Hedelberto López Blanch •  Opinión •  28/08/2020

Tres motivos imperiales contra la vacuna rusa

Tres motivos han tenido Estados Unidos, sus aliados, los países occidentales y las empresas farmacéuticas transnacionales para rechazar o difamar sobre la anunciada vacuna rusa, Sputnik V que combatirá la Covid-19.

La primera es que Washington y las potencias occidentales no pudieron ser los primeros en anunciar la confección de una vacuna que abre las puertas al mundo en aras de controlar una pandemia que ya ha contagiados a 23 600 000 personas y costado la vida a 813 000.

Rusia, un contendor contra el unilateralismo, heredero de la extinta Unión Soviética y que ha sido una barrera para las aspiraciones expansionistas de Estados Unidos en todo el orbe, se ha convertido en el eje fundamental de la batalla contra el Sars-Cov-2 lo que significa un descrédito para el omnipotente capitalismo mundial.

Bajo el nombre de Sputnik V, el famoso satélite que la entonces Unión Soviética puso en órbita durante la Guerra Fría, en 1957, y con el cual le ganó a Estados Unidos el primer tramo de la carrera espacial, la vacuna ha resultado un fuerte golpe para las potencias capitalistas que aspiraban tener la primicia.

Ya está en progreso la tercera fase de ensayos clínicos con  2 000 voluntarios de diversos países, entre ellos de Brasil y México.

La vacuna fue concebida en el experimentado Centro de Investigaciones Gamaleya y el Fondo Ruso de Inversión Directa (RFPI), con la misma técnica empleada para crear otras, entre ellas la del ébola.

En segundo lugar, a Donald Trump le hacía falta haber contado con la primera vacuna, (la que ha anunciado repetidamente y hasta ha querido comprarla a otros laboratorios del mundo que la tienen adelantada) para tratar de limpiar su imagen la cual ha caído estrepitosamente debido a su mala gestión contra la Covid-19 que ha contagiado a unos 5 876 000 y provocado la muerte de 180 600 estadounidenses.

Por eso el secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Alex Azar, tras el anuncio de Moscú, salió a tratar de contrarrestar la noticia al señalar que “lo más importante es que el fármaco sea seguro y eficaz, en lugar de erigirse en los primeros del mundo”.

Agregó Azar que esperan poseer una contra el coronavirus en diciembre con decenas de millones de dosis.

Trump, que criticó la sputnik V inmediatamente después del anuncio, arremetió el 22 de agosto contra la Administración de Alimentación y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) “por retrasar el proceso de validación de las vacunas nacionales para perjudicarme y evitar que haya una disponible antes de las elecciones presidenciales”.

Alrededor del mundo están siendo desarrolladas y probadas más de 150 candidatos vacunales y según la OMS, hay 28 que se someten a ensayos clínicos, entre las cuales seis se hallan en lo que se conoce como fase 3.

Las cinco más adelantadas son: la alemana BioNTech y la norteamericana Moderna, las chinas Sinopharm y Sinovac, y la de Oxford del grupo británico-sueco, AstraZeneca. Ahora también apareció muy adelantada y con grandes expectativas la cubana Soberana.

La tercera razón por la que occidente trata de minimizar y hasta demonizar a la Sputnik V es por causas económicas.

“Sería muy triste que los ricos tuvieran la prioridad para la vacuna contra la Covid-19; sería triste que se convirtiera en propiedad de un país, no de un patrimonio universal para todos, sería una pena que las ayudas económicas hechas con fondos públicos se enfocaran solo en salvar empresas que no tienen como objetivo ayudar a los más pobres, el bien común y la protección de medio ambiente”, dijo el Papa Francisco.

Ya solo el anuncio de la primera vacuna provocó un aumento en los principales índices bursátiles del mercado de valores de Estados Unidos.

La acelerada carrera por poner en el mercado una vacuna ha disparado el precio de las acciones en bolsa de muchos laboratorios en el mundo y en especial se han beneficiado las Biotechs (nuevas empresas innovadoras). El dinero corre a mares hacia las Biotechs por parte de Estados y Gobiernos que han encargado millones de potenciales vacunas.

Estados Unidos invirtió en la Moderna, 2 400 millones de dólares entre la investigación y el mercado anticipado de dosis. La empresa subió un 250 % sus acciones en la Bolsa y está valorada en 30 000 millones de dólares en Wall Street.

Los competidores no se quedan atrás, y por ejemplo las norteamericanas Inovio y Novavac subieron más del 350 % mientras la alemana BioNTech, un 103 %.

Prestigio y dinero aportan a las empresas y gobiernos los descubrimientos y aplicación de las primeras dosis contra la Covid-19.

Como enfatizó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, “es fundamental que los países no repitan los mismos errores, es necesario prevenir el nacionalismo de las vacunas y será esencial que todos se unan al mecanismo internacional conocido como Covax para democratizar el acceso global de ese medicamento”.

Esperemos que Estados Unidos, sus aliados occidentales y las transnacionales farmacéuticas no hagan oídos sordos al director general de la OMS. Pero aunque traten de difamar y rechazar a la Sputnik V, lo cierto es que su pronta entrada en producción les ha asestado un duro golpe.


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