José R. Oro •  Opinión •  30/10/2024

Trump en el Madison Square Garden: El clímax de un ego insatisfecho

Trump en el Madison Square Garden: El clímax de un ego insatisfecho

El expresidente y candidato republicano Donald Trump fue el anfitrión de un gran mitin en el icónico Madison Square Garden (en los sucesivo Garden) de la Gran Manzana, al lado mismo del descomunal Empire State y la Estación Penn de trenes. El evento fue programado para el 27 de octubre, nueve días antes de las elecciones, y fue el espectáculo más amenazador de Trump desde su intento de golpe de estado del 6 de enero de 2021 hasta ahora, una máxima expresión de ego y el clímax de su retórica fascista (muchas veces, directamente hitleriana), con lo que intentó dar el golpe decisivo para su intento de regresar a la Casa Blanca.

El más grande espectáculo publicitario para finalizar su “cruzada por la presidencia” al máximo nivel, a pesar de que New York no es un estado decisivo (va a ser fácilmente ganado por el partido demócrata), pero tiene un elevado valor simbólico y como veremos, personal. Para Trump, el Garden y Nueva York son como la Abadía de Westminster y Londres para los monarcas británicos, ninguna coronación legitima puede ocurrir en otro lugar u otra ciudad.

Para la “apoteosis” de toda su campaña de “envenenamiento de la sangre”, de los “inmigrantes criminales” y ninguna mención de la NRA y la venta de armas de fuego, D. Trump efectuó un acto de gran extravagancia en el Madison Square Garden el 27 de octubre. Entretuvo a la audiencia por un rato, Rudy Giuliani exalcalde de la urbe y connotado por sus turbios negocios. Se esperaba que J. D. Vance, compañero de fórmula de Trump, dirigiera las más efusivas (e hipócritas probablemente) loas a Trump al presentarlo a la audiencia, pero lo hizo su esposa Melania, homenaje que no tuvo comparación posible con la noche del 19 de mayo de 1962, cuando Marilyn Monroe cantó ”Feliz cumpleaños, señor presidente” a John F. Kennedy, en ese mismo lugar.

El acto culminante de Trump no tuvo el espíritu de ningún otro acto presidencial celebrado allí. Su reunión en defensa de la teoría del “gran reemplazo racista” fue la culminación de su colapso moral que viene desde hace tiempo, en el acto de Charlottesville de 2017, cuando los neonazis corearon: “Los judíos no nos reemplazarán”. “Buena gente de ambos bandos”, dijo Trump entonces.

Ahora, en su noche en el Garden, Trump revivió el recuerdo del infame mitin masivo nazi estadounidense celebrado allí el 20 de febrero de 1939 a través de su retórica hitleriana. Se repitió la masiva acción fascista en el MSG.

En la última semana, Trump ha prometido desplegar el ejército contra “el enemigo interno”, oponentes internos que, según él, son peores que los adversarios extranjeros, aquellos a los que Hitler llamaba “Feind des Volkes”, o “enemigo del pueblo”. Trump ha amenazado con destruir CBS, ABC y el New York Times. Sobre ABC, después de que esta llevara a cabo el debate en el que él actuó desastrosamente, llamó a “quitarles la licencia”.

Después de la entrevista de Kamala Harris en 60 Minutes, tras haber rechazado la suya, tuiteó el 10 de octubre: “QUITEN LA LICENCIA DE CBS”. Sobre el Times, dijo el  9 de octubre: “Esperen a ver lo que voy a hacer con ellos”. Ha señalado por su nombre a periodistas del Times y del New Yorker como “PERIODISTAS FALSOS QUE AMAN A OBAMA”. En cada manifestación denuncia las “noticias falsas” o “fake news”, un grito de guerra que viene repitiéndose desde hace años, imitando el insulto de Hitler: “die Lügenpresse” ( “la prensa mentirosa”).

Trump viajó el 11 de octubre a Aurora, Colorado, donde afirmó que una pandilla venezolana había tomado el control del lugar, “escoria” y “animales” que han “invadido y conquistado” e “infectado” la ciudad, una descripción que el alcalde republicano desestimó como falsa. “Tenemos que limpiar nuestro país”, dijo Trump. Su lenguaje representaba la idea nazi de “Rassenhygiene” o “limpieza racial” que requería purificación, no un interés académico en la genética sino un programa de eugenesia para designar razas inferiores que deben ser aisladas o eliminadas. Como escribió Hitler en Mein Kampf: “Un pueblo que no preserva la pureza de su sangre racial destruye la unidad del alma de la nación en todas sus manifestaciones. Un carácter nacional desintegrado es la consecuencia inevitable de un proceso de desintegración de la sangre”.

El exjefe del Estado Mayor Conjunto, el general retirado Mark Milley, según Bob Woodward en su nuevo libro “War” (“Guerra”), le dijo al veterano periodista: “Nadie ha sido nunca tan peligroso para este país como Donald Trump. Ahora me doy cuenta de que es un fascista total. Es la persona más peligrosa para este país”. Trump había declarado que por la comunicación de Milley con sus homólogos en China el 6 de enero para asegurarles que el ejército estadounidense era inalterable en su defensa a la democracia, merecía “LA MUERTE”, es decir, ser ejecutado.

