Redacción •  Sylvain Cherkaoui / ACNUR •  Internacional •  09/02/2020

ACNUR refuerza su respuesta en el Sahel ante la escalada de la violencia y desplazamiento

El Alto Comisionado ha concluido la necesidad de incrementar sus esfuerzos en la zona tras una visita de su primer titula Filippo Gradi a la zona.

ACNUR refuerza su respuesta en el Sahel ante la escalada de la violencia y desplazamiento

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, ha concluido en Burkina Faso una visita a tres países de la región del Sahel. Desde allí ha manifestado su preocupación por el rápido deterioro de la situación en la región del Sahel, donde la creciente inseguridad está forzando a un creciente número de personas a huir de sus hogares.

“La emergencia está aquí, en el Sahel, donde las personas están sufriendo, están siendo asesinadas, las mujeres están siendo violadas y los niños y niñas no pueden ir al colegio”, ha declarado Filippo Grandi. “Es en el Sahel donde debemos intervenir antes de que esta crisis sea imposible de gestionar”.

En sus reuniones con los presidentes de Burkina Faso y de Níger, así como con el gobierno de Mauritania, el Alto Comisionado ha elogiado a estos países por seguir acogiendo a las personas refugiadas a pesar de estar afrontando emergencias humanitarias como las que se viven en Níger y en Burkina Faso. “En el Sahel, algunos de los países más pobres del mundo siguen siendo de los más generosos”, afirmó Filippo Grandi, reconociendo la solidaridad que Níger, Burkina Faso y Mauritania están demostrando a los cerca de 165.000 refugiados que han huido de Malí, donde la situación de seguridad no presenta visos de mejorar.

 “A pesar de los numerosos desafíos que afrontan estos tres países hoy en día, no vemos un compromiso de este nivel en la mayor parte del mundo”, declaró Grandi, en reconocimiento a las soluciones para el desplazamiento forzado de larga duración que fomentan la cohesión social entre las comunidades de acogida, los refugiados y los desplazados internos.

El número de desplazados internos en Burkina Faso se ha multiplicado por diez solo en 2019, alcanzando un total de 560.000 personas. Otras 70.000 fueron desplazadas en Malí durante el mismo año, por lo que la población desplazada interna en este país supera las 200.000 personas. En total, la región del Sahel central cuenta con más de un millón de personas refugiadas y desplazadas internas.  

 “Las historias que me han contado en Níger, en Mauritania y en Burkina Faso son escalofriantes. Testimonios que dan cuenta de asesinatos a manos de grupos armados, de destrucción de hogares, colegios y centros de salud; casos de violencia contra las mujeres”, compartió el Alto Comisionado.

Los ataques indiscriminados perpetrados en toda la región por grupos armados y facciones terroristas contra instituciones del Estado, fuerzas de seguridad, colegios y centros de salud se están sucediendo con una frecuencia alarmante. Estos ataques agravan las tensiones sociales ya existentes y la pobreza generalizada, dado que las comunidades locales a menudo son las primeras en responder.

En la región de Liptako-Gourma, donde Malí, Burkina Faso y Níger comparten fronteras, las personas refugiadas que huyen de Malí y Burkina Faso se encuentran muchas veces buscando seguridad y cobijo en lugares también asolados por la violencia. La inmensa mayoría de quienes huyen de la violencia en toda la región son mujeres, niños y niñas. Muchas de estas personas ya se han visto obligadas a desplazarse en varias ocasiones. Las comunidades locales pueden ofrecer un apoyo muy limitado debido a la extrema pobreza extendida en muchas partes del Sahel.

En Ouallam, municipio de la región de Tillabéri en Níger, una comunidad de 5.000 personas refugiadas recibió a Filippo Grandi. Muchos de ellos llevaban desde 2012 viviendo en tiendas de campaña en un campo cercano a la frontera con Malí hasta que la violencia desatada recientemente les forzó a desplazarse de nuevo. La misma violencia que obligó a los refugiados a desplazarse, forzó también a los nigerinos a salir de sus hogares. Filippo Grandi escuchó relatos muy dolorosos sobre los peligros y amenazas que sufrieron por parte de los grupos armados y que les obligaron a dejar sus pueblos llevando consigo poco más que la ropa que llevaban puesta.

