Edgar Borges •  Opinión •  04/08/2016

La sociedad de “La repetición”

La sociedad de “La repetición”

Como por arte de magia, la ambición de ser diferente, de vivir su propia vida, se esfumó en Iko Kelava. Como una matrioska se había desmontado a sí mismo para llegar a ser tan pequeño como la última de las muñecas, para encajar en la masa uniforme, para pertenecer al grupo, porque durante la guerra tan solo pertenecer al grupo garantiza una aparente protección e Iko no estaba solo, sino que tenía mujer, dos hijos, un padre y una tía. Quién sabe a qué pudieron obligarle para poner a prueba su pertenencia y lealtad… “La repetición», Ivica Djikić. Traducción de Maja Drnda y Christian Martí.

En la literatura, como en la música, la uniformidad del discurso industrial nubla la particularidad de las creaciones. La producción en serie borra culturas no para mostrar la universalidad de la imaginación, sino para moldear las vivencias y los argumentos. En medio de la montaña de “novedades” que van y vienen, llega a mis manos la novela “La repetición” de Ivica Djikić (Tomislavgrad, Bosnia-Herzegovina, 1977), publicada en España por Sajalín editores en 2016. Ya no pude soltar el libro (o viaje) de 115 páginas. Y es que Djikić asume el frustrado viaje de la editora Dijana Lovri

desde Zagreb, capital de Croacia, hasta el monasterio de Rama- Sćit, en Bosnia-Herzegovina, para contarnos una historia de amor en una clave narrativa no convencional. El viaje se frustra cuando la nieve bloquea las carreteras. Quiere el azar (o la inevitable consecuencia de cerrar aquello que dejamos abierto) que Dijana se encuentre detenida justo en Duvno, el lugar donde nació su novio Marko Kelava, un ex periodista prestado a la cocina de un restaurante. Todo fuera normal si la vida de la familia que termina acogiéndola no estuviera marcada por la ausencia de un padre desaparecido en Alemania, tras su participación en la guerra de los Balcanes. Una historia personal (o acaso colectiva) hizo que el hombre abandonara a su grupo.

En “La repetición” las geografías, las distancias y las situaciones son réplicas que habitan en la soledad de los personajes. Los diálogos telefónicos entre Dijana y Marko contienen una tranquilidad alarmante. Algo pasa hasta cuando no se dicen nada. La necesidad de amor de la madre del novio la convierte en un fantasma de sus miedos. La guerra de otro tiempo permanece presente en la distancia que marcan entre sí los personajes. “La repetición” es la técnica de la rutina que ejecuta y enseña el chef estrella del restaurante. Marko atiende su orientación con amargura: “Todo consiste en entregarte a la repetición… La repetición hasta el infinito. Supongo que en la prensa es lo mismo. Cada día empiezas de nuevo, escribes artículos u otra cosa igual que ayer, igual que anteayer. Pero siempre hay repetición. Seguro que sabes de qué estoy hablando”. En la trama de la obra la repetición opera como el mecanismo que aturde el sentido de existencia de las personas; la distancia que los separa de su propia ubicación en el mundo. Dijana es el centro de todos los intentos de comunicación. Hablar por teléfono con el novio o con los frailes será tan distante como vivir rodeada de un grupo que cada segundo es menos familia.

Descubrir la literatura de Ivica Djikić me hizo buscar los otros dos libros que, afortunadamente, Sajalín publicó en España. Las novelas “Cirkus Columbia” y “Soñé con elefantes”. Ivica Djikić, escritor y periodista, construye los paisajes y las circunstancias a partir de la mirada de los personajes. Todos padecen la misma sensación de que la vida se les repite, pero nadie se atreve a decirlo. “La repetición” es una novela sobre las distancias que fragmentan los vínculos de un grupo necesitado de afecto.


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