Geraldina Colotti •  Opinión •  09/03/2021

El 8 de marzo del capitalismo contra el pueblo mujer

El 8 de marzo del capitalismo contra el pueblo mujer

¿Cuántas mujeres de los sectores populares, que no han traicionado a su clase, han sido elegidas al Parlamento Europeo? A lo sumo, se pueden contar con los dedos de una mano. En el nuevo parlamento venezolano, que la UE ha sancionado por no cumplir con sus criterios de «democracia», la mitad de los diputados son mujeres, el 40% jóvenes menores de 30 años. Los más jóvenes son mujeres, y tienen entre 20 y 21 años. En el gabinete ejecutivo, más del 33% de los puestos están ocupados por mujeres, que dirigen 11 ministerios. Las mujeres están al mando del 80% de las estructuras del poder popular, comenzando por la organización territorial.

Si comparamos los datos presentados por la Ministra de la Mujer e Igualdad de Género, Carolys Pérez, en la última reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, organizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), podemos ver el extraordinario avance de las mujeres en 22 años de revolución bolivariana.

Si en Cuba hoy las mujeres están empleadas aún más que los hombres en el campo científico, en Venezuela, en los últimos 15 años, la participación de las mujeres en los campos de la ciencia, la tecnología y la innovación es igual a la de los hombres. El 7 de marzo de hace dos años, durante el gran sabotaje eléctrico que debería haber puesto de rodillas al país, la contribución de las científicas fue fundamental. Y las mujeres salieron a las calles en gran número para celebrar su 8 de marzo pocos días después: combativas, antiimperialistas y solidarias, a pesar de las «sanciones» de quienes quieren imponer una «democracia» sepulcral a los sectores populares.

En cuanto al acceso al trabajo y las garantías, mientras los datos de países europeos fotografían el aumento de la feminización de la precariedad en tiempos de pandemia y el agravamiento de las diferencias salariales, en Venezuela, durante 2020, las garantías y subsidios y la protección de la salud de las y los trabajadores se han fortalecido, impulsados por una planificación segura de las actividades esenciales. El 57% de los trámites para introducir a los jóvenes al trabajo dentro de la Misión Chamba Juvenil conciernen a las muchachas. La constitución bolivariana también reconoce el trabajo doméstico como creador de valor agregado y las amas de casa de sectores populares ya perciben, a través de la Misión Madres del Barrio, entre el 60 y el 80% del salario mínimo. Y se está discutiendo la ley para calcular la contribución del trabajo doméstico al PIB.

Una de las 34 leyes aprobadas recientemente por el Parlamento venezolano, se refiere a una extensión de la ya muy avanzada ley del Derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. Trabajo también producido dentro del Órgano Superior de Justicia de Género del Pueblo, integrado por instituciones nacionales, estatales, municipales y locales y la sociedad civil, especialmente por defensoras municipales. La ministra Pérez llamó a todos los países del área de América Latina y el Caribe a fortalecer las políticas públicas con perspectiva de género.

Hace unos días, Carolys Pérez ilustró los nuevos proyectos de ley presentados en el parlamento al Consejo de Ministras y Ministros en los que participó el presidente Maduro, precisando el trabajo realizado en materia de violencia de género en los últimos años. “Queremos – dijo – aclarar una vez más, la diferencia entre femicidio y feminicidio. El primero define los asesinatos de mujeres como mujeres por parte de un hombre, el segundo define estos asesinatos como una política de Estado ”.

La revolución bolivariana, que se define a sí misma como socialista y feminista, toma la política de género como parte intrínseca del camino de la emancipación de toda la sociedad. Por eso también, para Estados Unidos y la Unión Europea, Venezuela constituye «una amenaza inusual y extraordinaria» a la seguridad. La amenaza del ejemplo, que va en sentido contrario a la «democracia» de las banqueras, el 8 de marzo del gran capital.


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