Javier Ávila •  Opinión •  12/09/2016

La Cámara de los hermanos Marx

Como si de una nueva película de los Hermanos Marx se tratara, estamos asistiendo a una situación tan cómica y absurda como la protagonizada por la vida parlamentaria española en estos últimos meses.

El Parlamento, como un remedo del Camarote de los Hermanos Marx, se halla atiborrado de personajes variados incapaces de organizarse y comunicarse gracias, principalmente, a la incongruencia verbal de Groucho Rajoy.

Y como si no pudiera salirse de los paradigmas de Una Noche en la Ópera, en la primera parte contratante de la primera parte, Groucho Rajoy se retiró de la carrera por la presidencia del Gobierno. Entonces, Chico Sánchez decidió firmar un acuerdo con Harpo Rivera, abducido por el canto neoliberal de su arpa. Pero le hacía falta más apoyo y presionó al joven Zeppo Iglesias mientras Harpo lo hacía a Groucho. El enredo se resolvió en que ninguno de los dos cedió, pero el enfado de Chico y Harpo cayó, con el apoyo mediático unánime sobre Zeppo, a pesar de ofrecer la presidencia a Chico siempre que rompiera el pacto con Harpo, a lo que Chico se negó porque Zeppo no le parecía buen amigo de gobierno y ante las amenazas de Harpo de retirarle el apoyo de su arpa.

Como no hubo acuerdo dentro del Camarote, fuimos a elecciones con un resultado que no variaba sustancialmente, pero que daba alas a Groucho, que en la segunda parte contratante de la segunda parte, decide presentarse a la presidencia y contar con la música embaucadora del arpa de Harpo, quien se ofrece gustoso ataído por el arqueo de sus cejas (su música es adecuada para todos menos para Zeppo). Pero también necesitaba más apoyo y entonces presionó a Chico que, como antes Groucho le había dado calabazas ahora se las da él, pero le echa la culpa a Zeppo por no haber firmado la primera parte contratante. Pero Zeppo la dice que firmaría la segunda parte contratante si no pacta con Groucho ni con Harpo, a los que considera embaucadores. Groucho y Harpo, que quieren mandar aunque sea junto a Chico y que odian a Zeppo, presionan a Chico para que no haga lo que hizo Groucho cuando se presentó Chico.

Groucho se ha convertido en Chico, que quiere gobernar a toda costa con cualquier pacto que no sea con Zeppo. Chico tiene un lío muy grande porque se ha convertido en Groucho y quiere votar no, pero la alternativa es presentarse él con el apoyo de Zeppo (del que sus amigos le dicen que es una mala compañía) y ya no cuenta con la amistad de Harpo pues ahora escucha su arpa desafinada por la cercanía a Groucho. Harpo sigue empeñado en gobernar con quien sea pero le da repelús que ande cerca Zeppo y éste, que no es mudo, no es escuchado por Chico (tal vez se haya vuelto sordo).

Y con este enredo andamos y no estamos descontentos, no. Estamos bien entretenidos y desde que los hermanos Marx dominan la vida parlamentaria, Groucho ha dejado de hacer de las suyas con los recortes (de la parte contratante de derechos sociales) aunque nos tenga entretenidos Una Noche en la Ópera para que nos olvidemos de la corrupción.


Opinión /