UJCE •  Opinión •  25/03/2017

La Juventud Comunista ante el 60 aniversario del Tratado de Roma

Cuando Jeroen Dijsselbloem, Presidente del Eurogrupo, dice que los países del sur se han gastado el dinero en “alcohol y mujeres”, está obviando de forma cínica y sexista que es la división internacional del trabajo, impuesta por los organismos europeos, la que ha moldeado el modelo productivo de los países del sur y que además esta ha sido sumamente lucrativa para las entidades bancarias del norte.
No queremos salirnos del euro y la UE para volver a la peseta sin que se vea alterada la estructura de poder de nuestro país. La salida de la UE es un paso necesario en el camino de la construcción de la soberanía popular y el Socialismo.

Hoy 25 de marzo se cumplen 60 años del Tratado de Roma, precedente de la Unión Europea. En los medios de comunicación oiremos, como es habitual, loas a la UE y a la necesidad de su sostenimiento frente al peligro de los “populismos”. También señalarán entorno a esta fecha que debemos retomar los valores sobre los que pivota la unión, que la gestión de la llegada de personas refugiadas huyendo de las guerras y la miseria no es propia de un ente solidario como la Unión Europea. Lo que es cierto, sin embargo, es que la UE ha sido desde sus inicios, es y será un instrumento para las élites, es decir, los grandes empresarios y banqueros, que han visto en el mercado común un modo de concentrar e incrementar sus ganancias, a costa del empobrecimiento de la clase trabajadora y el conjunto del pueblo.

España entró en la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1986 de la mano del PSOE de Felipe González (el mismo que se codea entre multimillonarios y dictadores variopintos), vendiendo unos supuestos beneficios de la entrada al mercado común, que finalmente supuso el desmantelamiento del tejido productivo (eufemísticamente llamado “reconversión industrial”). Pese a la resistencia que opuso la clase obrera, concluyó con la reducción del peso industrial con el que contaba el país, así como con la privatización de buena parte de las empresas que eran públicas hasta ese momento. Las consecuencias las estamos sufriendo actualmente; nos hemos visto abocadas a ser un país volcado en el sector servicios, con trabajos asociados principalmente al turismo (y antes del estallido de la burbuja, a la construcción), que se caracterizan por ser sectores con una alta temporalidad, bajos salarios, y donde prima ante todo la precariedad. Por lo tanto cuando Jeroen Dijsselbloem, Presidente del Eurogrupo, dice que los países del sur se han gastado el dinero en “alcohol y mujeres”, está obviando de forma cínica y sexista que es la división internacional del trabajo impuesta por los organismos europeos la que ha moldeado el modelo productivo de los países del sur y que además esta ha sido sumamente lucrativa para las entidades bancarias del norte.

La introducción del euro en nuestro país supuso una subida de precios y pérdida de poder adquisitivo de la clase trabajadora. Asimismo es la UE quien desde el inicio de la crisis impone los sucesivos recortes llevados a cabo por los gobiernos del PSOE y el PP. También es la integración europea la causante del deterioro de nuestra agricultura, ganadería y del empobrecimiento de los pequeños productores. Y también le debemos a los organismos europeos la introducción del Plan Bolonia, que ha profundizado el proceso elitizador y mercantilizador de la Universidad, poniendo esta al servicio de las empresas.

Ante esta situación no podemos dejar que sea la ultraderecha quien capitalice el descontento popular contra las instituciones europeas. Debemos ser las fuerzas del campo popular, y no los fascistas, quienes lideremos la lucha por la soberanía y por la recuperación de sectores estratégicos para el pueblo. En ese sentido, no queremos salirnos del euro y la UE para volver a la peseta sin que se vea alterada la estructura de poder de nuestro país. La salida de la UE es un paso necesario en el camino de la construcción de la soberanía popular y el Socialismo. De igual modo, no estamos contra Europa, pero constatamos que ahora mismo cualquier unión entre países que no esté liderada por la clase trabajadora únicamente servirá para el mayor beneficio de los monopolios europeos.

Por todo ello, desde la Juventud Comunista hacemos un llamamiento a la juventud para que se rebele contra la Unión Europea y con el resto de la clase trabajadora luchemos por un futuro de soberanía y dignidad, y en definitiva por una sociedad que esté al servicio de la mayoría trabajadora y no contra ella.


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