Ramaris Vásquez •  Opinión •  30/03/2022

DD.HH. Derecho a la paz: Una necesidad sentida

DD.HH. Derecho a la paz: Una necesidad sentida
Ante el careo público de líderes mundiales frente al conflicto Ucrania- Rusia  -donde la OTAN y EE.UU. tienen un papel clave- la paz, como derecho humano de 3era generación, es una necesidad colectiva sentida, que los pueblos pueden reclamar, exigiendo que se diriman las diferencias pacíficamente, como medida preventiva frente a la posibilidad del uso de armas nucleares. (1)
La Declaración de Santiago sobre el DD.HH a la Paz (2010) reza en su artículo 3: “Los pueblos y los seres humanos tienen derecho a exigir a sus gobiernos que apliquen efectivamente el sistema de seguridad colectiva establecido en la Carta de Naciones Unidas, en particular el principio de arreglo pacífico de controversias, con pleno respeto a las normas del derecho internacional, del derecho internacional de los DD.HH. y del derecho internacional humanitario”. (2)
A este respecto, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski, aseguró -según elfinanciero.com.mx  de este 28 de marzo- que “Ucrania está lista para declararse neutral y ofrecer garantías de seguridad a Rusia para conseguir la paz “sin demora”. Mientras, de acuerdo a hispantv.com de este 29 de marzo, para el canciller ruso Serguei Lavrov, las posturas deben acercarse más en cuanto a “desmilitarización y desnazificación de Ucrania”. (3).
En la búsqueda de resolución de conflictos existen posiciones frente a las cuales hay que abogar por eso que Torrego (2000) denomina “resoluciones pacíficas” y de “transformación positiva”. Que, según cómo se usen pueden funcionar, puesto que la construcción comunicativa del ser humano comporta “poder”. (Págs. 37-38). Con saliva se apaga el fuego y con un soplido se alienta. Ambos salen de la boca. (4)
El presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Joseph Biden -según la agencia EFE, de este 27 de marzo- habría advertido sobre el jefe de Estado de Rusia, Vladimir Putin que éste  “no puede permanecer en el poder”  ni entrar “ni un solo centímetro en el territorio de la OTAN”. En tal momento bélico, es una declaración incendiaria. (5)
Y aunque hace pocas horas, de acuerdo a latimes.com de este 28 de marzo, un Biden curtido -o asesorado- políticamente, argumentó, como si las relaciones internacionales se manejaran a título personal,  que “estaba expresando la indignación moral que siento hacia ese hombre”, el contexto mundial refleja, subyacente al conflicto, el uso y abuso de recursos energéticos,  por lo que la seguridad humana constituye un elemento inherente. (6).
Esto, en 2 vertientes enmarcadas en los DD.HH.: Una, referida a la seguridad humana que invoca la resolución 66/290 de la ONU, al prohibir las restricciones para el desarrollo y satisfacción de las necesidades básicas de los pueblos, pues algunos Estados han hecho hábito aplicar “Medidas Unilaterales Coercitivas (MUC), mal llamadas “sanciones”, que son ilegales. La segunda vertiente, extiende el concepto hacia la seguridad nacional de cualquier Estado. (7).
¿Cómo ayudar a zanjar la situación?, pudiera partir de algunos aspectos que ha dicho Viacheslav Volodin, presidente de la Duma de Rusia, según hispantv de este 27 de marzo: “(…) es una cuestión de seguridad, de la vida pacífica y de la construcción de unas buenas relaciones”. (8).
Es decir, se trata de que, dos países con una historia dolorosa para quienes la viven o la han sufrido, aprendan a buscar soluciones pacíficas y justas que permitan hacer justicia y sanar viejas heridas, para  transformar la realidad. De modo que, una paz concertada, a su vez, garantice la paz en el mundo.
No en balde, el vocero ruso también denunció, según hispantv: “Los verdaderos valores para las élites de EE.UU. son los territorios, la riqueza natural, las entrañas de otros países y, lo más importante, el dinero que se puede ganar con ellos”. (8). El señalamiento pesa, cuando la invasión a Irak se fundamentó sobre la presunta posesión de armas de destrucción masiva, cuyo argumento se comprobó que fue mentira. ¿Quién pagó por ello? (9).
Como apunta Ulloa, F. (2003) en el análisis La ONU y la “guerra en Iraq”, “el papel de la ONU después de Iraq es muy incierto. La reconstitución de la confianza no se logrará sin un acuerdo nuevo sobre las reglas del juego, pero un acuerdo tal no es fácil, toda vez que requiere de una reforma del Consejo de Seguridad, tanto en su composición como en sus funciones, y de una renuncia clara de las potencias, especialmente de los Estados Unidos, a la actuación unilateral”. (10).
Es difícil, pero no imposible despejar la madeja. El ser humano tiene la capacidad de reivindicarse y transformarse; aún cuando la situación actual retrata hendiduras profundas, en un sistema de desinformación y relaciones internacionales que luce cada vez más secuestrado para los pueblos; frente a los cuales, 5 Estados tienen derecho a veto irrefutable en el tema de la seguridad del planeta, junto a otros 10 con un poder decisivo. (11)
Finalmente, como recoge la Declaración de Santiago, “puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”. Por tanto, es vital la reconsideración del uso de la diplomacia y el diálogo como arma en este caso. En los altos escaños del poder mundial debe haber gente dispuesta a ello. Después de todo, la paz es un derecho. ¿O no? (1).
Referencias:
4. Torrego, Juan (2000). “Mediación    de Conflictos”. Nancea. Madrid Pp. 37-45.

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