Geraldina Colotti •  Opinión •  26/07/2021

Biden y el «síndrome de la Habana»

Biden y el «síndrome de la Habana»

Presentamos un resumen de la columna Brecce, que se puede escuchar en Radio Quarantena.

Estamos ante un poderoso ataque imperialista a los procesos de cambio en América Latina, principalmente a la revolución cubana. En estos días, mientras la Fuerza Armada Nacional Bolivariana denunciaba una nueva incursión ilegal de un avión militar norteamericano, los gusanos de Miami montaban un teatro similar al montado hace dos años contra Venezuela: el envío de un presunto «ayuda humanitaria ”que, desde Miami, debía llegar a Cuba por mar con una“ flotilla ”.

Como siempre, a pesar del apoyo masivo de los medios internacionales, los lobbies que presionan por una invasión militar a Cuba han tenido que admitir el fracaso de la operación por una manifiesta falta de personal. Y el humor de los cubanos se desató en la web. Sin embargo, han obtenido nuevas «sanciones» de la administración Biden en un tiempo récord contra funcionarios del Ministerio del Interior y jefes de las Fuerzas Armadas de Cuba, en el marco de la Global Magnitsky Act.

Esta es una ley que Obama ha inventado para sancionar a Rusia y luego Trump la convirtió en «global». El pretexto es siempre el mismo: presunta violación de los «derechos humanos» durante las protestas del 11 de julio contra el gobierno, en el nuevo capítulo desestabilizador que Washington quiere para la región. «Esto es solo el comienzo», amenazó Biden al anunciar las medidas coercitivas y agregó: «estamos trabajando con la sociedad civil y organizaciones del sector privado para brindar acceso a Internet a los cubanos eludiendo los esfuerzos de censura del régimen».

Y también dijo que, en concierto con las instituciones vasallas de la región como la OEA de Almagro, trabajará para endurecer aún más las restricciones al envío de dinero de los cubanos al exterior. Una situación contra la que tanto los presidentes progresistas de la región como los movimientos populares se han levantado. En defensa de Cuba, también se movilizan en Italia y en varios países de Europa en la histórica fecha del 26 de julio.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez, calificó los argumentos de Biden para imponer nuevas medidas coercitivas como «infundados y calumniosos». «Estados Unidos – dijo – debería aplicarse la Ley Magnitsky global Act a sí mismos, debido a la represión diaria y la brutalidad policial, que costó 1.021 vidas solo en 2020». Contra el pueblo cubano -agregó Rodríguez- no ha habido represión, como tampoco ha habido revuelta social en Cuba, mucho menos casos de desapariciones o de menores detenidos. Y Biden, será mejor que se ocupe del racismo en su propia casa. El ministro dijo estar muy preocupado por la manipulación de imágenes y hechos de la realidad cubana por parte de Estados Unidos.

“Dejes vivir a Cuba”, han escrito entre tanto más de 400 intelectuales y personalidades, tanto estadounidenses como internacionales, en una carta publicada en el New York Times. Desde Noam Chomsky hasta las actrices Susan Sarandon y Jane Fonda, desde el director Oliver Stone hasta el ex presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva y el líder laborista Jeremy Corbyn, todos piden a Biden que ponga fin al bloqueo aún más «inmoral e irrazonable» en tiempo de pandemia. «Ya no hay ninguna razón para mantener las políticas relacionadas con la Guerra Fría», dice el manifiesto, instando a Biden a continuar el camino tomado por Barack Obama.

Pero mientras tanto, el llamado «síndrome de La Habana» también se está expandiendo en Europa. Es el nombre que le dio un grupo de diplomáticos estadounidenses presentes en Cuba a supuestos síntomas como dolor de cabeza y náuseas, que sintieron durante su estadía en La Habana y también denunciados al inicio de la administración Biden en Washington.

Una denuncia que parecía haber acabado en el olvido por su inconsistencia, pero que ahora ha sido recogida por una veintena de diplomáticos, funcionarios y espías estadounidenses que sirven en Viena. Tanto es así que el jefe de la CIA ha organizado un grupo de trabajo de investigación -compuesto por analistas, agentes secretos especializados en la recolección de información y especialistas clínicos- encabezado por uno de los espías que participó en la caza de Osama bin Laden, que quiere demostrar que Cuba ataca a diplomaticos con armas secretas.

