Gerardo Fernández Casanova •  Opinión •  20/12/2018

México. Chispas presupuestales

México. Chispas presupuestales

La discusión en la Cámara de Diputados del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) y la correspondiente de los ingresos, en el marco de los Lineamientos Generales de Política Económica (LGPE) saca chispas que no precisamente navideñas. El paquete establece dos aspectos claros: la obligada disciplina fiscal y sus variables macroeconómicas, por una parte, y la preponderancia del gasto social y de inversión respecto del corriente, con subrayado énfasis en la austeridad en este último. En realidad es apenas un primer esbozo del proyecto de la IV Transformación en el que se privilegia la prudencia y se evita la estridencia, queda mucho trecho por corregir pero hacerlo ahora sería como pretender ganar la guerra en una sola batalla. Durante el año habrá que emprender otras batallas estratégicas en mejores condiciones y con mayor información dura, como serían las auditorías a la deuda pública, las deducciones fiscales y la operación de los órganos autónomos; cada uno de ellas seguramente defendidas a capa y espada por sus actuales beneficiarios.

La deuda pública creció de manera irracional en los últimos dos sexenios sin que su monto se haya visto reflejado en obras o resultados de mayor progreso; todo apunta a una maraña de combinaciones neoliberales sin sustento en la ley y la moralidad, que mantienen hipotecado al país y extremadamente reducida su capacidad de maniobra. Solamente para el servicio de la deuda (intereses) se ocupan casi 800 mil millones de pesos cuyo efecto es la parálisis gubernamental. Deberá auditarse para detectar posibles “errores” y, en último término, procurar su renegociación con condiciones más favorables para el país.

En lo relativo a los ingresos fiscales es mucho el tramo que hay que recorrer para, en primer término, lograr justicia distributiva y también mayor eficacia recaudatoria. No puede sostenerse un régimen de deducciones fincadas en donativos a instituciones no necesariamente idóneas, como es el abrumador ejemplo del Teletón, o de organizaciones fantasmas o de simple membrete que no son pocas. Tampoco es válido que los ejecutivos de empresas gasten en lujos que son deducibles de impuestos: viajes, comidas, autos y gastos personales que son libres de realizar siempre y cuando los paguen totalmente con sus propios recursos.

Los organismos autónomos del Poder Ejecutivo son materia de alta dificultad que hay que desmenuzar con especial cuidado. La autonomía es un valor indispensable en aquellos órganos cuya función requiere de plena libertad en su trabajo sustantivo; las universidades son el ejemplo clásico y el más antiguo; la creación y la difusión del conocimiento no puede florecer si no es en libertad, lo que no significa que el manejo de sus recursos, que son públicos, no deba sujetarse a lineamientos que garanticen su correcta y honesta aplicación; no es infrecuente que la autonomía se use para lo contrario y se dilapiden recursos en privilegios y lujos.

Hay organismos que el propio estado crea para auto controlarse, en materias en que la sociedad demanda la aplicación de correctivos cuando hay abusos; me refiero a los derechos humanos, el derecho a la información y la transparencia, principalmente; pero que igualmente no pueden ejercer recursos públicos sin control.

Por último, hay organismos cuya existencia obedece al afán tecnocrático de limitar al estado para ser simple gendarme que cuide los intereses del grupo minoritario privilegiado; la intervención del estado como agente activo en la promoción y la regulación de la economía se considera como un atentado a la libertad del mercado, por lo que se crean órganos autónomos (dizque) para que vacunen y eviten tal peligro que, además resultan muy onerosos. El nuevo régimen se entiende como uno en que el estado asume como responsabilidad primordial el garantizar el progreso y la mayor felicidad social posible; ello implica una honesta y decidida intervención con absoluta responsabilidad y, por ello, absoluta autoridad. En esta materia habrá que librar batallas importantes.

Quedan días que van a ser álgidos y muy sonoros. Quienes fueron responsables del desastre (PRI y PAN) ahora exigen que el nuevo gobierno enmiende los errores como si fueran de su autoría. ¡Bajar el precio de la gasolina ya¡ reclaman con hipocresía los ángeles azules.

En fin, todo pinta para mejor y es el primer año en que no siento vergüenza al desearles una muy feliz Navidad y un excelente año 2019. Salud.


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