Cristina Martínez Benítez de Lugo •  Opinión •  09/04/2018

Un mes

El 9 de marzo iniciaron la huelga de hambre varios prisioneros políticos saharauis en cárceles marroquíes. 32 días después, cinco de ellos la mantienen.

Del grupo de Gdeim Izik, en la prisión de Kenitra:

– Mohamed Bourial, condenado a 30 años.

– Sidi Abdallah Abbahah, cadena perpetua.

– Abdalahi Lechfauni, cadena perpetua.

– Mohamed El Bachir Boutenguiza, cadena perpetua.

Y el periodista Salah Lebsir, condenado a 4 años, en la prisión de Tata.

Quiero homenajear a estas personas repitiendo una y otra vez sus nombres y hablando de ellos. Es preciso hablar de ellos ya que no lo hace quien lo tiene que hacer.

Nombrarles, darles todo ese calor que merecen y esa publicidad que necesitan. Para conseguir que entren en nuestras conciencias. Para agradecerles su fuerza y su dignidad. Ellos nos enseñan a defender nuestras convicciones porque ellos lo hacen hasta las últimas consecuencias.

Leed, por favor, lo que supone una huelga de hambre de 32 días.

Son inquebrantables.

Luchan contra el trato aberrante a que les somete la administración penitenciaria marroquí, contra las crueldades de unos carceleros y de unos directores de prisión enfermos que no sólo torturan sino que se regodean en provocar desesperanza: “A nadie le importa si te mueres o no”.

Tienen que conocer muy bien la angustia del aislamiento, de la indefensión en cárceles en las que te pueden hacer de todo, porque no hay testigos, ni abogados ni una figura que te pueda defender, ni visitas. Pero ellos se mantienen firmes, seguros de su derecho, oponiéndose al despotismo del ocupante con la única arma de que disponen, la huelga de hambre.

En este momento, sólo piden que se cumplan las leyes, piden que se cumpla el derecho internacional y les lleven a los territorios ocupados y que no les tengan en las cárceles de Marruecos a 1.200 kilómetros de sus familias. Piden que se cumplan las reglas de derecho humanitario para los presos y les dejen de torturar. Sólo por eso están dispuestos a todo.

Pero son más las cuentas pendientes. Sabemos que los juicios a saharauis son una pantomima del Estado marroquí para meter en la cárcel a quien se les antoja, en esta ocupación que no termina. Y queremos que les suelten a todos ya.

Y queremos un referéndum de autodeterminación. Queremos que España asuma sus responsabilidades y descolonice. Y queremos que el Consejo de Seguridad no se reúna en vano como todos los meses de abril. Queremos que asigne funciones de supervisión de derechos humanos a la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para un Referéndum en el Sahara Occidental) y, como su nombre indica, que lleven a cabo el referéndum.

A propósito, métanse en esta página y pidan al Consejo de Seguridad que cumpla con su obligación.

Las familias ya no saben qué más hacer. Hay vídeos de mujeres manifestándose en la calle reivindicando a sus presos. Es de noche, viene la policía. El vídeo deja de grabar porque subirían a la casa y pegarían a todos, a los viejos, a todos. El fin de la historia es que la policía ha cargado a base de bien. En otra escena, aparecen las mujeres a plena luz del día con banderas saharauis delante de una fuente en El Ayún. ¡Banderas saharauis en Territorios ocupados! Viene la policía y las mujeres se meten en la fuente para que la policía se moje las botas si quiere pegar. Familias enteras se muestran a las puertas de sus casas con carteles de sus seres queridos encarcelados y de los presos políticos en general. Ponen pancartas gigantes en las casas para que se lean sus reivindicaciones. Son valientes. Todo eso tiene consecuencias. Tras el vídeo de protesta en el que hablan la hermana y la madre de Mohamed Bourial, les han retirado la “cartilla”, esa asignación vergonzosa y mínima que a veces da el Estado marroquí por negarles el derecho al trabajo.

La prensa -en su inmensa mayoría- no considera que una huelga de hambre de 32 días de unos presos políticos saharauis sea una noticia relevante. La prensa les debe una rectificación, tiene que hablar de ellos y denunciar la sinrazón de la ocupación marroquí. ¿Qué honor estar en la cúspide del periodismo a costa de callar?

Los partidos, los organismos internacionales ¿qué hacen? ¡Salven a los presos!

cmbl


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