El 14 de octubre pasado, en un mitin nacionalista cristiano a favor de Trump, se le preguntó al general retirado Mike Flynn –exasesor de seguridad nacional de Trump, a quien indultó por no registrarse como agente extranjero y obstruir la justicia– si presidiría tribunales militares en un segundo mandato de Trump para “no sólo drenar el pantano, sino encarcelarlo y, en algunas ocasiones, ejecutarlo”. “Créanme”, dijo Flynn, “las puertas del infierno –mi infierno– se abrirán”.

El mitin de Trump, siguiendo el hilo de la historia, fue un reproche al mayor discurso de la campaña para el segundo termino de Franklin D. Roosevelt, quien, el 31 de octubre de 1936, en vísperas de las elecciones presidenciales de ese año, defendió los programas del New Deal que protegieron al estadounidense promedio contra la depredación de los ricos y poderosos.

Dijo FDR en el Madison Square Garden hace 88 años que lo más importante era “la restauración de la democracia estadounidense” y su “preservación”. “Ahora sabemos que el gobierno con dinero organizado es tan peligroso como el gobierno con una turba organizada. Nunca antes en toda nuestra historia estas fuerzas han estado tan unidas contra un candidato como lo están hoy. Son unánimes en su odio hacia mí, y agradezco su odio”. Le hierve la sangre a Trump al escucharlo.

Tres años después del brillante discurso de Franklin D. Roosevelt, se celebró allí otra manifestación, el 20 de febrero de 1939, bajo el patrocinio del German American Bund, enarbolando el lema de “América Primero”, para promover la teoría del “gran reemplazo” de que los judíos y otras “razas inferiores” estaban desplazando a los arios blancos. Los nazis reivindicaron el manto del verdadero americanismo y el nacionalismo cristiano. Esvásticas enmarcaban un retrato gigantesco de George Washington como telón de fondo del escenario. Desde el balcón colgaba una pancarta: “Detengan la dominación judía de la América cristiana”.

“¡Despierten!”, gritó el Führer del Bund, Fritz Kuhn, “¡ustedes, arios, nórdicos y cristianos, para exigir que nuestro gobierno sea devuelto a la gente que lo fundó!”. Gerhard Wilhelm Kunze, director de relaciones públicas del Bund, declaró que la supremacía blanca era la base esencial de la nación. “El espíritu que abrió el oeste y construyó nuestro país es el espíritu del hombre blanco militante”.

Ahora, ya desde el anuncio del acto en el Garden, Trump promocionó una versión abreviada de la “teoría del reemplazo” nazi, declarando que Nueva York estaba “tambaleándose” por las “imprudentes políticas de apertura de fronteras de Kamala”, “inundando” la ciudad con “inmigrantes ilegales” criminales. Por una contribución de casi un millón de dólares para asistir al evento, el nivel más alto, a los donantes se les promete una “Experiencia Ultra MAGA”. El acto fue la primera vez desde el mitin nazi de 1939 en que el fascismo resuena abiertamente en el Garden.

Para Trump, como persona, fue más que eso. Representó su deseo profundo de ser amado por la urbe cuya admiración ha buscado y nunca obtenido. El traslado permanente y forzoso de Trump a West Palm Beach después de su fallido golpe de Estado de 2020 – 2021 no lo han transformado en un floridano feliz. Para un neoyorquino empedernido como el, Florida es para los retirados, la sala de espera de Dios para viejitos cansados. Mar-a-Lago, su refugio invernal, es un amargado palacio en el exilio.

El viaje “de regreso” de Trump a la Casa Blanca debía pasar necesariamente por Nueva York. No siente más que desprecio e indiferencia por Washington. Desprecia la política de otros, alardea de su ignorancia y detesta a quien haya intentado moderarlo, desde generales de cuatro estrellas hasta líderes republicanos del Congreso. El 6 de enero de 2021, mostró cuan poco respeto Trump tiene por la capital de EE. UU.

Trump planeó su noche en el Garden como el clímax de su gira “de regreso” a la Casa Blanca. Puede que haya sido presidente, pero nunca se sintió en la cima. El criminal Roy Cohn podía enseñarle cómo eludir la ley y congraciarse con la mafia, pero no podía guiarlo hacia la ansiada respetabilidad y admiración. Las payasadas de Trump, bajo la tutela de R. Cohn, lo convirtieron en uno de los personajes preferidos de los tabloides. Cuanto más sórdida era la narrativa sobre él, mayor la ilusión de Trump de que su imagen brillaba.

Trump sólo se ha sentido verdaderamente cómodo en su vieja Nueva York, tratando de “comprar su entrada” en la alta sociedad. La urbe lo rechazó. Se fue a la quiebra seis veces. No pagó por  el Trump Shuttle. Los bancos le negaron préstamos. Tuvo que vender su yate con el nombre de su hija. Su padre, que financió sus alocadas aventuras, tuvo que comprar fichas de apuestas ilegalmente para mantener a flote su casino en Atlantic City. Agredió sexualmente a docenas de mujeres. Cuando intentó rebajarle el pago a Frank Sinatra, este le dijo: «Vete al c.».

