Floren Dimas •  Memoria Histórica •  14/10/2022

La batalla por Sa Feixina, un reto a la democracia española

Artículo sobre la «batalla» mediática que se desarrolla desde hace dos años en Palma de Mallorca, en relación con el inmenso monolito franquista, levantado en la capital mallorquina en memoria de los caídos del crucero «Baleares», hundido por la flota republicana en 1938, y que constituye por sus dimensiones el tercero en España, tras el Valle del Escorial y la Cruz de los Caídos de Santa Cruz de Tenerife.

La batalla por Sa Feixina, un reto a la democracia española

Los ciudadanos no eligen los jueces, pero sí eligen a sus representantes en las instituciones. Y cuanto estas adoptan decisiones en virtud de sus competencias, respaldadas por organizaciones cívicas democráticas y sin ánimo de lucro, como son las asociaciones memorialistas, aparecen entonces los jueces para enmendarles la plana, dando la razón a quiénes se valen de un poder judicial que saben les es afín, constituyéndose este en intérprete de leyes y normas, que debidamente retorcidas y estiradas, les permiten afirmar que los símbolos franquistas dejan de serlo por quitarles el yugo y las flechas, y aquí paz y después gloria.

Esto es lo que ha sucedido en Palma, la capital mallorquina. El inmenso obelisco ubicado en el parque de San Feixina, fue erigido en 1947 para conmemorar la “gesta” realizada durante la guerra civil por el crucero “Baleares”, buque insignia de la escuadra que se levantó contra la República, entre cuyas “glorias” cabe destacar el cañoneo a que sometió a las columnas de civiles (“la desbandá”) que entre el 6 y el 8 de febrero de 1937, evacuaron masivamente Málaga con la intención de llegar hasta Motril, con el resultado de miles de personas víctimas de la artillería naval. Sin embargo quiso la mala fortuna para el famoso buque, que los torpedos que le dirigió el destructor republicano “Lepanto” en la Batalla de Palos, en la noche del 6 de marzo de 1938, diese con él y con la mayoría de su tripulación en el fondo del mar. Ese momento “glorioso” es lo que el monumento de San Feixina pretende conmemorar ¡ochenta y cuatro después!. Mientras, los restos de sus víctimas despanzurradas por su artillería, fueron arrojadas por los acantilados o se mezclaron al paso de los años con los escombros de las obras en ensanche de la carretera de la Costa del Sol.

La asociación Memoria Histórica de Mallorca (AMHM) solicitó al Ayuntamiento de Palma la demolición del monumento. El ayuntamiento de coalición liderado por el PSOE tiró por la calle de enmedio, desposeyendo al mamotreto de la simbología franquista, anunciando así haberse logrado su “resignificación democrática”, cosa que habría podido considerarse si se hubiese colocado una placa, proporcional a las dimensiones del coloso, en homenaje a las víctimas de la “carretera de la muerte” Málaga-Motril. Pero no se hizo.

En medio de barullo mediático surgió una asociación pretendidamente cultural denominada “Arca”, que descubrió que el monolito escondía valores artísticos asociados al movimiento “Art-decó”, por lo que montó una campaña para su conservación, al que se unieron una asociación vecinal de la zona y otra que se postulaba como conservacionista de monumentos. Así las cosas, fue el Consell Balear quién en virtud de sus competencias, dictaminó que la treta de “Arca” era solo una coartada con tufos conservadores avalando su demolición, operación que fue suspendida al interponer los “arqueros” una demanda judicial ante el TSJ balear, en defensa del armatoste franquista que les dio la razón. Recurrida la sentencia ante el TSJ balear por el Consell, en unas diligencias en las que la AMHM se personó por parte afectada, el tribunal dio la razón a “Arca”; sin embargo como en sus elementos de derecho, la AMHM se había acogido al cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica (52/2007) y no a la Ley de Memoria Democrática Balear, se le ofreció la oportunidad de apelar en recurso de casación ante el Tribunal Supremo, quien el pasado día 6 de octubre se pronunció confirmando la sentencia absolutoria para el recalcitrante monolito, basándose en cuestiones de forma y sin entrar en el fondo de la cuestión: la naturaleza franquista del mismo como significante y significado de un propósito de exaltación a los “Gloriosos Caídos por Dios y por España” del crucero fascista “Baleares”.

Los magistrados del Tribunal Supremo César Tolosa, José Manuel Bandrés, Antonio J. Fonseca-Herrero y Ángeles Huet, no contentos con dar una alegría a los de “Arca” y a los de la “Fundación Nacional Francisco Franco”, basándose en razones homologables al viejo ardid franquista de que al recurso le faltaba una póliza, imponen de propina a la AMHM el pago de las costas (dos mil euros), lo que no es moco de pavo para una modesta asociación sin ánimo de lucro, con una humillación añadida, al nombrar como beneficiarios de estos “costes” a las dos asociaciones vecinales personadas en defensa del obelisco fascista, agraciadas en esta “pedrea” judicial con 500 y 1.500 a cada una.

Así las cosas, la victoria de “Arca” y de las asociaciones vecinales afines, es la victoria política e ideológica de la derecha y la ultraderecha más radical, no solo mallorquina, si no del conjunto del estado español. Es una victoria que trasciende a una pugna entre el ejecutivo y el mundo memorialista contra la justicia balear. Es un triunfo para Falange Española, para la Fundación Francisco Franco, para la Hermandad de la División Azul, para el Partido Popular y para Vox. Y supone, además, un escarmiento para posibles y futuros recursos contra decisiones judiciales afines a los golpistas de 1936, ante la amenaza de hundirles económicamente con el pago de las costas, una estrategia que ignoramos en este momento si no es un plan colegiado, que se anuncia como muy efectivo para que, cuando sea publicada la Ley de Memoria Democrática, y aparezcan las primeras resistencias para su cumplimiento, haya que recurrirse a la vía judicial, de forma que los recurrentes se lo pensarán dos veces antes de decidirse a hacer apelaciones sobre las sentencias de algunos magistrados conservadores, convertidos según vemos en varias de sus resoluciones, en oportunísimos valedores encubiertos del franquismo.

La Batalla de Sa Faixina no es una batalla balear, es un reto a todo el mundo memorialista, para todos los demócratas españoles que no quieren que la justicia se convierta en el brazo legal e ideológico de ideas totalitarias escondidas bajo las togas, y termine siendo el último intérprete de la aplicación, o no, de las leyes de Memoria Histórica. Se impone un llamamiento a las organizaciones memorialistas y a la izquierda política y social, para apoyar de forma expresa y fehaciente a la Asociación Memoria Histórica de Mallorca, en las acciones que se dispone a adoptar ante esta brutal sentencia, porque dejarles solos en las actuales circunstancias, solo serviría para embravecer todavía más a la derecha franquista y para decepcionar y extender entre la izquierda ideológica, política y social, la sensación de que la derrota de la democracia de 1939, se perpetúa en el año 2022, debiendo tomar nota de estos hechos el actual Gobierno de España y más concretamente la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, entre cuyas competencias estaría impedir o intervenir activamente ante tales desafueros judiciales, para impedir de forma ejecutiva que trampas leguleyas perpetúen los símbolos del franquismo.

La batalla del monolito de Sa Feixina no es una batalla local, es la batalla contra todas las estrategias urdidas en el resto de España, por parte de la justicia y del mundo mediático conservador, para neutralizar las leyes que ordenan la eliminación de los símbolos franquistas.

Floren Dimas.

Oficial del Ejército del Aire (R).

Investigador histórico.

Miembro de AMMD (Memoria Militar Democrática).


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