Mientras el imperialismo teje sus tramas, también asistimos a una reanudación de la iniciativa en el campo contrario, el de la lucha de clases y la construcción de una nueva planificación alternativa: estamos hablando de América Latina y no, lamentablemente, de los países capitalistas de Europa, donde los movimientos de resistencia a este capítulo pandémico de la crisis estructural del capitalismo aún no han producido una fuerza organizada y consciente, a pesar de años de luchas callejeras, como sucedió en Francia con los Chalecos Amarillos. De Colombia a Chile, de Brasil a Honduras, a Paraguay, en cambio, los movimientos populares ganan experiencia y se fortalecen en la conciencia del costo cada vez mayor que impone el cierre de espacios de viabilidad política, evidente a nivel global.

Un aspecto que, como también vemos en las luchas de algunos sectores obreros en curso en Italia, aclara cada vez más el carácter político del conflicto, la necesidad de construir organización y articular el plan nacional con el internacional.

En varios países latinoamericanos, el radicalismo expresado por las luchas de masas sin duda ha puesto de manifiesto cada vez más la crisis de representación institucional expresada por la democracia burguesa y acorazada, como en Chile o Colombia, en formas impermeables a la expresión popular. En Chile, la victoria en el referéndum para derogar la constitución de Pinochet abrió el debate también en el terreno de la legalidad burguesa, mostrando la crisis de hegemonía de la derecha: evidente, por ejemplo, en su peor resultado obtenido desde 1965 en las elecciones a gobernadores y alcaldes.

Las recientes primarias presidenciales, de cara a las elecciones del 21 de noviembre, sí han tenido en cuenta el crecimiento obtenido, por ejemplo, por el Partido Comunista y un fuerte recambio generacional evidente en las luchas de masas, pero también demostraron que el camino no es nada en descenso.

Como recordarán, entre los cuatro candidatos de centroderecha agrupados en la coalición Chile Vamos, el favorito Joaquín José Lavín, economista de la Unión Demócrata Independiente (Udi), fue ampliamente derrotado por el «independiente» Sebastián Sichel, un abogado de 43 años, que recogió el 49,08% de los votos, frente al 31,3% de Lavín. En una encuesta de hace dos años, que calculó el nivel de notoriedad de 28 figuras políticas, Lavín, quien formó parte de la dictadura, quedó en tercer lugar, solo por detrás del presidente Piñera y la expresidenta Michelle Bachelet. Sichel, que viene de la Democracia Cristiana y cuenta con el apoyo del presidente, pero se presentó como «independiente», tenía 12 años en la época de la dictadura. En el momento de la investigación se desconocía prácticamente. En resumen, la derecha chilena también se está mudando de piel.

En cuanto a la coalición Apruebo Dignidad, en la que han estado compitiendo el comunista Daniel Jadue, hasta ayer reportado como potencial ganador de las elecciones presidenciales de noviembre, y el diputado del Frente Amplio, Gabriel Boric, vieron la victoria de este último, de 35 años, quien ganó con 60.43 % de los votos, mientras que Jadue se detuvo en 39,57%. Incluso en este caso, sin embargo, el fin del prejuicio contra los comunistas no se tradujo en una expresión de plena aprobación institucional. Y, entre ahora y el 21 de noviembre, el camino aún es largo.

Pero, mientras tanto, desde el punto de vista de los sujetos y sujetas del cambio, la visibilidad política obtenida por las mujeres y la plena aceptación de la lucha antipatriarcal como eje esencial de la lucha contra el capitalismo y el imperialismo es indudable en la izquierda chilena, y la cuestión mapuche finalmente ha obtenido el derecho a la plena representación. La Asamblea Constituyente – la Convención en Chile – eligió como presidenta a una mujer mapuche, Elisa Loncón.

