Redacción •  Internacional •  24/10/2016

IU traslada la lucha de los trabajadores de Coca-Cola al Parlamento Europeo

El presidente del comité de empresa de la planta de Coca-Cola en Fuenlabrada (Madrid), Juan Carlos Asenjo, ha relatado este viernes en Bruselas la lucha que desde hace más de dos años están plantando los trabajadores de la multinacional estadounidense contra el cierre de su fábrica, y ha exigido el cumplimiento de la sentencia del Tribunal Supremo, que desbarata los planes de la compañía para desmantelar la principal central de su grupo en el Estado español.

IU traslada la lucha de los trabajadores de Coca-Cola al Parlamento Europeo

Asenjo fue invitado por la eurodiputada de Izquierda Unida Paloma López a asistir junto con un grupo de compañeros y compañeras a la conferencia sindical que han coorganizado el Grupo de la Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL) y la Red Europa de Sindicatos.

El representante de CCOO ha explicado de forma clara y contundente todas las decisiones tomadas por los trabajadores de forma colectiva y cómo fueron desmontando uno a uno los argumentos de la empresa hasta llegar al Supremo, en lo que se ha convertido en un ejemplo de resistencia, movilización y acción sindical contra un ERE que, como ha sostenido la Justicia, es ilegal a todas luces.

“Todos formamos parte del sindicalismo, pero lo importante no debe ser lo que digamos en estas conferencias. En realidad, la reflexión que debemos hacer es cómo transmitimos, cómo movilizamos y cómo salimos a la calle para no quedarnos en meras palabras. Y eso es lo que hicimos: ante una agresión como la que planteó Coca-Cola pasamos a la acción”, ha empezado diciendo Asenjo.

El presidente del comité de empresa de la planta de Fuenlabrada ha defendido que los planes de Coca-Cola para cerrar cuatro centros en España, incluyendo la suya, que fuera definida por el presidente de la compañía en el Estado como “la joya de la corona”, “no se sustentaba” bajo ningún concepto. Ni desde el punto de vista del modelo de negocio, puesto que la presencia de la multinacional se habría reducido a un conjunto de “fábricas pequeñas con sólo dos líneas de producción”.

Y tampoco desde la reducción de costes, ya que el cierre de Fuenlabrada comportaba todo lo contrario. Así, Asenjo ha expuesto que las botellas que salían de la principal fábrica de la Comunidad de Madrid, “en la zona de mayor consumo de España por habitante per cápita”, tenían un recorrido “máximo de entre 70 kilómetros y 100 kilómetros” hasta que eran devueltas a la central, limpiadas y envasadas de nuevo para ser devueltas al consumo, la nueva situación provocaba que “esas botellas tenían que hacer 700 kilómetros de recorrido mínimo” -hasta la planta de Valencia- para rellenarse.

Tras denunciar los ataques sufridos por los trabajadores y trabajadoras y sus familias durante todo el proceso y el hecho de que Coca-Cola cerrara una planta que había recibido una inversión de 40 millones de euros en I+D+i, Asenjo ha hecho un inciso en uno de los orígenes del problema: la batalla de las siete familias de embotelladores en nuestro país para hacerse con el control de Fuenlabrada.

 

 

Coca-Cola impuso una fusión de todas las embotelladoras para crear Coca-Cola Iberian Partners, “que sería la primera fase antes de que se creara Coca-Cola European Partners” y cuyas consecuencias también han relatado trabajadores alemanes de la empresa de refrescos.

Dicha fusión desató, a ojos de Asenjo, “una guerra accionarial” que derivó en el cierre de Fuenlabrada. Por un lado, porque para cumplir con las exigencias de Coca-Cola, la sociedad elegida para liderar el proceso debía hacerse con Casbega, que era la única que tenía los derechos de distribución y venta de los productos de la marca reconocidos por la casa madre en Atlanta. Así, para hacerse con las acciones de Casbega, “pagaron a los accionistas con el cierre de su propia empresa y el despido de sus propios trabajadores”.

Pero la liquidación de Fuenlabrada, además, tenía un segundo objetivo, enmarcado en el contexto de la crisis y ligado a la persecución y criminalización que están sufriendo los sindicatos en todo el continente en los últimos años. “Los trabajadores de Casbega teníamos el mejor convenio de todas las fábricas de Coca-Cola, un convenio trabajado y ganado a pulso por compañeros y compañeras con 40 años de vida laboral, y que duplicaba en derechos y salarios al resto”.

Ante la magnitud de la agresión, “decidimos que había que pasar a los hechos y empezamos una batalla sabiendo que si obteníamos la victoria en el Tribunal Supremo, la sentencia se tendría que llevar a cabo”. Y eso se consiguió a base de resistencia. Primero a través de una huelga indefinida en la fábrica que la empresa no era capaz de tumbar”. Y también, con mucha organización, información y  paciencia: “Diariamente se hacían piquetes que controlaban cada camión que se movía por Madrid, y aquello tenía un fundamento importante: acompañarlo con denuncias en inspección de trabajo por el esquirolaje empresarial”.

Esto quedó demostrado porque mientras que Coca-Cola no se producía en Madrid, el abastecimiento a través del apoyo de otras embotelladoras siguió, pero, ninguna de ellas “tenía el contrato ni la autorización de Atlanta para hacerlo”. Sin embargo, incluso con la sentencia del Supremo vigente, “Coca-Cola nos ha readmitido pero no en las mismas condiciones anteriores al cierre”, con lo cual, sigue violando dicha decisión.

Asenjo ha cerrado su exposición advirtiendo que “cuando recibimos este tipo de agresiones, los sindicatos tenemos que defendernos, marcar la estrategia y fijar objetivos”.


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