Juanlu González •  Opinión •  23/08/2019

Siria enfrenta su hora más definitiva contra el terrorismo… y contra las divisiones mediáticas

Al fin, tras largos meses de preparativos, el Ejército Árabe Sirio, junto a sus inestimables aliados, han emprendido el asalto final a Idlib, la provincia en la que han encontrado refugio decenas de miles de terroristas de diferentes nacionalidades (a veces acompañados de sus familias) que se han ido rindiendo en todos los frentes de donde han sido expulsados, gracias al creciente empuje de las tropas leales al gobierno legitimo de Damasco.

La región está básicamente en manos de Hayat Tahrir al Sham (HTS), una milicia terrorista antes llamada Frente al Nusra, perteneciente a la órbita de al Qaeda en Siria, que ha cambiado de nombre en numerosas ocasiones para, precisamente, evitar su identificación pública con la internacional terrorista. Cuenta con mas de 30.000 combatientes muy bien organizados y con experiencia de combate. Buena parte de ellos son extranjeros, principalmente procedentes de Jordania, Arabia Saudita, Túnez y Egipto. Controlan alrededor del 60% de la provincia. Comparten el poder territorial en Idlib con un conglomerado de terroristas apoyados por Turquía, con los que se han enfrentado a muerte en numerosas ocasiones hasta llegar a un entente poco cordial entre ellos. Merece la pena nombrar a los miles de terroristas chinos de etnia uigur, organizados en torno al Partido Islámico de Turkistán, afiliado también a al Qaeda, que han fortificado algunas localidades, como la ciudad de al-Zanbaki, hasta convertirlas en una verdadera trampa impenetrable para sus futuros atacantes.

Este es el escenario que se está desarrollando estos días en la región noroccidental de Siria. A pesar de las milongas que cuentan los medios de comunicación corporativos, las hostilidades comenzaron tras múltiples violaciones del alto el fuego e incumplimientos terroristas de los acuerdos de retirada de una zona tampón perimetral de 15 a 20 km de ancho, firmados en Sochi entre Turquía y Rusia.

Los combates definitivos han comenzado con la liberación de la estratégica ciudad de Khan Sheikhoun, donde cientos, quizá miles de terroristas han huido ante la imposibilidad de resistir los ataques de los lealistas sirios. La población civil ha protagonizado un levantamiento contra los combatientes para facilitar la tarea de su gobierno. Turquía trató en vano de proteger a los suyos mediante el envío de un contingente de blindados, pero fueron atacados por la aviación siria para cortarles el paso. Los aviones enviados por Turquía para proporcionar apoyo aéreo a los yihadistas de la ciudad, fueron expulsados de manera inmediata por cazas rusos. En estos momentos decisivos, ya nadie se anda con chiquitas, todo lo contrario. Ankara ya pide activamente un alto el fuego mientras retira sus puestos de observación militar del sur de Idlib por sugerencia rusa.

Siria ya ha liberado el 80% de su territorio y no puede permitirse que una provincia entera esté bajo el control de grupos terroristas y de militares extranjeros. La misión que resta a corto y medio plazo es recuperar Idlib y luego liberar las zonas del norte y el este del país, ocupadas por los mercenarios traidores kurdos a las órdenes y el servicio de Trump y Netanyahu.

Pero, aunque la situación en el terreno de batalla se torne prometedora, es bien posible que aquellos que planificaron y organizaron la guerra contra Siria pongan nuevamente en marcha las divisiones mediáticas, la maquinaria de la propaganda y manipulación y la industria de las fake news al servicio de la guerra yihadista. Tratarán de convertir la justa liberación de Siria en causa ilegítima, a los terroristas en población civil, a los yihadistas extranjeros en nacionales sirios. Ya lo hemos visto antes otras veces, la imaginación no es precisamente una cualidad de los propagandistas del imperio, todo lo contrario. Sus estrategias están manidas de tanto usarlas y la credibilidad de sus mensajes está en horas bajas tras tantas mentiras al descubierto y tantos años de burdos montajes ridiculizados por los hechos. Sin embargo, no se puede minimizar el poder de manipulación de los mass media y del grupo de sicarios al servicio de la guerra.

Bachelet ya ha comenzado a ejercer su papel de escoria goebbelsiana, denunciando los ataques a la «población civil» en un intento desesperado por apoyar a los terroristas de su último baluarte en suelo de Damasco. Seguramente volveremos a oír hablar de «barriles bomba» fantasmas cargados de clavos y lanzados contra poblaciones desde helicópteros para hacer el máximo daño a civiles; de niños muertos a manos de rusos ávidos de sangre; revivirán el mito del último hospital de Alepo destruido más 20 veces… los Cascos Blancos ya estarán afilando las cámaras de cine para rodar el enésimo capítulo de su serie tragicómica que copará telediarios de medio mundo y optará a los premios de la Academia.

La responsabilidad de internacionalistas, antiimperialistas, pacifistas y personas solidarias en los meses que vienen por delante con respecto al conflicto sirio, será resistir en retaguardia los envites de los comandos mediáticos de los señores de la guerra, desmontar sus falsificaciones, combatir las argumentaciones belicistas enarbolando el derecho internacional como arma, la defensa de la soberanía como herramienta, la no injerencia como principio, la libertad como bien supremo.

No será fácil, nos espera una ardua tarea que, además, será coetánea con la defensa de otros países asediados por el imperio con las mismas malas artes y con la misma urgencia histórica. Venezuela, Yemen, Palestina, Cuba, Nicaragua… necesitan y necesitarán de nuestra atención preferente. ¡Que no decaiga! ¡Hasta la victoria siempre!

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