Carmen Álvarez Marín •  Opinión •  17/07/2017

Montañas de dinero mueven la fe

Montañas de dinero mueven la fe

Bajo el lema «es en nombre de los rocieros y rocieras de Sanlúcar», en nuestra abandonada ciudad por parte del Alcalde Víctor Mora y su equipo de gobierno como ya sabemos, se ha colocado (a pesar de la oposición de miles de sanluqueños/as) un colosal monumento en honor a la Virgen del Rocío; (decía en un anterior artículo de opinión «mamotreto»  porque se trata de un objeto grande, pesado, tosco y poco útil, pero me da igual el sinónimo a usar).
Si hablamos de un país laico, aunque raras veces se nota en la práctica, nos llevaríamos un buen rato leyendo las numerosas razones por las cuales ese colosal monumento no debería haber sido colocado. Y si hablamos de la cantidad de cosas que hay que solucionar en Sanlúcar con mucha más urgencia que colocar este monumento “Al sentir rociero” entonces ya podemos quedarnos aquí horas leyendo una larga lista de esas cosas que el Alcalde, o bien no se acuerda, o bien no quiere acordarse.
Pero solo quiero detenerme en uno de los lemas que -aparentemente- ha movido este acto: «Es en nombre de los rocieros y rocieras de Sanlúcar».
Si esto fuera cierto, todas las personas rocieras deberían de estar representadas de alguna forma en esa escultura, debería ser inclusiva y todos y todas deberían de tener derecho a tener un pequeño hueco en ella. Sin embargo, no es así.
Dicen que es en nombre de los rocieros y rocieras, pero en sus figuras sólo están grabadas las caras de aquellos que han ido con unos billetes en la mano por delante para dejar constancia de su fe rociera; empezando por el principal promotor del monumento, el cual altruistamente ha pagado tan magnífica escultura, aunque luego se ha sabido que su altruismo no ha llegado a tanto, ya ha estado pidiendo ayuda para la financiación.
No es de recibo que, nuevamente, el dinero sea el que mande. No es justo que, nuevamente, aquellos que tienen más dinero impongan su supuesta fe, con el derecho de pernada de dejar sus caras grabadas en esa escultura, aplastando y sepultando en el anonimato y silenciando al resto de personas rocieras cuya fe sincera no necesita reafirmarla mediante iniciativas de esta índole.
La fe no debería poder comprarse ni tampoco venderse, porque de lo contrario estaríamos hablando de hipocresía.
El alcalde al facilitar entusiastamente la colocación, poniendo todos los medios públicos al servicio de la causa, ya que el adecentamiento de la zona se ha efectuado con funcionarios municipales,  con los planes de empleo de la Junta de Andalucía y planes de inclusión social del Ayuntamiento, lo que pretende es el rédito electoral comprando esos votos y así nos va en esta maravillosa ciudad. Si las encuestas, según  ellos, van muy bien ¿Por qué tiene que gobernar esta ciudad a base de la compra de voluntades? ¿por qué la ciudadanía tiene que sufragar estos trasnochados caprichos?
Los promotores del monumento para saciar su megalomanía y de forma hipócrita venden su fe prometiendo votos. Es un trueque injusto y antidemocrático.
Siempre había oído el refrán que dice que: «La fe mueve montañas»; sin embargo, con este acto tan egoísta y del cual solo se quiere sacar provecho por ambas partes, más bien se me viene a la cabeza otra frase que dice: «Montañas de dinero y de intereses mueven la fe».


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