Ahora ha regresado a la urbe en una especie de “camino hacia la redención” o como lo llamaría el gran Alejo Carpentier “viaje a la semilla”. Hasta ahora, solo ha sido considerado responsable de sus enormes crímenes en Nueva York, desde difamación a agresión sexual. El juez en el caso E. Jean Carroll lo ha calificado de violador, declarado culpable, y se le ha ordenado pagar 83,3 millones de dólares en daños y perjuicios; se le ha declarado culpable de fraude financiero generalizado y se le ha ordenado pagar 364 millones de dólares por ganancias mal habidas; y condenado por 34 delitos graves de fraude financiero por pagos a cambio de silencio a una estrella porno, para no “ensuciar su imagen” en las elecciones de 2016.

Trump si pierde las elecciones, el próximo 5 de noviembre, culpará a los “comunistas”, a los judíos, a los “agentes extranjeros”, los “inmigrantes ilegales”, las minorías que “envenenan la sangre de EE. UU.” los LTBQ+ y otros que el siente no lo han apreciado suficiente. Los judíos no lo han “tratado bien” (sobre todo no le han donado a su campaña el dinero que de ellos esperaba) y el apoyo de ese grupo a los demócratas es una “maldición” para Trump.

Trump fue quien, el 2 de enero de 2021, telefoneó al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, en la que intentó intimidarlo para que cometiera fraude electoral y cambiara los resultados de la votación en el Estado. “Mira”, dijo Trump. “Lo único que quiero hacer es esto. Solo quiero conseguir 11 mil 780 votos, que es uno más de los que tenemos”. B. Raffensperger, se negó de plano. Desde entonces, Trump ha sido acusado en Georgia de fraude electoral, caso que estará en el purgatorio legal hasta después de las elecciones. Cuatro días después Trump incitó al asalto al Capitolio en un último esfuerzo por frustrar la certificación de la elección. “¡Cuelguen a Mike Pence (su vicepresidente ni más ni menos)!”

Ahora, los neoyorquinos sólo pueden preguntarse: ¿qué clase de candidato organiza un mitin de estilo nazi en el Madison Square Garden? Esa pregunta se responde con el nombre de Donald J. Trump. Recibió ovaciones de 20 mil asistentes y de muchos miles afuera que no pudieron entrar (muchos miles mas protestaban contra el fascismo en las calles aledañas), pero fue una celebración imaginaria, de unas decenas de miles, una gota de agua en un área metropolitana de más de 20 millones de habitantes.

Algunas de las frases de Trump durante el acto del MSG:

1. La pregunta de apertura de Trump a sus partidarios fue simple: «¿Están mejor ahora que hace cuatro años?». A lo que contestó un grito de ¡No! Por parte de los MAGA.

2. «Estoy emocionado de estar de vuelta en la ciudad que amo, con miles de patriotas estadounidenses orgullosos y trabajadores, están conmigo y estamos juntos, siempre hemos estado juntos»

3. También anunció un nuevo recorte de impuestos para quienes cuidan a familiares o seres queridos.

4. Se jactó del tamaño de la multitud, que dijo que podría haber llenado el MSG «diez veces».

5. Donald Trump habló durante aproximadamente una hora y veinte minutos en el Madison Square Garden, donde repitió su retórica violenta sobre los inmigrantes y sus oponentes políticos. Presentó a los demócratas como un partido estaba siendo dirigido por un «grupo amorfo» de personas poderosas. «Son inteligentes y despiadados, y tenemos que derrotarlos», dijo Trump, describiéndolos nuevamente como «el enemigo interno».

6. Trump cerró su mitin (antecedido por un maratón de discursos que pronunciaron comentarios racistas insultos vulgares y comentarios cargados de blasfemias), prometiendo su victoria y la venganza contra los “enemigos de America”

7. Como un botón de muestra de lo anterior, Tony Hinchcliffe, un comediante que fue uno de los primeros oradores, llamó a Puerto Rico una «isla de basura» en un contexto que también incluyó comentarios despectivos sobre los latinos en general, los afroamericanos, los palestinos y los judíos, entre muchos otros.

Por cierto en las elecciones de 5 de noviembre, Trump perderá tanto en la ciudad como en el estado de New York, por enorme margen, no importa cuantas “perretas” y mentiras diga. Aún peor, en suprema humillación, lo hará frente a Kamala Harris, una mujer negra.

No hay nada decidido aún, y este evento del Madison Square Garden no cambia significativamente la durísima disputa por los siete estados decisivos, (New York no es de ese grupo, es seguro demócrata) Lo que si establece es la segunda vez que el fascismo se manifiesta en la Gran manzana a ese nivel, en ambos casos como tragedia y farsa al mismo tiempo

Notas:

1. “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.” Karl Marx, al inicio de El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Hago una paráfrasis de la máxima hegeliana, completada por K. Marx.

Fuente: Cubadebate


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