Antonio Rodríguez Salvador •  Opinión •  12/02/2017

La “válvula de escape” o el cuento de los fenicios

Ilustro este artículo con un cuento popular. Un estudiante le dice a otro: Mira, puedes ir a la fiesta. De buena tinta sé que tu examen de mañana será sobre los fenicios. Solo tienes que estudiar ese capítulo.

Total, que el joven le hace caso, pero al día siguiente recibe una desagradable sorpresa: la pregunta era sobre los vándalos.

Desconocedor del tema, solo atina a escribir lo siguiente: Los vándalos eran un pueblo tan feroz que asolaban cuanto hallaran a su paso. Entre las ciudades arrasadas estuvo Cartago, un asentamiento fenicio. Porque los fenicios… Y a continuación transcribió todo lo que sobre los fenicios el día anterior había estudiado.

Deambulo por Internet, y al leer ciertos diarios y blogs, así como a sus voceros de las redes sociales, veo que una y otra vez repiten lo mismo: Obama ha privado a Cuba de una tradicional y necesaria “válvula de escape”.

Con esa tesis pretenden mostrar que en Cuba no ocurren revueltas populares porque quienes podrían iniciarlas periódicamente escapan del país. Ahora, sin el supuesto alivio de presión que significaba la política de pies secos-pies mojados, afirman que pronto la caldera estallará. Desde luego, este es solo el arranque de su tesis, porque a continuación nunca dejan de introducir intempestivamente el guión aprendido, según sucedió al estudiante en el cuento de los fenicios.

Ya sabemos en qué consiste su trama: por ejemplo, en él nunca se deja de narrar que el socialismo es un fracaso; dicen que acá la gente huye porque casi nos estamos muriendo de hambre. Para nada importa que por estos mismos días la Organización Panamericana de la Salud haya emitido un informe donde indica que Cuba es el país de América Latina y el Caribe con menor prevalencia de bajo peso al nacer (5,3 %), y que la población cubana presenta un 59 % de sobrepeso, solo superada por muy pocos países de la región.

En fin, las técnicas, obsesiones y medias verdades de ese cuento se repiten hasta el cansancio. Como siempre, en él asimismo procuran escamotear un simple detalle: la emigración cubana no tiene carácter político, sino económico.

En Estados Unidos hay alrededor de un millón doscientos mil cubanos nacidos en la isla, y, en 2016, vinieron de visita al país unos 400 mil. ¡Vaya perseguidos políticos que una y otra vez regresan de vacaciones al país que supuestamente los reprime! Uno de los recursos más usados en la desinformación, es la simplificación exagerada de datos. La técnica consiste en potenciar unos, y omitir otros, con el objetivo de favorecer informaciones que confirmen las propias creencias o hipótesis.

Por ejemplo, difícilmente usted se entere por ellos de que, a pesar del privilegio único que ha significado la política de pies secos-pies mojados -unida a su par, la Ley de Ajuste Cubano-, nuestro país solo ocupa el octavo lugar por el número total de emigrantes a Estados Unidos. En primer sitio está México con unos 12 millones, seguido de El Salvador con tres. Por detrás de Cuba, pero muy próximos, se ubican Guatemala y República Dominicana. Me preguntó cuántos más emigrantes tendrían tales países, y otros, de haber contado con el privilegio de una ley que otorgara a sus ciudadanos residencia inmediata en el país norteño. Dos tercios de los bolivianos, que antes del gobierno de Evo Morales exhibían más de un 60 % de pobreza, probablemente estarían viviendo en Estados Unidos. ¿Y Haití? ¿Acaso existiría como nación?

En cuanto al número de emigrados cubanos de los últimos tiempos, siempre procuran el que más pueda impresionar. La técnica consiste en agrupar la cifra de varios años, digamos la de un período de cinco o seis de modo que el total crezca. Tomo al azar uno de los medios que por estos días abordan el tema, y este nos dice que, según el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, de 2012 a la fecha “118 mil cubanos han llegado a Estados Unidos presentándose en puertos de ingreso a lo largo de la frontera”. A primera vista el número pone a pensar. Sin embargo, se omiten un par de detalles. Primero, esto significa un ritmo de unos 19 mil y tantos emigrantes al año,cifra inferior a las 20 mil visas anuales que se ha comprometido a otorgar el gobierno norteamericano. Y, segundo, esto es apenas el 0,17 % de la población de la isla.

