Kepa Tamames •  Opinión •  02/10/2020

12 buenas razones para NO tener perro

1 | BUSCAS UN PERRO PARA QUE VIVA EN EL EXTERIOR. ¿Por qué no pruebas tú, a ver si te gusta? ¡Ya te vale! Una de las principales características de los perros es su talante afectuoso hacia las personas y otros animales. Es por ello que serán MUY desdichados si se les coarta dicho deseo. Un perro condenado al jardín o a una terraza es un perro frustrado, y acabará por generar problemas de comportamiento. ¿Sabes quién pagará tu falta de consideración? Efectivamente: él. Los perros son muy buena gente, y solo pretenden ser razonablemente felices junto a sus amigos. Como ves, compartimos preferencias comunes.

2 | NO TE GUSTAN LOS PELOS. ¡Entonces, depílate de arriba abajo! (Es broma) Los perros no pueden evitarlo: tiran pelo constantemente, y les trae al pairo dónde. Verás al pasar la escoba que ahí va «parte de tu amigo». Es lo que hay. Piensa que, en realidad, recoger cada día esa mata es una excelente noticia, pues confirma su buena salud. Cierto es que siempre compartirás lindos cabellos con la ropa ―el mercado ofrece aparatitos bastante eficaces―, pero, por otro lado, cuentan que el género «animales de compañía» es una fuente inagotable de ligoteo (hablo de oídas). Además, recuerda que los perros necesitan ser cepillados regularmente para mantener su pelaje limpio y en óptimas condiciones. Si tienes manía compulsiva a los pelos, descarta vivir con animales.

3 | NO TIENES SENTIDO DEL HUMOR. Mala carencia en general, que se convierte en verdadero problema si convives con perros. Como seres sociables y amistosos que son, manifiestan una notable predisposición a hacer travesuras. Si de verdad no le acabas de ver la gracia a despertarte con una pelota de tenis baboseada compartiendo almohada, o a que el cachorrito decida que las 3:45 (a. m.) es una hora tan apropiada como cualquier otra para jugar… mejor te olvidas, ¿ok?

4 | ERES UN MANIÁTICO DE LA LIMPIEZA. Prepárate para meter ocasionalmente en casa ―que también es la suya, por cierto― a una enorme masa de barro (y quién sabe si otras materias igual de naturales), o tener marcas de nariz en cada uno de los cristales del coche… o hasta algún que otro escape gaseoso justo en plena reunión familiar. Si no te ves relajándote y poniendo una [medio] sonrisa a estas y similares situaciones, todo apunta a que TÚ y PERRO sois por completo INCOMPATIBLES.

5 | ERES POR NATURALEZA SEDENTARIO, Y PRETENDES QUE TU PERRO TE IMITE. Los perros son animales de por sí activos, y necesitan estímulos como ejercicio regular y socializarse a través del juego y de la relación, o por lo contrario los convertiremos en seres frustrados e infelices. Si te place, tú puedes optar por quedarte apoltronado en el sofá, pero mejor si no condenas a nadie a algo tan aburrido.

6 | TE GUSTA QUE TODO ESTÉ SIEMPRE EN SU SITIO. Los perros no tienen manos (te habrás percatado), con lo que su boca se convierte en un instrumento esencial de interacción. Por tanto, deberás asumir con cierta filosofía que tu amigo decida convertir en juguete tus prendas íntimas, que al fin y al cabo huelen a ti (quizá deberían visitar con más frecuencia la lavadora, por cierto, mera conjetura).