En Burkina Faso, en Kaya y en Dori, el Alto Comisionado conoció a los y las supervivientes de un ataque reciente a un pueblo cercano en el que unas 20 personas fueron asesinadas unos días antes. Sus relatos eran desgarradores y detallaban cómo en la noche se inició el ataque, en el que asesinaron a hombres y niños, violaron a las mujeres, saquearon casas y escuelas y destruyeron otras infraestructuras.

Esta inseguridad generalizada tiene un impacto negativo en la respuesta humanitaria, ya que dificulta en gran medida el acceso de los actores humanitarios a las personas que necesitan asistencia. Las personas forzadas a huir y las comunidades que las acogen necesitan desesperadamente cobijo, alimentos, agua potable, protección, atención sanitaria y educación.

Incluso en una situación de inseguridad que sigue forzando a un importante número de personas a huir dentro de sus propios países, en la región encontramos una solidaridad ejemplar con las personas refugiadas. En Mauritania, Filippo Grandi se reunió con algunas de las casi 60.000 personas refugiadas de Malí que huyeron hace más de 8 años, quienes le hablaron sobre la generosidad de sus comunidades de acogida. En Níger, pudo ver un ejemplo de cohesión social en un innovador programa de alojamiento sostenible que reúne a las comunidades de acogida, refugiados y desplazados internos.

 “En el Sahel, la respuesta a la crisis no debe limitarse únicamente a cuestiones de seguridad. La protección de aquellos que se han visto obligados a huir debe seguir siendo el centro de nuestra respuesta a esta crisis de desplazamiento”, declaró Grandi.

Esto implica una mejor coordinación entre las autoridades civiles y militares que garantice el acceso humanitario para así permitir una asistencia inmediata. También resulta esencial crear las condiciones adecuadas para que los actores humanitarios y de desarrollo puedan contribuir a encontrar soluciones para la población afectada.

Ante una crisis de desplazamiento de tales dimensiones, ACNUR reitera su llamamiento a la protección de quienes huyen de la violencia. Los gobiernos de los países del Sahel reiteraron sus compromisos para la protección de la población civil en un contexto de operaciones de contraterrorismo en la región. Reafirmaron, asimismo, la necesidad de mejorar el acceso de las personas desplazadas a conseguir documentación sobre su estado civil, documentos de identidad y de nacionalidad para poder tener acceso a la educación, al empleo, al alojamiento y la sanidad, además de prevenir la apatridia.

Además de reforzar su respuesta, ACNUR reitera que no se debe atender las necesidades humanitarias en el Sahel a costa de otras crisis regionales. El Sahel también sufre la crisis de la región vecina del Lago Chad, donde se estima que 2,8 millones de personas viven desplazadas y donde existe una necesidad similar de garantizar el acceso humanitario y la protección de las personas que se han visto forzadas a huir. Resulta crucial evitar el riesgo de la desestabilización de la región de África Occidental, dado que la inseguridad se sigue propagando.

“La paz, la seguridad y el desarrollo son elementos clave para la coexistencia entre quienes se han visto obligados a huir y las comunidades que les reciben”, declaró Filippo Grandi. “Para apoyar a los gobiernos a acercar a sus comunidades de acogida y a los refugiados, las organizaciones humanitarias y de desarrollo deben trabajar para garantizar el acceso a la educación, la sanidad y las oportunidades económicas”, añadió. “Para encontrar soluciones duraderas hay que dar respuesta a las causas fundamentales de la crisis. Esto también supone prestar atención al impacto del cambio climático, así como a los efectos que estos desplazamientos tienen sobre el medioambiente”.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, lidera la respuesta internacional para proteger a las personas que se han visto forzadas a abandonar sus hogares a causa de los conflictos y la persecución.


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