Reconocida académica y defensora de los derechos de los pueblos indígenas, Loncón pronunció su discurso de toma de posesión tanto en español como en mapudungun, el idioma mapuche. Sin duda, su elección puede considerarse un símbolo de la transformación que se está produciendo en Chile también a través de este proceso constituyente, que podría allanar el camino para un estado plurinacional, como el de Bolivia.

Elisa Loncón participó en el encuentro internacional de líderesas latinoamericanas convocado por su joven contraparte peruana Zaira Arias, militante de Perú Libre, en Lima, que finalizó ayer. Durante la campaña electoral, Zaira encabezó a la famosa Carovana del Lapiz en lugar de Pedro Castillo, el actual presidente, que se había sentido enfermo. Al encuentro asistieron, entre otros, Gabriela Rivadeneira, de Ecuador, Patricia Arce, de Bolivia y Ofelia Hernández de Argentina.

Segundo Leonidas Iza Salazar, quien fue elegido el 27 de junio como presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) durante los próximos tres años, también se refirió a la figura del “lapicito” Castillo. Iza, quien fue uno de los protagonistas de la revuelta de octubre de 2019 contra el gobierno del traidor Lenin Moreno, tiene un perfil de izquierda radical y se define como anticapitalista, y el movimiento indígena ha vuelto a animar la lucha contra las políticas neoliberales de el banquero Lasso en Ecuador, emergiendo de la ambigüedad centrista del indigenismo de Yaku Pérez.

En Perú, donde el maestro Pedro Castillo finalmente recibió el aval legal y tomará juramento como presidente el 28 de julio, en el bicentenario de la independencia, el país discute el tema principal propuesto por Castillo en la campaña electoral: la convocatoria de una asamblea nacional constituyente. La coalición de Perú libre no tiene los números en el Congreso, donde los diputados prestaron juramento el 23 de julio, y la derecha promete batalla. Desde la apertura de sus actividades, el nuevo Parlamento ha destacado el tema de la modificación de la constitución promulgada en 1993 por Alberto Fujimori, que sus herederos han jurado mantener.

Desde los bancos del Perú libre, en cambio, se juró el lanzamiento de una constitución plurinacional. El diputado de Perú Libre, Guillermo Bermejo, juzgado por supuestos vínculos con la guerrilla Sendero Luminoso, juró con puño cerrado «por una segunda independencia, por la Patria socialista y por la Asamblea Constituyente». Varios otros diputados electos en las regiones andinas del sur juraron en el idioma Quechua, como Guido Bellido, de Cusco, mientras que Óscar Zea, de Puno, dedicó su nombramiento al Imperio Inca y a una «segunda reforma agraria», prometida por Castillo.

Mientras tanto, continúa la campaña en defensa de los derechos humanos del dirigente comunista, de más de 80 años, de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, el presidente Gonzalo, siempre mantenido en aislamiento y a quien también se le impide la visita de su esposa, la también dirigente comunista detenida, Elena Albertina Iparraguirre.

Indígenas y campesinos también están al frente de la lucha en Colombia, donde los movimientos populares intentan construir una nueva representación y donde se presenta la propuesta de un Pacto histórico, similar al de los Frentes Populares contra el Nazismo y el Fascismo, representado en este caso por Uribe y su ahijado Iván Duque.

Un cáncer difícil de erradicar, el del uribismo, brazo sangriento de las políticas imperialistas en todo el continente y más allá. Entre los mercenarios que mataron al presidente de facto de Haití, Juvenes Moise, se encontran ex soldados colombianos entrenados en Fort Benning, Georgia. Este es ahora el nombre de las antiguas Escuelas de las Américas, la escuela de tortura donde Estados Unidos entrenó a los gorilas del Cono Sur del siglo pasado. En la economía de guerra, motor fundamental del proceso de acumulación capitalista previsto por el «multilateralismo» norteamericano, son fundamentales las empresas de seguridad privada con su ejército de mercenarios e instrumentos de control, por mar y por aire. Así como es fundamental el papel de los medios egemónicos en el golpe continuado contra el socialismo, como vemos ahora contra Cuba, y su papel de perro de guardia no de la verdad contra los poderosos si no para resguardar el sistema capitalista.


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