Rafael Fenoy Rico •  Opinión •  24/12/2021

Nueva ley de la FP ¿En un mundo sin trabajo?

Un reciente titular dice así: “Sindicatos y centros aplauden la nueva ley de FP que continuará su trámite en el Senado” Algún sindicato ha llegado a calificarla de “ ambiciosa». El jueves 16 de diciembre el congreso aprobó el borrador de una nueva Ley de Formación Profesional (FP) que seguirá su trámite en el Senado, se supone sin mayores problemas. Más allá de las multiples valoraciones que desde el ámbito político-sindical se han realizado, la cuestión de fondo es si el actual mercado de trabajo, en constante y acelerada transformación precisa de una nueva ley al uso.  Analizar lo que está ocurriendo en el complejo entramado económico de una economía globalizada, para proyectar a unas pocas décadas que profesiones se precisan parece que no se hace. Y sin esta prospectiva se llevan décadas sin  reconducir el ritmo de destrucción de empleo que parece imparable, de suerte que se está formando a millones de personas para un desempleo seguro.  Cuando llega la juventud al mercado de trabajo resulta que lo que no hay es “trabajo”.  Y si esto es así, y lo confirma que el desempleo afecta a más del 50% de la gente joven ¿para qué una Nueva ley de Formación Profesional? 

Tanto la tecnificación cada vez mayor, de todos los sistemas productivos y de los sectores de servicios y telecomunicaciones, como el que ya no saben que inventar para que los robots hagan de todo sustituyendo a los seres humanos. La necesidad de mano de obra humana cada vez está más en entredicho.  Además se asiste, y sin rubor, al uso laboral de la mismísima clientela y también de la ciudadanía, en forma de mano de obra “voluntaria” y gratis. El slogan “hágalo Vd. mismo”, mediante instrucciones tales como: Rellene el formulario, sáquese el certificado digital (¡es por su seguridad!) Haga las transferencias, aporte todos los datos, recoja digitalmente los certificados, las notificaciones, pague sólo por pasarela virtual impuestos, multas facturas… Resultando innecesaria la presencia de personas trabajadoras para atender a la clientela o a la ciudadanía en sus relaciones impuestas con las administraciones publicas. Con estas dos grandes variables se dibuja un panorama donde la pregunta fundamental es ¿Quién va a encontrar un puesto de trabajo digno?

Y sin embargo algunos dirán, desde el mundo empresarial y gubernamental, que es imprescindible la formación laboral, que hacen falta muchas personas cualificadas para desempeñar tareas muy, pero que muy específicas… Desde hace décadas se ha venido  denunciando que la introducción de nuevas tecnologías produciría destrucción masiva de empleos y siempre se ha respondido que siendo esto cierto también se generarían nuevos empleos que sustituirían a los destruidos.  Confirmada está la falsedad de esta respuesta y sólo queda reducir el tiempo de trabajo para que el que aún queda para las personas se reparta y todas tengan oportunidades de vivir dignamente. ¿Por qué no se hace?

Los gobiernos no se atreven a declarar la banca rota del mercado de trabajo humano. Además el entramado de las empresas dedicadas a la formación de futuros parados en masa presiona para que este sector de la FP continúe su ilógica marcha, porque la lógica del modelo económico capitalista reside en amasar beneficios a costa de lo que sea. Si hay que tecnificar y robotizar, lanzando al paro a millones de seres humanos, eso es lo que toca. De donde sacar mayor beneficio que de dejar de pagar a las personas trabajadoras por innecesarias. Y no los necesitan porque mediante las tecnologías de la comunicación han virtualizado multitud de procesos que ahora de forma obligada voluntariamente realizan sus propios clientes y usuarios de servicios públicos, o los robots.

¿Para que van a tener personas que atiendan llamadas de teléfono o recepciones a otras personas si los sistema automáticos, reproducen la voz humana o grabaciones infinitas…? ¿Para qué tener contratadas personas que atiendan las necesidades de otras prestándoles la debida atención y ayudándoles incluso a formular adecuadamente sus necesidades? Y si ya no se precisan tantas personas, ¿por qué no se acortan las jornadas de trabajo y se contrata a más personal?

Antes que una nueva ley de FP se debe regular el mercado laboral. Porque sin esa reparto del trabajo y la riqueza tampoco funcionará ninguna nueva ley de FP. 


Opinión /