Germán Gorraiz López •  Opinión •  28/02/2023

El silencio de los corderos europeos

Hermann Hesse en su libro «El lobo estepario» (Der Steppenwolf,1.927), plasma el sentimiento de angustia, desesperanza y desconcierto que se apoderó de la sociedad europea en el período entre-guerras y es un lúcido análisis sobre la locura de una época en la que agoniza lo viejo sin que haya nacido lo nuevo. En dicha obra critica mordazmente la sociedad burguesa ( «la decadencia de la civilización»), dictadura invisible que anula los ideales del individuo primigenio y le transforma en un ser acrítico, miedoso y conformista que sedado por el consumismo compulsivo de bienes materiales pasa a engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable.

Así, Hesse define al burgués como «una persona que trata siempre de colocarse en el centro, entre los extremos, en una zona templada y agradable, sin violentas tempestades ni tormentas. Consiguientemente , es por naturaleza una criatura de débil impulso vital, miedoso, temiendo la entrega de sí mismo, fácil de gobernar. Por eso ha sustituido el poder por el régimen de mayorías, la fuerza por la ley y la responsabilidad por el sistema de votación. Es evidente que este ser débil y asustadizo, aun existiendo en cantidad tan considerable no puede sostenerse solo y en función de sus cualidades no podría representar en el mundo otro papel que el de rebaño de corderos entre lobos errantes…».

Dichas reflexiones siguen vigentes casi un siglo más tarde, pues la desbocada inflación y la crisis ucraniana han lastrado las economías lo que ha implementado el estigma de la incertidumbre y la incredulidad en una sociedad inmersa en la cultura del Estado de Bienestar del mundo occidental.

Dicha incertidumbre derivará posteriormente en un shock traumático al constatar las sociedades occidentales el vertiginoso tránsito desde niveles de bienestar hasta la cruda realidad de la pérdida del trabajo y posterior desahucio, inmersión en umbrales de pobreza y dependencia en exclusiva de los subsidios sociales, por lo que se antoja inevitable un proceso de catarsis y posterior metanoia colectiva.

El término Metanoia (del griego μετανοῖεν, metanoien), sería «un enunciado retórico utilizado para retractarse de alguna afirmación realizada y corregirla para enfocarla de la manera adecuada a un nuevo contexto «,lo que traducido a la actual coyuntura socio-económica, se traduciría como «transformar la mente para adoptar una nueva forma de pensar, con ideas nuevas, nuevos conocimientos y una actitud enteramente nueva ante la irrupción del nuevo escenario socio-económico «.

Ello conllevará la doble connotación de movimiento físico (desandar el camino andado) y psicológico (cambio de mentalidad tras desechar los viejos estereotipos económicos vigentes en la última década) y que tendrá como efectos benéficos la liberación de la parte indómita del individuo primigenio ( el lobo estepario) que ha permanecido agazapado en un recodo del corazón, sedado y oprimido por la tiranía de la manipulación consumista de la actual sociedad burguesa occidental.

Sin embargo, gracias a la interactividad que proporcionan las redes sociales de Internet (el llamado Quinto Poder que enlaza y ayuda a la formación de las identidades modernas), se estaría rompiendo el endémico aislamiento y pasividad del individuo sumiso y acrítico de las sociedades consumistas occidentales.

Así, estaría ya surgiendo un nuevo individuo reafirmado en una sólida conciencia crítica y sustentado en valores caídos en desuso como la solidaridad y la indignación colectiva ante la corrupción e injusticia imperantes y que bajo el lema «prohibido prohibir» generará un tsunami popular de denuncia del déficit democrático, social y de valores de la actual élite dominante.

Asimismo, instaurará el caos constructivo que logrará diluir el opiáceo inhibidor de la conciencia crítica (consumismo compulsivo), no siendo descartable la reedición del Mayo del 68, el hundimiento del castillo de naipes mercantilista de la actual Unión Europea, el retorno a los compartimentos económicos estancos y el posterior diseño cartográfico de la nueva Europa en el horizonte de la próxima década.


Opinión /