Barrio Canino •  Cultura •  13/06/2022

Barrio Canino vol.295 – «La cara oculta de las guerras: historias de deserción, compromiso y resistencia»

Esta semana en Barrio Canino os traemos un monográfico de pequeñas historias sobre la cara oculta de las guerras: deserción, compromiso y resistencia. Hablamos de la resistencia popular contra las guerras y particularmente de la deserción. Hoy nos acercamos a quienes viven las guerras desde el punto de vista de quienes las padecen, no de quienes las promueven, ni siquiera de quienes las combaten sirviendo a otros intereses más altos.

Barrio Canino vol.295 – «La cara oculta de las guerras: historias de deserción, compromiso y resistencia»

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Con la colaboración de Elros Alcarin, que nos acompaña en el estudio de Ágora Sol Radio.

A estas alturas tenemos claro que no nos apetece hacer el enésimo especial sobre Ucrania. Y también tenemos claro que nos asquea la OTAN, el discurso militarista de los Telediarios, el servilismo del gobierno de Perro Sánchez, la esencia caníbal del capitalismo y un sinfín de cosas más. Si es que es levantarnos de la cama, abrir la ventana para que entre el fresco y el aroma del asfalto madrileño al final de la primavera y los pareados nos vienen solos a la cabeza: “PutinBiden Macron, la misma mierda son”. Si queréis más decidlo, que tenemos una tonelada.

En verdad no es soportable estar así todo el día, así que hemos decidido tirar por lo constructivo en este tema, si es que se puede. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que cada guerra tiene dos caras. La de quien la promueve, la lucha, la vence o la pierde… y la otra. En la otra cara están quienes las sufren. Pero ojo, esta otra cara, la de los sufridores no es un grupo homogéneo. Hay quienes caen en una red de asistencialismo de una ONG, obtienen el estatus de refugiado por la vía rápida, salen en la tele y hasta se les facilitan papeles para trabajar por mecanismos exprés nunca conocidos. Bien por ellos. No vamos a decir que son privilegiados, porque su situación no es ni mucho menos deseable. Pero hoy queremos hablar también de los otros, los ocultos, los que no salen en ningún lado. Los que son expulsados de sus casas y después son rechazados en cualquier otra parte del mundo. Quienes obtienen como toda respuesta un hogar con alambres de espino sin los recursos más básicos. Porque no interesan a ningún gobierno. Porque se han quedado fuera del sistema.

¿Quién reivindica el papel de quienes se oponen activa pero pacíficamente a la guerra? ¿Quién honra la memoria de los desertores? Porque en una guerra, estar contra un bando no significa estar con el otro, ni apoyar al gobierno de turno tanto si es el agresor como si se le percibe como el agredido. Por mucho que se empeñen, en los tiempos más duros, tampoco nos creemos su discurso belicista, ni las guerras creadas por los intereses del capitalismo y por el orgullo de los estados-nación. Nosotros somos los desertores de todas las naciones, de todos los gobiernos, de ninguna guerra y de ningún estado. No somos la bandera blanca, somos la bandera negra. Somos Fernando Fernán Gómez gritando: ¡A la mierda!

Pues eso. Hoy abordaremos el tema de la guerra sin entrar en los tópicos mil veces repetidos estas semanas en los medios de comunicación. Como siempre, vamos a intentar ir por la vía de servicio, así que hablaremos de ejemplos de autoorganización y resistencia popular en conflictos armados. Y también de deserción, porque nos parece uno de los actos más nobles, más difíciles y más reivindicables que puede hacer una persona en una guerra.

Viajaremos a Belgrado en 1993 para conocer a Stasa Zajovic y las Mujeres de Negro y la Internacional de Resistentes a la Guerra con las que recordaremos la memoria del genocidio de Srebrenica, encontraremos a los desertores de Ucrania y también de la Guerra Civil Española, porque los hubo. Saltaremos los muros de la cárcel de mujeres de Ventas, en Madrid, durante la posguerra, acompañados de mujeres maquis, antifascistas y luchadoras que sufren la represión de los tricornios acharolados. Viajaremos al Yemen a encontrarnos con luchas que no son solo contra la guerra. Y de paso nos encontramos a Shoichi Yokoi, el último sargento del ejército imperial japonés, obedeciendo ciegamente durante 30 años las órdenes de nadie.

Este programa arranca con un lema clásico de pintada, porque somos unos pancarteros: ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases.


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