David Brooks •  Opinión •  07/11/2016

Encuestas mareadoras dan ventaja a Clinton y a Trump

A siete días de los comicios y con un torrente de sondeos contradictorios y análisis incesantes que alternan en alarmar o tranquilizar, escándalos sexuales revueltos con correos electrónicos posiblemente clasificados, candidatos presidenciales enredados en maniobras financieras dudosas, potenciales crisis institucionales provocadas por acusaciones de fraude y hasta la intromisión sin precedente de la FBI en una elección, la contienda más cara e inusual de la historia del país es mareadora.

Hoy una encuesta dice que Donald Trump ya superó a Hillary Clinton por poco menos de un punto (ABC News), y otra dice que Clinton mantiene ventaja de unos seis puntos (NBC News), todo entre miles de estadísticas sobre cada aspecto microscópico de esta contienda y sus infinitas implicaciones.

A una semana de la elección del 8 de noviembre, todo parece ir cambiando minuto a minuto. Algunos especialistas advierten que se pueden esperar giros significativos en los sondeos de los próximos días, mientras por ahora se sigue cerrando la brecha entre los dos candidatos: hoy el promedio de las encuestas nacionales (siempre el mejor indicador que un solo sondeo) calculado por RealClearPolitics es de una ventaja de Clinton de sólo 2.2 por ciento (hace dos semanas la demócrata gozaba de una ventaja hasta de 7 puntos).

Por ahora, las tendencias van favoreciendo a Trump, pero aún no lo suficiente para alarmar demasiado a la campaña de Clinton, quien sigue gozando de amplia ventaja en los cálculos del colegio electoral, donde se gana la presidencia. Sin embargo, Clinton está desplegando recursos a estados donde de repente están en riesgo entidades que ya estaban contadas como conquistadas.

Por lo tanto, todo parece muy fluido y no se puede descartar cualquier resultado, pero lo que sí perdura como la única constante que ha definido esta contienda desde un inicio: este es un concurso entre los dos candidatos más impopulares en la historia moderna.

Al final no son las preferencias registradas en los sondeos las que contarán, sino los índices de participación de las bases de cada candidato, de quiénes y cuántos se presentan ante las urnas. Y esto se impulsará en gran medida no por una ola de apoyo al candidato preferido, sino más bien por el rechazo, temor y odio del otro.

Por ello, lo que más preocupa a la campaña de Clinton es la falta de entusiasmo entre sus filas, sobre todo después del anuncio sin precedente tan cerca a una elección del director de la FBI, James Comey, sobre la revisión de correos electrónicos posiblemente pertinentes para la investigación concluida sobre el manejo de comunicaciones cibernéticas de Clinton durante su función como secretaria de Estado.

Un sondeo de tendencias diarias de ABC News/Washington Post descubrió que el nivel de entusiasmo entre los simpatizantes de Clinton se desplomó del 51 por ciento que decían que estar muy entusiastas a finales de la semana pasada, a 43 por ciento ahora, mientras los muy entusiastas de Trump se mantuvieron en 53 por ciento.

Con la sorpresa de la nueva indagatoria de la FBI, más la acumulación de detalles negativos que se han revelado con el goteo constante de correos internos de la campaña dados a conocer por Wikileaks que alimentan la desconfianza popular de Clinton, el temor entre los estrategas de la demócrata no es que esto lleve a más votos para Trump, sino que muchos más de sus bases sencillamente no salgan a votar.

Pero el temor no necesariamente será suficiente, y por ahora parte de la batalla es buscar la manera de animar a sectores desencantados a presentarse a las urnas. Hoy Clinton continuó tratando de cambiar el tema de sus correos, por enésima vez en el último año, al tema del maltrato de mujeres y la evasión de impuestos de Trump.

Para Clinton, mucho gira en torno a la participación afroestadunidense (los indicadores no son buenos por ahora), los jóvenes, muchos de ellos simpatizantes de Bernie Sanders, y latinos (que parecen ser el sector más animado en participar, no por amor a Clinton, sino por el efecto Trump y su campaña antimigrante).

Para Trump, felizmente enfocando la atención en la noticia de la FBI sobre los correos de su contrincante y festejando nuevos sondeos –los mismos que descartó por engañosos cuando iba perdiendo– que muestran un mejoramiento a su favor. El multimillonario demagogo sigue indicando que ganará como resultado de lo que algunos llaman el voto oculto o silencioso, o sea, los que no aún no figuran en las encuestas porque no están expresando sus preferencias, o que sorprenderán a último momento a los expertos y encuestadores. A eso se refiere cuando dice que esta elección será un Brexit-plus.

Además, la campaña y el Partido Republicano son expertos en operaciones de supresión del voto demócrata, sobre todo el de minorías, a través de obstáculos legales como esfuerzos de intimidación.

No votar por el magnate, llamado de economistas

Unos 370 economistas, incluidos ocho premios Nobel, firmaron una carta en la cual llaman a votar en contra de Trump por ser una opción peligrosa y destructiva y denunciaron su pensamiento mágico y sus teorías de conspiración.

Mientras tanto, si los resultados son muy cerrados, este proceso podría prolongarse más allá del día de las elecciones. Bloomberg Politics reporta que ambas campañas ya se están preparando para la posibilidad de un resultado cerrado que implicaría una pugna legal. Vale recordar que Trump ha rehusado aclarar si aceptará el resultado final si pierde (ha dicho que por supuesto lo aceptará sólo si gana), y que lo evaluará en su momento. Pero ahora que las tendencias lo favorecen, de repente ha dejado de enfatizar su mantra de que el sistema está amañado.

Con ambos candidatos desaprobados por la mayoría del electorado, con 63 por ciento opinando que el país procede sobre un vía equivocada, y con el Congreso –también en juego en esta elección– con un nivel de aprobación de sólo 15 por ciento, esta contienda presidencial está generando más desencanto, temor y fatiga.

La elección es una cornucopia de mierda que sólo sigue dando más, comentó el gran crítico y comediante John Oliver en su programa semanal de HBO Last Week Tonight. “Hace un mes, cuando Donald Trump tuiteó que deberíamos ver el video sexual de una ex concursante de Miss Universo, dijo que si uno miraba hacia arriba, podría ver el fondo de piedra. Bueno, si ahora uno mira para arriba, verá absolutamente nada y les diré por qué: hemos escavado hasta llegar al otro lado, no sólo al fondo, sino hasta el otro lado, sorprendiendo a canguros y actualmente estamos en el espacio y ya no hay arriba, ni abajo, luz ni oscuridad, sino un vacío sin fin en donde la muerte llega como un alivio dulce, dulce. Por favor, que esta cosa ya se acabe”, concluyó, resumiendo el sentir de muchos.

David Brooks es corresponsal del diario La Jornada en Nueva York.

Fuente: La Jornada


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