Salvador López Arnal •  Opinión •  07/02/2023

Entrevista a Fernando Dorado sobre Gustavo Petro y la situación política colombiana

«El gobierno Petro no es un gobierno “ecosocialista” pero impulsa iniciativas que coinciden con esa corriente de pensamiento».

Entrevista a Fernando Dorado sobre Gustavo Petro y la situación política colombiana

Fernando Dorado es activista social, dirigente sindical de trabajadores del sector salud y de obreros de montaje electro-mecánico. Colaborador de organizaciones sociales del Cauca (Colombia). Fue Diputado entre 1994-1997. Colabora con artículos de opinión con diversos medios de comunicación alternativos de Colombia y América Latina.

¿Qué ha significado para la ciudadanía trabajadora colombiana, y para el país en general, el triunfo de Gustavo Petro (y Francia Márquez) en las últimas elecciones presidenciales?

En Colombia desde el asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán (1948), la oligarquía terrateniente en alianza con el gobierno de los EE.UU. logró instrumentalizar la resistencia popular y los alzamientos armados de sectores campesinos para impedir los más mínimos avances democráticos y mantener su poder económico y político.

Dicha instrumentalización consistía en inocular en la mente del pueblo el miedo al comunismo o «castro-chavismo» como le llamaron en los últimos tiempos. El triunfo electoral de Gustavo Petro y Francia Márquez es un logro histórico porque rompe con esa hegemonía política de larga data de la casta dominante colombiana, hecho que fue posible después de la desmovilización de las Farc.

Significa la derrota del sector más reaccionario y violento de esa oligarquía que ha liderado durante los últimos 20 años Álvaro Uribe Vélez, con el apoyo de las derechas continentales incluyendo a la derecha española.

Hace bien al incluirla, tiene toda la razón crítica del mundo.

Ese triunfo electoral es también resultado de la acumulación de diversas luchas populares a lo largo de más de cinco (décadas) que incluye el «estallido social» que se inició en noviembre de 2019 y se mantuvo hasta julio de 2021.

Es importante recordar que Gustavo Petro y Francia Márquez son resultado de diversas y variadas luchas sociales y políticas tanto de Colombia como de América Latina.

Como, por ejemplo…

El primero, fue en su juventud militante del M19, movimiento guerrillero de carácter nacionalista, y ha sido protagonista de las luchas por justicia social durante las últimas tres décadas como congresista y actor político después de la desmovilización de esa guerrilla y la aprobación de la Constitución Política en 1991.

Francia, es una dirigente de comunidades negras («afros»), ha encabezado importantes movilizaciones en defensa de los derechos de las mujeres y en contra de mega-proyectos minero-energéticos que afectan a amplios sectores de la población rural.

El triunfo electoral del Pacto Histórico, por tanto, es un logro del conjunto de los trabajadores y sectores populares (campesinos, indígenas, afros, precariado, etc.) y sectores democráticos de nuestro país, que luchan desde siempre por cambios estructurales en nuestra sociedad, empezando por conquistar una paz plena y una democracia que garantice la participación popular y, hacia el futuro, superar –en alianza con los demás pueblos de América Latina– un modelo económico que destruye la vida humana y la naturaleza.

¿Qué novedades contienen las propuestas políticas de Gustavo Petro respecto a otras experiencias latinoamericanas progresistas?

En términos de propuesta política la principal diferencia de Petro con los programas de los gobiernos de izquierda y/o progresista es su insistencia en impulsar con fuerza y determinación una política de defensa del medio ambiente, romper con el modelo económico dependiente de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) y propiciar condiciones para desarrollar un proceso de industrialización de nuevo tipo.

En términos de estrategia política, Petro, aunque es crítico del sistema capitalista a nivel global ha planteado «desarrollar el capitalismo» en Colombia, dado que en este país lo que ha predominado es una especie de «feudalismo criollo», en donde la mentalidad rentista de los terratenientes ha confluido con un proceso de transnacionalización de la oligarquía, basado en la canalización y acumulación de los recursos producidos por el narcotráfico y el manejo rentístico y especulativo de la propiedad de la tierra, de los recursos naturales (economía «extractivista») y de los recursos del Estado (fondos de pensiones, servicios públicos, salud y educación, etc.).

