lamiradadifusa.com •  Raquel López Márquez •  Opinión •  22/09/2016

Crónica de un embarazo de minería de tierras raras

Crónica de un embarazo de minería de tierras raras

Nueve meses, sí, nueve meses desde que la palabra mina fue engendrada en mi vida, la de mi familia y mi pueblo.
Un 29 de diciembre ¡qué ironía de la vida!, después de los Santos Inocentes, las tierras raras, con su monacita, penetraron en nuestras casas en la primera charla a la que asistí en Torre de Juan Abad.

Un 8 de enero, en Castellar de Santiago, mi pueblo, en una charla en la que el Director General de Industria de la Junta de Castilla-La Mancha nos trajo a los representantes de Quantum Minería, los allí presentes, con estupefacción, nos dimos cuenta como la Administración regional nos había dejado preñados de un proyecto minero en contra de nuestra voluntad. Gritamos y pataleamos, pero el embarazo estaba en marcha.

Hoy, con tal violación hacia nuestra forma de vida, nuestras raíces y nuestro pan, luchamos para detener el engendro. Desde el inicio, esta preñez fue mal: falta de información, una empresa de dudosa solvencia y una administración a la que se le piden respuestas y calla. Una Junta de Castilla-La Mancha que ha admitido a trámite unos proyectos de 1500 páginas en 24 horas. Un proyecto inviable por su falta de agua, el preciado líquido amniótico que da vida a todos los campos de esta nuestra tierra, el Campo de Montiel. Agua que Quantum pretende chupar para engordar a su feto de tierras raras sin importarle si nuestros productos de calidad pueden verse contaminados o afectados en su imagen.

Yo, como vecina de uno de esos pueblos amenazados y como hija de agricultor al que la tierra ha saciado su hambre, me pregunto: ¿por qué ponen en riesgo nuestras vidas para que esta malformación salga adelante? El día que los políticos de Castilla-La Mancha den a luz esta mina, nuestras vidas darán un giro radical.

Sres. Consejeros, Sr. Emiliano García-Page: No intenten llevar a buen término este embarazo con nuestro consentimiento y palabras taimadas como “ordenación y modernización de la minería en pos de riqueza y progreso”. Nada más alejado de la realidad, de nuestra realidad en el Campo de Montiel.

El 21 de mayo el pueblo salió a la calle para gritar NO a la mina y SÍ a la tierra viva, con dos únicas armas: su voces y sus tractores, simbolizando el trabajo digno en el campo. Trabajo que queremos mejorar y hacer más sostenible con la ayuda de esa Administración bendecida con nuestro voto.

A pesar de todo, aún tengo fe y esperanza. Fe en que nuestras voces sean oídas, en que nuestros gritos por una preñez envenenada sean tenidos en cuenta. Esperanza en que al final el parto de la mina sea un aborto que siga manteniendo esta tierra viva.

Raquel López Márquez
Miembro de la Junta Directiva de la Plataforma SÍ a la Tierra Viva

 


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