Marisa Ruiz Asensio •  Opinión •  29/11/2017

La plaza mayor de Baza: lugar de fusilamiento durante la dictadura franquista

Los maquis o guerrilleros antifranquistas ocuparon los montes y serranías de toda España ocultándose de la guardia civil durante la dictadura franquista y fueron ejemplo de valentía y honradez a sus principios ya que no se doblegaron a las pautas de un régimen absurdo liderado por asesinos.

En Baza (Granada) fueron muchos los maquis que se escondieron en la sierra convirtiéndose en una verdadera pesadilla para la guardia civil, quien se ocultaba acechando por cada rincón hasta encontrarlos con el fin de dispararles a sangre fría y sin piedad para mostrar como trofeo su cuerpo sin vida a los habitantes de la zona. 

La guardia civil pasaba las horas por los montes de Baza investigando las guaridas de estos nobles justicieros, observando cada detalle e intentando hallar los escondites en los cuales los maquis vivían al margen de la sociedad, de una sociedad en la que imperaba el miedo y la sumisión. Era muy difícil encontrar los refugios de estos héroes  y casi siempre que los guardias lo hacían era porque alguien del pueblo que conocía los movimientos de los maquis se había chivado a cambio de dinero o cualquier similitud que comprara el silencio de la dignidad.

Los guardias actuaban como verdaderos sanguinarios, prendían fuego al refugio de los maquis  desde arriba por las bocaminas  esperando en la puerta para atacarlos a su salida, algunos eran tiroteados y otros simplemente eran torturados y atados para llevarlos arrastrando hasta la plaza mayor del pueblo  situada en el centro, donde hoy se encuentra el museo y el ayuntamiento. Una vez que estaban en la Plaza se avisaba a todos para que asistieran al deplorable espectáculo que iba a suceder horas más tarde y que sería un ejemplo claro de la política que lideraba este país. Una vez que casi todos los habitantes se habían reunido era hora de la sentencia y la guardia civil se disponía a seguir las órdenes dictadas por un genocida sin escrúpulos que no permitía que nadie pensara diferente a él.

Al anochecer la plaza se vestía de luto, un silencio sepulcral era el protagonista de un frio emplazamiento en el que se podía respirar el miedo y la indignación de muchos, los prisioneros se encontraban en medio de la plaza atados y golpeados  pero para ellos era preferible la muerte antes que acatar las órdenes de un dictador y sus «perros falderos´´,  los habitantes se miraban unos con miedo y otros con sensación de triunfo pero todos de forma impactante, la guardia civil actuaba cual verdugo está a punto de robar la vida a quien solo cometió el delito de defender la libertad y la justicia y mientras los representantes de la iglesia cruzaban sus manos y miraban al cielo dando gracias a un falso dios por haber capturado a los que suponían una amenaza contra un régimen podrido se escuchaban los tiros, esos tiros que una vez más suponían la muerte de la Democracia en este país.

Cuando la sangre de los valientes maquis manchaba de rojo el suelo de la Plaza Mayor muchos empezaban con las risas y los cantes, con los bailes encima de los cuerpos sin vida de los nobles justicieros, con las miradas de complicidad que no eran más que un pacto con la corrupción y la injustica,  y a la misma vez que la alegría para muchos era protagonista también había quien no podía resistir a romper en llanto viendo que España se había convertido en un infierno liderado por verdaderos psicópatas que disfrutaban con la muerte de la inocencia.

Año 2017: Estamos a la espera de que aparezca la Democracia que se nos robó cuando le arrebataron la vida a cada uno de los nuestros, cuando cada tiro suponía una muerte injustificada, cuando cada risa no era más que la mueca diabólica de criminales arrogantes y carentes de cordura.

*Ramón García Piñeiro: «Contra un sistema genocida y brutal como el franquismo, el uso político de la violencia es legítimo y honorable»


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