Pepe Mejía •  04/07/2016

Batacazo de Podemos. La construcción de Poder Popular una tarea pendiente

Los resultados de las elecciones en España han dado un respiro a los defensores del régimen del 78. La ruptura y la transformación tendrá que esperar, pero hay buenos mimbres para encarar este nuevo ciclo. Urge abrir un debate sereno y participativo para construir organización, partido y movimiento, ganar militantes, consolidarlos políticamente, construir cuadros y organizaciones sociales amplias que nos vinculen en el día a día con los problemas de la gente.

A pesar de todos los pesares, el representante de la derecha neoliberal, esa derecha que ha hecho de la corrupción su banderín de enganche, el PP, aumenta sus votos (más de 600.000, con un 33%) y llega a 137 escaños (14 más). El PSOE, ese otro representante del régimen, rey de las puertas giratorias y que le va a la saga en corrupción, pese a retroceder en votos (pierde más de 100.000, con un 22,7 %) y escaños (5), se mantiene como segunda fuerza.

Unidos Podemos [UP] –una alianza electoral en donde se situaba Podemos, IU, Equo y otras organizaciones territoriales- tiene una pérdida de más de 1 millón cien mil votos y 71 escaños, los mismos que sacó el 20D. La buena noticia ha sido el notable retroceso de Ciudadanos, el recambio de representación de los intereses de las grandes empresas y la burguesía, que ha perdido más de 400.000 votos y 8 escaños, si bien ha sido en beneficio del PP, que ha sabido explotar el voto útil contra el “Cambio”.

Existen muchas explicaciones e interpretaciones sobre los resultados pero hay hechos innegables. La derecha sale reforzada, Podemos experimenta un gran retroceso electoral y el PSOE aguanta y aparca su previsible desaparición.

Centrándonos en UP podemos señalar algunas cuestiones. En primer lugar, el discurso. Muchas advertimos las agudas contradicciones en el argumentario. En un mismo mitin podíamos escuchar loas a la socialdemocracia e identificarnos con el comunismo más rancio. O reivindicar patria –un concepto que en el Estado español se asocia a tiempos pretéritos del francofascismo- y al mismo tiempo la descentralización. Podemos ha emitido demasiados mensajes contradictorios. Desde su fundación, los electores han visto a Podemos decir y hacer una cosa y su contraria. Le han contemplado rechazar con fuerza la unidad de la izquierda y después pactar con IU, anunciar que nunca gobernarían con el PSOE estando en minoría y luego hacer una propuesta de gobierno, rechazar la etiqueta de “izquierda” y finalmente abrazar de forma poco creíble la de “socialdemócrata”.

O como nos decía una amiga y compañera un día antes de las elecciones: Metes en una batidora un kilo de ilustración, otro de Eurocomunismo, 250 gr de socialismo, 250 de depuración de ingredientes en un estilo comunicativo y te sale Pablo. Todo esto aderezado con un perfil bajo –presidencialista, le llamaban-, sin garra, con un discurso hueco que pretendía no asustar al electorado moderado pero que ha conseguido perder más de un millón de votos. Hemos realizado una campaña conservadora, en palabras de Jesús Rodríguez, secretario de organización de Podemos en Andalucía.

LA MAL LLAMADA CONFLUENCIA

Otro tema de debate es lo que muchos han llamado confluencia pero que en realidad fue un pacto entre cúpulas y una alianza electoral en toda regla. Lo explica muy bien Juanjo Álvarez en Viento Sur: Ni campaña compartida, ni discurso común, ni espacio de trabajo militante.

La mal llamada confluencia consistió en regatear la participación de los ponentes en los mítines a través de las diversas familias políticas. Ni cartelería común ni discurso común. Aquí es donde tenemos un trabajo pendiente. Avanzar realmente en la construcción de poder popular.

Otro aspecto a tener en cuenta es que se ha confirmado la volatilidad del voto hacia Podemos. No se ha trabajado en la fidelización de ese voto. Se ha descuidado el trabajo de implantación social y la intervención en movimientos sociales y sindicatos. Se ha ido demasiado de prisa sin construir. Algunos responsables de Podemos nos vendieron el triunfo fácil express que ahora estamos pagando.

El próximo ciclo se presenta con mayor inestabilidad. Por un lado, el PP y sus aliados tendrán que aplicar los recortes que Bruselas impone. Es decir, más desempleo, más recorte en los servicios sociales, pago de la deuda…El PSOE se verá obligado a apoyar estas medidas o enfrentarlas y Podemos puede recuperar la calle.

Pero para enfrentar a la troika tenemos que mejorar nuestra organización. Y eso conlleva convocar con urgencia un congreso extraordinario que aborde si la estructura verticalista de la que nos hemos dotado ha dado los resultados que esperábamos. También habrá que revisar la política de visibilidad y liderazgo. En palabras del diputado autonómico de Madrid, Raúl Camargo: “liderazgo más coral y más plural, con más mujeres que tengan peso”.

Trabajar por un partido-movimiento amplio, de ruptura, de clase, pluralista, donde el poder venga de abajo y no de los aparatos. Porque las elecciones sirven para conquistar parcelas de poder pero no el poder. Para cambiar las cosas no sólo se necesita una “máquina de guerra electoral”. Tenemos masas como audiencia potencial y no como fuerza organizada.

Podemos, aún teniendo una estructura convencional, no es un partido al uso. Los parámetros que pueda tomar el presumible debate interno tras el desengaño del 26J son imprevisibles, en el marco de una estructura política altamente centralizada y jerarquizada, una cultura política autoritaria, y la carencia de una tradición de discusión política real en la organización más allá de los reducidos órganos de dirección. En este sentido, el principal desafío para la formación morada es gestionar el debate sobre su futuro de forma pluralista, democrática y respetuosa con todas las posiciones.