Yo echo mano al refrán y digo: lo que es bueno para la pava es bueno para el pavo. Quiero decir, si destempladamente se afirma que esos 19 mil anuales son unos supuestos guarimberos opositores escapados por la válvula, entonces por qué no afirmar también que los 11 millones y más de cubanos que permanecen en la isla apoyan la Revolución. No deberían aplicar un doble estándar ¿O sí? En fin, dejémonos de hipocresía: un gran porciento de quienes justifican la política de pies secos-pies mojados, tanto como la de su par -e igual de siniestro-, el bloqueo económico, comercial y financiero a Cuba, no les interesan las vidas de los que mueren en el mar o la selva, ni la prosperidad material de los que estamos aquí; solo esgrimir el maquiavélico y ya cansón argumento que todos sabemos.

Continuemos hablando claro: ahora se suprime dicha política por la simple razón de que ya no era moralmente sostenible. Su indecoroso objetivo hace mucho tiempo quedó al desnudo ante la opinión pública internacional. Con el despiadado bloqueo económico y la política de pies secos-pies mojados solo se ha pretendido desestabilizar la sociedad cubana, desacreditar su modelo político, drenar a Cuba de su capital humano y sentar las bases para la creación de movimientos contrarrevolucionarios encargados de realizar acciones terroristas y agresivas contra el pueblo. Además, el estímulo a la emigración irregular ponía en peligro vidas humanas y asimismo incitaba la comisión de delitos como la trata de personas.

Baste un solo ejemplo para revelar el carácter cínico y manipulador de esa política. En 2011 el Departamento de Estado de los Estados Unidos presentó un informe donde Cuba era mostrada con nulo cumplimiento del Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas. Ello demuestra que la intención siempre fue presentar a la víctima como culpable. Desde el mismo triunfo de la Revolución, Estados Unidos utilizó el tema migratorio como arma desestabilizadora contra el gobierno cubano. Recordemos la llamada Operación Peter Pan, perversa maniobra organizada por la CIA en 1960, por la cual unos 14 mil niños fueron sacados de Cuba y llevados a Estados Unidos, sin que muchos de ellos volvieran a ver jamás a sus padres. De manera alevosa fue redactada una falsa ley de Patria Potestad, divulgada exhaustivamente por diversos medios de propaganda, para hacer ver que el gobierno cubano pretendía la eventual expropiación de niños a sus padres, con el fin de adoctrinarlos en la URSS.

Prueba de que los llamados balseros solo han sido una pieza más en el ajedrez político norteamericano, es posible obtenerla de un documento oficial, desclasificado en 1997, el cual recoge pormenores de la denominada Operación Northwoods. Este plan, elaborado en 1962 por el Ministerio de defensa estadounidense, proponía realizar diversas iniciativas terroristas que permitieran culpar al gobierno revolucionario cubano, para así justificar una invasión a la isla. Una de estas acciones consistía en el hundimiento “real o simulado” de emigrantes cubanos en su curso a la Florida. De manera que el eslogan de moda, la llamada “válvula de escape”, es única y exclusivamente una propia válvula de escape ante la frustración de 58 años sin ver cumplidos sus sueños de derrotar la Revolución Cubana.

Nada de lo intentado contra Cuba les rindió el fruto esperado. Han ensayado de todo: bloqueo económico, invasiones, amenaza de guerra nuclear, intento de aislar la Revolución en el plano internacional, guerra bacteriológica y psicológica, terrorismo de Estado, cientos de planes para asesinar a Fidel… Y nada. Por tanto, ahora es comprensible el pataleo, y que solo les quede soltar una y otra vez el libreto aprendido -aunque no venga al caso-, como en el cuento de los fenicios.

Fuente: La pupila insomne


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