En términos de táctica política Petro impulsa procesos de organización relativamente flexibles, basados principalmente en una especie de «corriente de pensamiento» y en «redes y nodos» que articulen a la dirigencia más avanzada de los diferentes sectores políticos y sociales. Su prioridad actual es consolidar el proceso de paz, fortalecer espacios democráticos y desarrollar la reforma agraria. «Democratizar el conocimiento, el crédito y la producción», es uno de sus principales lemas.

Sobre su discurso en la Asamblea General de la ONU del pasado septiembre de 2022 (https://rebelion.org/discurso-completo-del-presidente-gustavo-petro-ante-la-onu/), usted ha señalado que el presidente Petro se expresó como humanidad y para la humanidad, como una víctima o como el representante de las víctimas de un modelo económico injusto, depredador e irracional. ¿Qué víctimas son esas? ¿Habló solo de ciudadanos colombianos?

Gustavo Petro tiene una formación universal. Sabe que la lucha por superar la dependencia de la energía eléctrica producida a partir de la quema de combustibles fósiles y detener o atenuar el cambio climático o crisis ambiental que sufre la humanidad no es un problema sectorial y/o nacional, sino que hace parte de una amplia lucha por derrotar y cambiar un modo de producción basado en la acumulación de capital, que calificó en ese discurso de irracional, que estimula el consumismo obsesivo como herramienta para continuar reproduciendo un crecimiento también irracional. Por ello, aunque su discurso parte de la realidad colombiana y de la selva amazónica, su denuncia abarca la posibilidad de la extinción de la especie humana en el planeta tierra como consecuencia de los impactos que tiene ese modelo de desarrollo depredador y destructor de la vida.

¿Se puede considerar a Petro un político anticapitalista? En el discurso ante la Asamblea del que hablábamos denunció la adicción a la ganancia como la madre de todas las adicciones que llevan la humanidad hacia su extinción.

Gustavo Petro es un político con una amplia formación teórica. Además de alimentarse de las ideas de Marx y de teóricos marxistas, ha ido integrando en su visión política a otros pensadores, filósofos y economistas de variadas escuelas, y aunque no se declara «anticapitalista» impulsa iniciativas de carácter «poscapitalista», más en la vía de autores como Jeremy Rifkin, Paul Mason y Mariana Mazzucato.

¿Qué tipo de gobierno preside? ¿Un gobierno ecosocialista? ¿Un gobierno interclasista? ¿Un gobierno de centroizquierda moderado?

En Colombia el proceso de transición democrática que está en juego ha articulado la acción y el interés de diversas clases sociales y sectores económicos. Ese proceso ha generado una especie de «alianza interclasista» que básicamente está liderado por fracciones de la «burguesía emergente».

No obstante, el grueso de la fuerza social está compuesta de trabajadores, clases medias empobrecidas, pequeños y medianos productores agrarios, los «profesionales precariados» y otra gran cantidad de sectores marginados y excluidos del «progreso».

Incluso, sectores de la oligarquía financiera se han acercado a dicho proceso político a fin de defender sus intereses, siendo conscientes que el modelo económico dependiente de la exportación de materias primas y de la especulación financiera está en crisis. Por ello, tanto el Pacto Histórico como el mismo gobierno es un espacio en permanente disputa. Diversos sectores políticos, diferentes clases sociales y variadas concepciones políticas, impulsan iniciativas que de alguna manera confluyen en este momento pero que más adelante tendrán que irse diferenciando y cualificando.