7 | TIENES LA INTENCIÓN DE TENER UN PERRO DE FORMA TEMPORAL. ¿Pero tú de qué vas? ¿Crees que un perro es un reproductor de música? Sucede que los perros son amigos ―verdaderos colegas, para que nos entendamos―, y tienen la «mala costumbre» de pretender vivir durante toda la vida contigo. Repite conmigo: perro = compromiso vitalicio. Si contemplas la mera posibilidad de deshacerte de él cuando tus hijos crezcan y comiencen su etapa escolar, has de saber que no es una opción ni medio aceptable. El mundo rebosa de animales abandonados que claman por una familia decente. ¡Y el tuyo ya la tiene! No aumentes la dramática lista de seres que perdieron su hogar por culpa de decisiones impulsivas y poco meditadas. La mayoría de estos desgraciados acaban muriendo de pena y soledad. Si decides tener un perro, repasa estos puntos tantas veces como sea necesario, por favor.

8 | NO TE GUSTA CONOCER GENTE NUEVA. El animal necesitará ciertas pautas educativas que le ayuden a convertirse en un «ciudadano canino ejemplar». Está científicamente demostrado que el binomio humano-perro es uno de los más eficaces para la relación social. Los perros son «imanes» para la gente (¡es materialmente imposible caminar al lado de un perro y no ser parado por extraños!). Si te reconoces como «misántropo irreversible», deshecha la opción de tener un perro.

9 | QUIERES GANAR UN POCO DE DINERO HACIENDO CRIAR A TU PERRA. Hay mil posibilidades de invertir esperando una lícita rentabilidad. ¡Pero los amigos no son acciones de bolsa! Cada año, miles de inocentes mueren por culpa de los «buenos sentimientos», como hacer caso al vecino que te pidió que le reservaras un cachorrito del perro de tu amiga. ¡No pretendas hacer negocio con tu colega peludo, so caradura! Haz caso omiso al enterado de turno que va por ahí alabando la «bondad de la cría». No te engañes: ellos y ellas no lo echan de menos, y traer más perros al mundo es un criminal acto de irresponsabilidad. Además, si lo piensas, la cría doméstica nunca puede ser rentable, pues requiere desde el principio una considerable inversión: atención veterinaria, medicinas, y un sinfín de «complementos». Pero con independencia de ello, recuerda que los amigos son para disfrutarlos, y no para explotarlos.

10 | BUCAS UN PERRO DE GUARDA. Seguramente has oído hablar de las «alarmas». Son unos aparatitos que, llegado el momento, generan un sonido tan desagradable como necesario. Bueno, pues es eso lo que necesitas; no un perro guardián. Porque los perros son camaradas, no sirenas de la policía. Si de verdad necesitas protegerte, incluye dentro de esa protección a los tuyos ―¡también a los animales!―, e instala el correspondiente sistema de seguridad, como todo hijo de vecino.

11 | ¿HARÍAS LO QUE FUERA PARA QUE ESA BOLITA DE PELO NO CRECIESE? Algunos perros llegan a alcanzar un tamaño considerable, pudiendo superar los 50 kilos. ¡Eso es mucho perro! Puede que acabes con un oso peludo e hiperactivo que derribe sin querer con su rabo todo cuanto se le interponga. No hay que ser diplomado en veterinaria para saber que «ese chucho no crecerá demasiado».

12 | PIENSAS EN UN PERRO COMO ELEMENTO TERAPÉUTICO PARA TUS HIJOS PEQUEÑOS Y UNA RESPONSABILIDAD PARA LOS MAYORES. Ambas cosas son en parte ciertas. Entre perros y niños deberían establecerse siempre vínculos amistosos y hasta cómplices ―es de hecho lo que suele acontecer―. Sin embargo, la responsabilidad máxima de un perro debe recaer siempre sobre un adulto. Los niños pueden ser unos maravillosos amigos y compañeros, pero necesitan ser guiados y educados por sus referentes pedagógicos: los mayores.

POSTDATA: Solo en caso de no verte reflejado en ninguno de estos puntos puedes considerar que quizá ‑–y solo quizá― estés preparado para convivir con un perro. Es de suponer que habrás captado que JAMÁS DEBES COMPRARLO, SINO ADOPTARLO.

Por Kepa Tamanes

ATEA (Asociación Para un Trato Ético con los Animales)


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