Carlos Soria Perille •  Opinión •  29/09/2017

Vulneración continuada de derechos civiles y perjuicio intencionado al turismo de naturaleza en la Reserva de la Biosfera “Meseta Ibérica” (Zamora) por parte de la Dirección y Guardería de la Reserva de Caza “Sierra de la Culebra”

Vulneración continuada de derechos civiles y perjuicio intencionado al turismo de naturaleza en la Reserva de la Biosfera “Meseta Ibérica” (Zamora) por parte de la Dirección y Guardería de la Reserva de Caza “Sierra de la Culebra”

Finales del verano en la Reserva de la Biosfera “Meseta Ibérica” (Zamora), en concreto, el domingo 17 de septiembre de 2017. “Pista de Linarejos”, escenario natural y enclave conocido para la observación turística de fauna salvaje en la Sierra de la Culebra. Igualmente, el espacio está declarado Reserva Regional de Caza, figura de gestión preeminente e incompatible con el ecoturismo. 07:30 de la mañana, amanecer de inspiración mística, marco acostumbrado en esta remota región del noroeste de la península Ibérica. Coincidimos en el lugar más de 25 personas con la esperanza reflejada en nuestros rostros y pertrechados de “peligrosas armas” como son prismáticos, telescopios, alguna silla de camping y tentempiés que alivie al estómago en su protesta por el sacrificado madrugón, el objetivo: escuchar y ver a los ciervos en berrea, y con suerte, algún lobo ibérico, especies ambas de creciente interés turístico que generan cuantiosos beneficios económicos en el sector servicios de la comarca. Se escruta visualmente el paisaje con la emoción de contemplar algún portentoso y guerrero macho de ciervo custodiando su harén de hembras, o el trotar danzarín de un corzo por las turberas, o el ansiado discurrir ingrávido de un lobo entre el enmarañado matorral de brezos. El sereno, cordial y cálido ambiente se inunda de exclamaciones y agitación, murmullos y muchos giros al cabezal del trípode proyectando el telescopio. La mañana se presenta espléndida, la alegría se refleja en las animadas conversaciones, la actividad naturalista no defrauda.

Elena y Javier, con sus respectivas parejas, comienzan a dominar el escurridizo telescopio. Con  soltura, sin apenas la asistencia de su guía local, localizan con satisfacción ciervos de todas las edades y dilatan la pupila en un esfuerzo por que no se les escape la ansiada silueta de un lobo. Han transcurrido cerca de dos horas, y ya olvidamos la inquietud generada por el Land Rover 4×4 verde oliva de la guardería de Celadores de Caza a toda velocidad por una pista cercana, o el patrullaje de otro vehículo del mismo cuerpo ocupado con cazadores por la zona de observación. Estamos centrados en localizar a un macho de ciervo, que no muy lejos, convierte en desgarrador su bramido ante el esfuerzo de transmitir su mensaje amoroso; pensamos que se encuentra al otro lado de una estrecha franja de pinos.

En un instante, cuatro estruendos correspondientes a disparos de rifle se expanden por el territorio como un siniestro manto, nuestra relajada musculación se tensa inexorablemente. Se contraen los gestos, la alegre atmósfera sonora se acalla en un silencio sepulcral, nos miramos atónitos y compungidos. Buscamos con el equipo óptico el lugar del desagradable suceso. Localizamos a un Celador junto con dos cazadores rodeando un cuerpo del que despuntan soberbias cuernas. Se acercan dos personas más a pie desde la distancia previo abandono de un vehículo fuera de pista. Felicitaciones, júbilo y manos estrechándose, flashes que se disparan y poses que se suceden ante el aún caliente y sanguinolento cuerpo del que fue un galán entre gráciles y bellas pretendientes. En cambio, entre nosotros, buscamos consuelo en la empatía recíproca analizando el incidente mientras apreciamos que nuestra boca se reseca por momentos, respuesta fisiológica inequívoca por el disgusto. Pero aún quedaba por culminar el espectáculo. Un destello parte del aparatoso movimiento de corte que practica un Celador.

– «¡Le están cortando la cabeza! », se oye exclamar.

«¡Qué tamaño tendrá el cuchillo para verlo brillar! », apostilla otro.

– «¡No me lo puedo creer! », se escucha a la distancia.

