Fernando Dorado •  Opinión •  03/09/2019

El “socialismo del siglo XXI” embiste contra la resistencia zapatista

El “socialismo del siglo XXI” embiste contra la resistencia zapatista

El principal teórico del “Socialismo del Siglo XXI”, Heinz Dieterich Steffan, ha lanzado a nombre de la alianza entre AMLO y SLIM en México, una ofensiva ideológica y política contra los indígenas del sur de México (“neo-zapatistas”) que resisten la ofensiva del gran capital y se defienden frente al despojo y al arrasamiento de su territorio. También, ataca a sus aliados a quienes califica de “mercaderes de derechos humanos” y de “ultraizquierda dogmática”.

El capitalismo global desde hace varios años impulsa una ofensiva contra los pobladores del sureste de México. Ahora lo hace con más estrategia y arrogancia, lo que se concreta en un cerco a todo nivel: 1. Economía del narcotráfico; 2. Megaproyectos; 3. Programas institucionales de la 4ª Transformación de AMLO. Es lo mismo que ocurre en Suramérica. A nombre del progreso y la prosperidad arrasan con ecosistemas, tierras y pueblos indígenas, sin ningún rubor.

El narcotráfico divide, descompone y degrada a las comunidades, ya sea con dinero, chantaje o violencia estructural. En México se apoya en las mafias mexicanas que tienen gran experiencia desde cuando reemplazaron en ese negocio a las mafias colombianas. Los megaproyectos energéticos y de infraestructura se colocan al servicio inmediato de los agro-negocios y del turismo global pero, a mediano y largo plazo, la meta es controlar los inmensos y ricos recursos de agua y biodiversidad que existen tanto en la Selva Lacandona como en la Amazonía, Orinoquía, el Gran Pantanal y el Acuífero Guaraní.

En el caso de México, ese cerco envolvente contra los pueblos chiapanecos que han decidido construir en su territorio “otra forma de vida”, se hace utilizando la economía capitalista formal y no formal, legal e ilegal, “nacional” y “transnacional”, y como cobertura se utiliza la política denominada como la 4ª transformación de México (AMLO).

El “desarrollismo progresista” de Dieterich, es la misma fórmula que lidera la burguesía globalista china que a nombre de su pueblo y de Marx, aplica el “capitalismo asiático” (economía neoliberal + autocracia “comunista”). Según el sociólogo de la UNAM, por el solo hecho de que China compita con parcial éxito con los EE.UU. y Europa en el campo de la reproducción del capital, debemos considerar a ese país y a su dirigencia (Xi Jinping) como la vanguardia de los pueblos oprimidos del mundo entero.

En esa dinámica, el “ideólogo” del “socialismo del siglo XXI” concluye que los indígenas neozapatistas y todos aquellos que los apoyan, son agentes de una versión nueva de la “revolución de colores” contra AMLO. Así, coloca a Carlos Slim como el abanderado de la prosperidad que sacará de la pobreza a los mexicanos. Lo que no puede explicar es cómo ocurrirá tal cosa o por qué toda la riqueza de los multimillonarios, sean de México, China, Rusia, EE.UU. o Europa,  lo único que generan es pobreza, depredación, despojo y guerras.   

Dieterich cae en una distorsión de valores. Es una especie de “delirio neoliberal” tipo Deng Xiaoping (1978), que puede llevar a que la 4ª Transformación requiera su propia “Masacre de Tiananmen” (1989) o su “Matanza de Tlatelolco” (1968), para barrer de la faz de la tierra a quienes no quieren el “bienestar” que ofrecen los gobiernos “desarrollistas”. Según este “teórico”, el PIB de México debe crecer al 4% para poder sacar a los pobres de la miseria.     

En gran medida es el mismo proceso que ha ocurrido en la Amazonía y Orinoquía, hoy en cabeza de Jair Bolsonaro pero, ayer, alimentado por los gobiernos “progresistas” que le dieron (y le dan) “viento y aliento de izquierda” al fuego de los agro-negocios y megaproyectos, tanto en Brasil como en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Así, podemos decir: “Nadie sabe para quién trabaja”.

Son las distorsiones que los pueblos y trabajadores sufrieron con los “socialismos del siglo XX” o “socialismo estatistas” o “socialismos desde arriba”, que en aras de lograr los objetivos de los “planes quinquenales”, la “industrialización acelerada”, la “emulación de Occidente”, se sacrificaron durante décadas para dejarle a las nuevas generaciones un “paraíso terrenal” o el “comunismo”, y terminaron construyendo un sistema burocrático y parasitario que cuando se derrumbó se convirtió en el “reino de los nuevos multimillonarios”.      

Es necesario que los pueblos indígenas chiapanecos y aliados mexicanos e internacionales, impulsen una estrategia que involucre al resto del pueblo mexicano; que para “romper el cerco” se desarrolle una verdadera “batalla de ideas” en los más amplios espacios de México y el mundo. Es indispensable que no se dejen arrinconar en su territorio sino que hagan valer su papel de cuidadores y protectores de la naturaleza.

Lo que está en juego no es solo la “selva” y sus recursos. Lo que está en desarrollo es un verdadero exterminio étnico y social, que utiliza un “cerco ideológico y real” que avanza a pasos agigantados. Está muy bien lo que han hecho recientemente los pueblos “zapatistas” y aliados locales, que amplían consistentemente su control territorial con fuerzas organizadas, pero ante tamaña ofensiva, no es suficiente. El “cerco” es sistémico y mortal.


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