No es, pues, un gobierno ecosocialista…

No es un gobierno «ecosocialista» pero impulsa iniciativas que coinciden con esa corriente de pensamiento. No es propiamente de «centro-izquierda» pero acoge fuerzas de ese tipo, y la «moderación» que muestra en diversos campos de acción se corresponde con una correlación de fuerzas que muestra que los sectores de izquierda y progresistas son todavía una minoría dentro del Congreso («asamblea nacional») y dentro de la sociedad, y que para avanzar con cambios estructurales se requiere una mayor acumulación de fuerzas sociales, políticas y culturales, no solo a nivel de nación sino en la región, continente americano y mundo en general. Es importante recordar que Petro aventajó a su rival por 700 mil votos, lo que significa una diferencia real de 350 mil votos, que frente a una votación total de 22 millones es algo insuficiente.

¿Es partidario del decrecentismo? ¿Lo es su gobierno?

Hasta ahora sólo la Ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, en los debates y diálogos sobre los planes de transición energética planteó la idea del «decrecentismo» como propuesta para los países industrializados, y a raíz de esa intervención se inició una discusión sobre ese tipo de temas.

El presidente Petro la respaldó públicamente, pero es un debate aún incipiente en Colombia.

¿Qué fuerzas políticas le apoyan actualmente? ¿La izquierda colombiana le apoya sin fisuras?

El Pacto Histórico es una coalición de fuerzas de izquierda y progresistas que agrupa a la mayoría de partidos y movimientos de ese espectro político, con la única excepción del movimiento «Dignidad» (Moir), agrupación de origen «maoísta» con cierta presencia en sectores agrarios, pero que en la actualidad está muy debilitada. No obstante, el Pacto Histórico es un proceso de articulación relativamente reciente y el mismo Gustavo Petro ha planteado que su proyecto político está todavía en una especie de «búsqueda», de aprendizaje práctico y de experimentación política.

Además, en la segunda vuelta electoral y en la conformación del gobierno, Petro logró construir una coalición más amplia con partidos de «centro» y de «centro-derecha», que le ha permitido en pocas semanas avanzar en diversos campos de la lucha política interna. En los primeros días de gobierno logró la depuración de las fuerzas armadas de sectores «uribistas» y posiblemente «golpistas», restableció relaciones con el gobierno de Venezuela, abrió la frontera con el país vecino, ha hecho acercamientos con el ELN (Ejército de Liberación Nacional) para reiniciar las conversaciones de paz suspendidas por el anterior gobierno, y avanza en la implementación de la reforma agraria con la inminente compra de tierras para distribuirlas entre campesinos, indígenas y comunidades negras. Petro desarrolla una especie de «pactismo» pero no ha renunciado a ninguna de las políticas y reformas que propuso en la campaña electoral.

¿No hay temor que la reacción pueda dificultar por todos los medios a su alcance, que son muchos, la acción de su gobierno y crear una situación de crisis?

Las elecciones de 2022 evidenciaron que los sectores más derechistas que encabeza Álvaro Uribe Vélez, que representan a los terratenientes despojadores de tierras que impulsaron el paramilitarismo en el pasado, han sufrido un fuerte proceso de debilitamiento político. El ejercicio bastante mediocre del anterior gobierno de Iván Duque, la acción de la justicia transicional de paz y otra serie de hechos que han puesto en evidencia los crímenes y desapariciones forzadas realizadas durante los gobiernos de Uribe, han mermado su credibilidad y liderazgo, y ello es un factor muy importante a considerar. Además, el candidato de la derecha uribista (Fico Gutiérrez) sufrió una enorme derrota política en la primera vuelta y, por ello, las derechas se vieron forzadas a apoyar un candidato «outsider» (Rodolfo Hernández) que recogió a muchos sectores que se oponían a Petro, pero que se habían distanciado de Uribe.

En ese sentido, la coalición de gobierno que ha construido Petro se muestra estable y fuerte, y está siendo aprovechada para desarrollar la agenda de transformaciones democráticas que hacen parte del programa del Pacto Histórico. No se avizora en lo inmediato algún tipo de crisis política, Petro es garantía de un avance paulatino y metódico, y solo, los sectores más radicales de los grandes terratenientes, y algunos sectores de la oligarquía financiera, son los que aparecen a la cabeza de la oposición a reformas que tocan sus intereses como la reforma a la salud, de las pensiones o la reforma laboral, pero sin posibilidades de generar algún tipo de desestabilización.