Una cabeza sin cuerpo se observa desfilar a hombros del Celador. El cuerpo descabezado será destinado a cebar lobos para continuar con la macabra y patológica afición de sesgar vidas por “deporte”; la cabeza, pasará a adornar algún suntuoso salón de propiedad acaudalada e inmersa en las exigencias de culto cinegético como pertenencia a tan distinguida clase social.

Elena declara así su experiencia:

 “El pasado domingo 17 de septiembre de 2017 estuvimos haciendo una espera para intentar ver a algún lobo. Para nuestra sorpresa, tuvimos la desgracia de asistir a un degollamiento de un ciervo por parte de un Celador de Caza. Fue un espectáculo de lo más desagradable y triste”.

Al día siguiente llamaron al Cuartel de la Guardia Civil de Villardeciervos para describirles lo acontecido con la reveladora respuesta de que “no podían hacer eso”, invitándoles a interponer una denuncia. Estuvieron hospedados en el H.R. Veniata (San Pedro de las Herrerías) y su propietario, al escuchar las quejas de sus clientes, mostró inusitada indignación señalando como responsable al Guarda Mayor de la Reserva de Caza, Vicente Matellán.

Javier lo expresó de este otro modo:

 “Ignorados, impotentes y desesperanzados. Hoy hemos visto pasar de la vida a la muerte en un parpadeo. Ignorados por las administraciones y el poder económico y burocrático. Impotentes como otras muchas veces, sin esperanza de que mucho de todo esto cambie”.

Hace dos años se denunciaron hechos similares con ciervos y también con lobos (1)(2) sin apenas consecuencias conocidas, aunque si se especuló con medidas disciplinarias que poco o nada tuvieron repercusión. Pero las represalias si se contemplaron y fueron en otra dirección, a saber, si adoptadas por el Guarda Mayor, Vicente Matellán, por el propio Director de la Reserva de Caza, Pedro Luis Ramos o decididas por ambos. La eliminación de la manada de lobos objeto de interés turístico fue la respuesta (3)(4).

La Constitución Española en su artículo 45.2 recoge que “los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva”, por lo tanto, es  exigible que nuestras Administraciones públicas respeten y defiendan los derechos de los todos los ciudadanos para que puedan disfrutar en un acceso de uso público de un día festivo de gran afluencia como es el domingo practicando una actividad de ocio educativa, cultural y de conservación del Patrimonio Natural en terrenos de titularidad municipal es su mayoría, es decir, propiedad de TODOS; con plenas garantías de seguridad (sin que se realicen disparos en el entorno más inmediato) y sin que se de muerte a los animales incluso con riesgo de producirse en presencia de niños.

Desde estas líneas exhortamos a quien corresponda política o burocráticamente a que se destituyan de los respectivos cargos a los responsables aquí señalados para terminar definitivamente con una gestión personalista, déspota y caciquil dirigida con alevosía desde hace años con la intención de perjudicar los derechos de la mayoría de la ciudadanía (5)(6) y de una economía pujante como es la del turismo de naturaleza.

Referencias.

(1)“Celadores de Caza matan especies de interés turístico frente a los visitantes en una Reserva de la Biosfera de Zamora”.  Tercera información.

(2)“Los turistas critican la muerte de ciervos en La Culebra durante los avistamientos”. La Opinión de Zamora.

(3)“Falseando censos se aniquilan manadas”. Tercera Información.

(4)“Celadores de Caza de la Reserva Regional de Caza (RRC) “ Sierra de la Culebra”, ¿competentes cómo para confiarles los censos de lobo y respetar el pujante turismo de naturaleza”. Tercera Información.

(5)“Denuncia ante la Guardia Civil al personal Celador de Caza de la Reserva de la Culebra”. El Día de Zamora.

(6)“Reserva Regional de Caza “Sierra de la Culebra”, Zamora. Caciquismo del S. XXI”. Tercera Información.

Foto 1. Guarda Mayor Vicente Matellán (izquierda) en compañía de sus correligionarios. Tienen su centro de operaciones en el municipio de Villardeciervos.

Foto 2. Secuencia en la que se refleja el pose fotográfico, momento en el que se degolla al animal y transporte de la cabeza hasta el vehículo.


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