrar un ápice de respeto por sus seguidores, sin mostrar un poquito de respeto por si mismos, y todo esto a la vista de todos y en tiempo real porque, atrapados en inmediatez de las redes sociales, ya no saben guardarse nada para la reflexión, sino que todo lo vomitan, así, como les salga, en un tuit.

Ojalá que en este tira y encoge se reviente la red y surja un dirigente antichavista que sea valiente -porque hay que ser valiente para enfrentarse a los loquitos- que quiera llegar a Miraflores como se deber llegar de verdad: con política, con ideas, las suyas pero ideas, con propuestas, con respeto por sus militantes y con amor por el país. Soñar no cuesta nada…

carolachavez.wordpress.com

Fuente: http://www.notiminuto.com/noticia/atrapados-en-la-red/

 


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