En el ámbito de la política internacional, ¿en qué coordenadas se ubica el presidente Petro y su gobierno? ¿Su eje es América Latina?

Gustavo Petro, como se afirmó antes, hizo parte de un movimiento guerrillero de carácter nacionalista que ya en los años 70s y 80s del siglo XX impulsó una política internacional «no alineada» con bloques geopolíticos o con alguna potencia internacional. Petro ha sido crítico de los proyectos y gobiernos que en nombre del «socialismo» se convierten en regímenes que desconocen o violan los principios de la «democracia liberal». No obstante, a pesar de que ha sido crítico de esas prácticas autoritarias y dictatoriales, en el ejercicio de gobierno ha desarrollado una política internacional basada en la autonomía de los pueblos y la autodeterminación de las naciones. Por ello, impulsa relaciones bilaterales con diversos gobiernos con independencia de su orientación ideológica, promueve la integración de los países andinos y de América Latina, y se distancia de las guerras promovidas y realizadas por las potencias imperialistas o «semi-imperialistas».

Petro ha aprendido de las experiencias de los gobiernos de izquierda que se han enfrentado o distanciado del imperio estadounidense pero no han logrado neutralizar la fuerza del gran capital transnacional, dado que sus economías son dependientes de los centros capitalistas y financieros, y tampoco encuentran soluciones viables alineándose con potencias como China y Rusia, que de una u otra manera actúan en el marco de una economía globalizada y financiarizada.

Lo ha citado antes de pasada. En cuanto al país hermano de Venezuela, ¿es posible que se vaya construyendo una relación más fructífera, sin enfrentamientos?

El gobierno de Gustavo Petro ya inició el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales con la república de Venezuela. Acaba de abrir la frontera con ese país que estaba cerrada desde hace 7 años, y logró que la Comunidad Andina volviera a invitar a Venezuela a hacer parte de ese grupo de integración regional. Además, invitó al gobierno de Nicolás Maduro a reintegrarse a la Comisión Americana de Derechos Humanos. Todo indica que las condiciones internacionales se han modificado por efecto de la guerra de Rusia-Ucrania, especialmente en el campo del mercado global de combustibles, lo que ha creado una nueva situación respecto del gobierno de los EE.UU., que va a contribuir para que las relaciones entre Colombia y Venezuela sean cada vez más estrechas y estables.

Ha hablado usted de que el proceso iniciado por Petro es un proceso de búsqueda. ¿Búsqueda de qué?

Es el mismo Petro quien ha planteado que su proyecto está en una etapa de «búsqueda» cuando le han preguntado sobre si su proyecto es «socialista», «progresista», «liberal», etc. No ha querido identificarse con ninguna corriente de pensamiento existente. Lo que observo es que Petro avanza por diversos caminos superpuestos e imbricados. Rescata la idea de la burguesía latinoamericana («cepalina») de los años 50s del siglo XX de la «industrialización del aparato productivo» pero le agrega el tema del cambio de la matriz energética, lo cual ubica esa tarea en un nuevo terreno «poscapitalista». Petro se ha mostrado crítico del «estatismo», o sea, de creer que la transformación de la sociedad –en lo social, económico y cultural– pueda hacerse principalmente desde la dirección del Estado (y de los gobiernos). Así, ha propuesto construir un proceso de transformación que se apoye en las fuerzas sociales que requieren de la democratización del conocimiento y del crédito (capital), el acceso a la tecnología y el desarrollo de nuevas formas de relaciones entre los productores y consumidores («prosumidores»). Y, además, hace mucho énfasis en la integración de los pueblos y naciones latinoamericanas, y el impulso a una educación que combine visiones humanísticas, ecológicas y con alto desarrollo tecnológico. También, apoya los procesos de reivindicación de los derechos de los pueblos étnicos y de las mujeres, pero cuidándose de desligar esos «procesos identitarios» de los intereses de clase.

