José Antonio Medina Ibáñez •  Opinión •  06/08/2019

España, de lo que se trata es de pagar las hipotecas

España, de lo que se trata es de pagar las hipotecas

Los españoles no están muy contentos por esas probables elecciones en noviembre, incluso en las redes sociales se está pidiendo quitarles un salario a los diputados si no llegan a un acuerdo antes del 23 de septiembre.

Sin embargo, parece que las quejas de la sociedad están cayendo en saco roto, viéndose obligada a sentirse en el desagradable papel de subordinada a los “implacables” criterios de Sánchez, Casado, Rivera e Iglesias.

Para muchos de los de a pie hay un desajuste de realidades: por un lado lo que sucede es que hay ausencia de verdaderos liderazgos y una clara suma de rivalidades y desconfianzas, incluso internas, como sucede en Ciudadanos donde Rivera ha realizado una depuración incorporando a 22 nuevos brazos derechos y cesando a los críticos; por otro, los cuatro “fantásticos” empeñándose en olvidar la inestabilidad política producida por la moción de censura y el raudal de elecciones habidas: cuatro presidenciales (2011; 2015; 2016; 2019), más las europeas, autonómicas y municipales durante este 2019.

Todo ello, entendiéndonos, dentro de una nueva concepción de la política de Estado de los novicios líderes, empeñados en enviar a la oposición a quien se meta por el medio.

Se tiene la sensación de que todo se precipita a un ritmo acelerado, que no se reflexiona lo que se dice inclusive en el mismo Congreso, ahí estaba Iglesias negociando con Sánchez un ministerio en plena investidura.

A esto hay que añadir que comienza parecer cierto que, buscándolo o no, Sánchez, Casado, Rivera e Iglesias, están logrando hacer sentir a los españoles como los culpables del berenjenal problema en el que han metido a España.

Para colmo, con la No Investidura de Sánchez, Pablo Casado ve todos los males en que hay muchos partidos queriendo gobernar, mientras que la gran mayoría de los españoles lo que ve es que los nuevos líderes no saben interpretar este nuevo mundo político que quieren gestionar.

España está viviendo un escenario donde todos poco a poco van coincidiendo en que no vale, ni se quiere tener, lo que pretende Trump: la hegemonía del poder político y económico.

Los españoles, esa sociedad a la que se pretende subordinar, han aceptado que ahora viven en una especie de segunda fase en su política nacional donde, como diría Einstein, todo es relativo, más ahora que todo lleva a explorar alianzas antes imposibles de considerar y, a tener menos beneficios políticos y económicos por los cada vez más grandes esfuerzos realizados.

Lo cierto es que la insatisfacción política está resquebrajando ese pequeño vínculo que aún existe con su sociedad civil; al final lo que todos quieren, en un país tan viejo como España, es que haya trabajo digno, mejores pensiones y que el dinero circule para pagar las hipotecas y los estudios.

Estos cuatro dirigentes deben saber que la política no aburre tanto como se dice, que se está engendrando una creciente indiferencia hacia sus opiniones y, que el interés político existente entre los españoles es, precisamente, lo que ha suspendido a las mayorías absolutas, obligando a reconsiderar,  día tras día, los vaticinios de las encuestas porque una mayor dispersión del voto no es descartable, incluso la neutralización de cualquiera de esos partidos pudiera darse en esas posibles elecciones.

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