Rómulo Pardo Silva •  Opinión •  04/11/2016

¿Por qué las tensiones políticas en Chile y Venezuela son tan diferentes?

En el país del sur el gobierno y su coalición perdieron las elecciones municipales frente a la oposición que además según encuestas tiene ventaja para ganar las presidenciales el 2017.  

El resultado agudizó las diferencias internas en los partidos gobiernistas en particular por la presencia del partido comunista en el bloque. El partido más grande ha tomado incluso una conducta de rebeldía a la conducción de la presidenta de la república.

 

En Venezuela la oposición al presidente Nicolás Maduro intenta un golpe de estado junto con los grandes empresarios internos y externos, el gobierno norteamericano y países sudamericanos en manos de la ultra derecha.

El sabotaje a la producción de los empresarios ha sido el más efectivo para los ataques. Su instrumento actual es la Asamblea Nacional donde tiene amplia mayoría. En el frente legal piden un referendo revocatorio que se realice en este año. Han pretendido descalificar al presidente acusándolo de no ser venezolano. Acordaron en la Asamblea Nacional que se prepare «el inicio al estudio de responsabilidad penal, responsabilidad política y abandono del cargo» del presidente.  

Para realizar su trama entregaron firmas irregulares en la primera fase del revocatorio, exigen la transgresión de las normas de los referendos, invistieron a tres diputados suspendidos por el tribunal superior de justicia, llamaron a las fuerzas armadas a desconocer al presidente, han realizado marchas masivas, convocaron a un paro nacional.

Esas vías han fracasado. Los fallos del poder judicial y electoral les son desfavorables, los militares les han rechazado reconociendo la autoridad del presidente, su paro resultó débil para derrotar al chavismo que cuenta con un apoyo popular firme.

Son políticos violentos. En el año 2002 dieron un golpe contra el presidente Chávez, el año 2014 convocaron a la lucha violenta que dejó 43 muertos, más de 800 heridos, edificios destruidos. Han traído paramilitares de Colombia.  

 

En Chile la situación es muy diferente. Se trata de una pugna entre dos derechas políticas del empresariado, socias subordinadas del poder occidental norteamericano. Una capitalista reformista y otra neoliberal ortodoxa.

No hay alternativa al sistema en el país. Los que fueron parte del proceso socialista de Allende reprimidos se colocaron al servicio del gran empresariado y de la Casa Blanca asumiendo el reformismo socialdemócrata.

Una corriente de jóvenes que emerge en la izquierda carece de apoyo electoral; pero tampoco se declara socialista haciendo un discurso de reivindicaciones especialmente estudiantiles.  

 

En Venezuela se juega la paz, Maduro insiste en conservarla reconociendo el peligro.

Los opositores dependen de la intervención de fuerzas externas. Con el gobierno de Estados Unidos se mueven en la OEA para que se aplique la Carta Democrática. Argentina, Brasil y Paraguay se suman en el Mercosur para expulsar a Caracas.  

Los venezolanos deben apoyar un acuerdo de paz, los ejemplos de las destrucciones occidental de Iraq, Afganistán, Libia, Siria, la historia de violencia fascista en Latinoamérica son enseñanzas clarificadoras.     

 

Chile es parte del dominio transnacional global. Venezuela es reformista radical, ideológicamente socialista, internacionalmente solidario en el Caribe, antiimperialista, amigo de Rusia y China.

Esa es la diferencia.         

 

Ahora un dirigente opositor llama a celebrar el 3 de noviembre «la protesta más grande» de la historia de Venezuela frente al palacio de Miraflores. Eso es querer muertos.

 

Hay conversaciones con mediadores significativos por realizarse. Que aunque sea difícil tengan éxito.

 

Por un Movimiento para una nueva civilización, sustentable-solidaria. Socialismo no progresismo.

romulo.pardo@gmail.com

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