Petro pareciera estar marcando una estrategia que actúa dentro del capitalismo, e incluso se plantea desarrollarlo, pero construyendo en la práctica nuevas formas productivas que –por sí mismas– socaven las bases vitales de este sistema capitalista, empezando por su matriz energética y la construcción de nuevas relaciones sociales de producción basadas en economías colaborativas y solidarias, aprovechando los desarrollos tecnológicos que hacen posible la aparición de lo que Rifkín denomina «prosumidores» (productores y consumidores a la vez, que son sujetos sociales y productivos que empiezan a unir al trabajador con sus medios de producción, al trabajo manual con el trabajo mental, y al valor de uso con el valor de cambio). Así, una nueva «guerra de posiciones» dentro del capitalismo podría estar en la línea de «no pretender apoderarse de la fortaleza sino socavarla desde adentro» (Lenin), en donde tanto la lucha «desde abajo» (base social) como «por arriba» (gobiernos, instituciones) sería necesaria para –paulatina y sistemáticamente– desmontar la estructura que soporta al sistema.

¿En qué consisten los diálogos regionales vinculantes?

Los diálogos regionales vinculantes son encuentros entre funcionarios del gobierno, dirigentes políticos y los representantes de las comunidades y organizaciones sociales de las diferentes y variadas regiones de nuestro país. Se han programado más de 50 encuentros que son grandes reuniones en donde se implementan métodos participativos para recoger y debatir las diversas e innumerables iniciativas, ideas y proyectos, a fin de integrarlas a la construcción del Plan Nacional de Desarrollo, o a otras políticas, planes y programas del gobierno. Dichos encuentros se han programado en acuerdo con las organizaciones sociales, alrededor de los principales problemas que se viven en las regiones, y de acuerdo a lo realizado hasta ahora, se planea mantener esa dinámica de participación durante todo el ejercicio de gobierno, a fin de hacerle seguimiento a las políticas y proyectos, y garantizar un control y evaluación participativa.

Usted ha señalado que ha nombrado en cargos importantes a gente experimentada con enfoques relativamente tradicionales, pero que también permite y estimula que dirigentes surgidos de movimientos sociales o de la academia se prueben y aprendan en el campo de la gestión del Estado. ¿No hay posibilidad de que salte alguna chispa contradictoria en un conjunto no homogéneo?

Todo el ejercicio del Pacto Histórico se ha construido desde la visión del encuentro y articulación de clases y sectores de clase diferentes y hasta contrarios. La «alianza interclasista» que es una construcción de la vida real y no solo resultado de la acción política consciente de los principales dirigentes, implica la existencia de muchas contradicciones y diferencias. En la actualidad la principal contradicción es la herencia ideológica de la sociedad patriarcal, colonial, «semi-feudal», oligárquica, clasista y racista que está en las esencias «cortesanas» de la Colombia real, que está representada en la «visión rentística» de la riqueza. Petro, todavía casi solo, se ha erguido contra esa práctica «improductiva», que no solo está en la mente de las castas dominantes, sino que también es compartida por amplios sectores de las clases dominadas y oprimidas. Pero también hay muchas más contradicciones por resolver a lo largo de la «praxis», que no solo se juega en el terreno del gobierno y el Estado, sino que es parte de la lucha cotidiana en todos los ámbitos de la vida.

¿Puede ilustrar esas contradicciones?

Contradicción entre la vía «estatista» y la acción «no institucional»; entre lo «burocrático» y lo «democrático»; entre lo táctico y lo estratégico; entre el «reformismo pragmático» y el «reformismo revolucionario», y muchas contracciones entre las clases y sectores de clase que existen en Colombia y que están ellas mismas en pleno proceso de «auto-descubrimiento».

¿Se ha iniciado el diálogo con la guerrilla colombiana? ¿Algún resultado?

Hasta ahora es un proceso acercamiento con los diferentes grupos armados, principalmente con el ELN. No obstante, es a la vez un proceso de conocimiento y de diferenciación de los grupos por cuanto la práctica de todas las guerrillas se ha degradado por efecto de la existencia e influencia de las economías ilegales y criminales (narcotráfico, minería ilegal, tráfico de armas, trata de personas, etc.). Lo interesante del nuevo proceso de «paz total» que se ha propuesto el gobierno de Petro es que lo ha insertado dentro de una estrategia de mayores cambios en el campo de la reforma agraria, el desarrollo de las economías agropecuarias de los pequeños y medianos productores, la definición de una política diferente en la lucha contra el narcotráfico, el cambio de mentalidad en las fuerzas armadas, la búsqueda de una justicia restaurativa, la suspensión de la fumigación aérea de los cultivos de coca y marihuana, y otras iniciativas de ese tipo.

Todo parece ir bien, diversos grupos –incluso algunos de carácter delincuencial– han declarado un cese de fuegos «multilateral» y el gobierno avanza en la construcción de herramientas legales para avanzar en ese proceso de paz.

También usted ha señalado que Petro es el primer gobernante progresista de la región que parece actuar con una visión sistémica, compleja y «no lineal». Los pueblos y los trabajadores pueden apoyarse en él sin que ello implique delegar toda la acción social y política en su liderazgo (Petro, usted lo recuerda, ha pedido a los movimientos y organizaciones sociales que mantengan su autonomía). Tampoco se ha propuesto construir una organización política tradicional (“partido»). Todo indica, añade usted, que le interesa construir una «corriente de pensamiento» que sirva de referente para la acción social y política. ¿A qué ha querido hacer referencia con esa noción de «corriente de pensamiento»?

Uno de los problemas que encontramos entre los movimientos revolucionarios que han luchado en el pasado por lograr cambios estructurales en la sociedad y construir la justicia social, es el relacionado con la Unidad. Esa unidad, por lo general, se ha construido alrededor de los Programas Políticos, que, a su vez, están sustentados en «ideologías políticas». La práctica ha demostrado, desde los tiempos de Marx, que mientras se está en la oposición y en la lucha por «acceder al Poder», la dirigencia se mantiene unificada pero que una vez, se accede a niveles o espacios de gobierno, los partidos y movimientos se dividen en varios bandos.

Significa que la «unidad» no era tan cierta, o era muy débil. Lo estamos viendo ahora en Colombia con las fuerzas de las guerrillas de las Farc que se desmovilizaron en 2016. Hoy se han dividido en más de cinco fracciones.

¿Cinco dice usted?

Cinco he dicho. Y lo mismo ha sucedido con los procesos de izquierda y progresistas de América Latina que –vía electoral– han llegado a administrar lo que denomino como «Estado heredado».

Es claro que esa situación corresponde a que los partidos y movimientos políticos no sólo representan intereses diversos de las diferentes clases y sectores de clase, sino que las mismas clases y sectores de clase tienen orígenes e historias diferentes. Por otro lado, han surgido nuevos procesos de lucha relacionados con temas de identidad (género, etnia, cultura, edad, etc.), diversas visiones de futuro, y, además, la diversidad que surge en la relación entre conocimiento y realidad, entre error y acierto, entre la práctica y la teoría, llevan a que el logro de la unidad enfrente nuevos retos.

En el pasado se quiso resolver ese problema por medio de lo que se llamaba el «centralismo democrático», que era el eje organizativo de los partidos comunistas. Hoy pareciera que se requieren nuevas formas de actuar de cara a la sociedad y a las bases sociales, con métodos más flexibles y participativos, en donde las ideas más avanzadas y más acertadas se abran camino en la lucha política, ideológica y cultural, a fin de que mediante diversas formas de democracia (directa, representativa, deliberativa, ilustrada, plebiscitaria, etc.) sea la sociedad en su conjunto la que decida los caminos y suertes por jugar. Los proyectos conducidos por «minorías iluminadas» y por «actos insurreccionales» hasta ahora nos han llevado a un callejón sin salida y, por ello, se hace necesario inventar otras formas de acción política, en donde la unidad surja del debate en medio de la práctica social, y en esa apuesta una «corriente de pensamiento» puede ser un instrumento ideal.

¿Quiere añadir algo más?

No, por ahora dejaría allí.

De acuerdo. Muchas gracias por tu análisis y su tiempo.

Fuente: El Viejo Topo


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