Fabrizio Casari •  Opinión •  23/04/2020

Nicaragua, modelo contra pandemia. La salud comunitaria y popular de la experiencia sandinista.

Un gran silencio se percibe entre la prensa internacional privada acerca de las respuestas frente a la pandemia del Coronavirus, por ahora de alto éxito en gobiernos de izquierda que resultan incómodos para la hegemonía neoliberal y estadounidense en nuestra América: Cuba, Venezuela, y Nicaragua. Una muy baja tasa de contagios y muertes en los tres países son una realidad prácticamente no difundida por los medios de comunicación dominantes, mostrando una vez más el muy marcado sesgo y manipulación de sus coberturas informativas sobre estas tres experiencias referenciales para las izquierdas de nuestro continente. En estas semanas hemos venido compartiendo numerosos textos sobre estas tres experiencias, que recopilamos nuevamente al final de esta nueva nota, esta vez publicada por el periodista y escritor italiano Fabrizio Casari.
 
Nicaragua, modelo contra la pandemia.
 
Nueve casos de Corona virus, 6 de ellos se han recuperado, dos están en tratamiento y uno ha fallecido. Este último había venido de los Estados Unidos ya enfermo y con un cuadro clínico seriamente comprometido. Estos datos, aunque susceptibles a ligeras variaciones, son extraordinariamente únicos en el panorama mundial y deberían hacer de Nicaragua y su modelo de salud, basado en la dimensión social igualitaria y comunitaria, un caso a estudiarse.
 
El Presidente de Nicaragua, el Comandante Daniel Ortega, en una intervención pública transmitida en redes unificadas, explicó la forma en que Nicaragua se ha librado y maneja la batalla contra la pandemia. El gobierno ha adoptado las directrices internacionales y los protocolos indicados por la OMS, adaptándolos sin embargo a su realidad social, económica y territorial.
 
Al respecto, recordó el Presidente Ortega, el gobierno no se lanzó en una embestida, cerrando por completo el país para contener la propagación del virus, porque alrededor del 70% del PIB se genera por la distribución y venta de productos alimenticios sin los cuales se habría determinó el colapso económico de la nación y, por lo tanto, de su gente. La mayor parte de la producción de nicaragüenses está de hecho vinculada a las actividades rurales y una gran parte de su población vive de siembra, cosecha y venta de productos agrícolas. Combatir la posible propagación del virus con una muerte segura por inanición no parecía una gran idea. Por otro lado, se garantizó la producción y distribución de bienes básicos, en primer lugar los alimentos, que representan la garantía de estabilidad del país. “El pueblo nicaragüense –subrayó el Comandante Ortega– acostumbrado a cualquier tipo de dificultad, tragedia, bloqueo, sabe trabajar la tierra como ningún otro y nunca morirá de hambre”.
 
El gobierno ha adoptado un criterio de intervención progresiva, dando lugar a una serie de medidas de precaución, que han reducido los tipos de actividades permitidas pero sin negar el derecho al trabajo y a la circulacion. Extensión de una semana del período de vacaciones de Pascua para escuelas y universidades, medidas preventivas en el sector público, control de puntos fronterizos aéreos, marítimos y terrestres; restricciones a la entrada de extranjeros al país. Acostumbrado a lidiar con epidemias típicas de áreas tropicales y desastres naturales y con una población 100% vacunada, consciente de la extrema utilidad de la información correcta, ha invertido en la prevención y, por lo tanto, también en la comunicación directa a su gente sobre el comportamiento a seguir. Lo hizo a través de medios tradicionales y redes sociales y con brigadas de voluntarios coordinados por el Ministerio de Salud, quienes se fueron de casa en casa, incluso en los lugares más remotos, para informar sobre la profilaxis a seguir, las conductas a adoptar, los síntomas a detectar y procedimientos a observar. 2 millones 843 mil visitas directas a un país con poco más de 6 millones de habitantes.
 
Un método, el de las brigadas enviadas a todas partes del país, que desde la primera campaña de alfabetización de 1980 hasta hoy, representa la esencia del enfoque cultural, paradigmático se puede decir, de la relación entre sandinismo y pueblo nicaragüense: el ciudadano va a las instituciones pero ellas también van por el ciudadano. En salud, el esquema adoptado responde a la descentralización de los servicios médicos en todo el país, la construcción de hospitales en cada provincia, centros de tratamiento y asistencia médica que cubren todo el territorio y sirven a toda la población.
 
Al igual que con la asistencia y la educación, el principio fundamental de la política de salud es la total gratuidad del servicio. En trece años de gobierno sandinista, se han construido 13 hospitales perfectamente equipados que elevan el número total a 73. El pais cuenta hoy con 143 policlínicas, 1343 instalaciones médicas y 5806 casas destinadas a recepción. Se construyeron 70 centros de terapia para el dolor, 178 hogares para asistencia a mujeres embarazadas y 91 instalaciones para personas discapacitadas. Se construyeron y equiparon cinco centros especializados y un laboratorio de citogenética y diagnóstico prenatal y está en funcionamiento un laboratorio de ingeniería biomolecular (solo México tiene otro en el área) como resultado de la cooperación con Rusia. Se compraron 404 ambulancias, incluidas seis acuáticas, y un acelerador lineal, único en toda América Central, está disponible para todos los pacientes con cáncer.
 
Salud, educación, asistencia, sustentamiento directo e indirecto. El modelo es igualitario, libre, comunitario. El conjunto de estas políticas, que favorecen las condiciones materiales de las clases populares en paralelo con la modernización y el desarrollo económico del país, representa la esencia pura de las políticas socioeconómicas del gobierno sandinista. Un dibujo sustancial de su modelo que radica en su soberanìa absoluta y indrpendencia y se hace sistema.
 
¿Dónde estaba el Presidente Ortega?
 
La ausencia de cámaras y cuadernos del presidente Ortega había llevado a sectores de la prensa extranjera a cuestionar su destino. No había aparecido en público durante más de un mes y, por sugerencia de los golpistas nicaragüense, periódicos de diferentes países habían presentado hipótesis, formulado esperanzas, inventados teorias. Muerte? Enfermedad? Renuncia? Improvisados Sherlock Holmes se convencieron de que el presidente es un fenómeno escénico, con focos y expresiones a favor de cámaras.
 
La oposición pedía al Presidente que hablara con la nación: una praxis solemne que quería demostrar que Nicaragua està en medio de una tragedia ingobernable y que las medidas draconianas tienen que darse (pero si las hubiera aplicado, habrían gritado por la represión ndr). Nada que tenga que ver con la situación real. La solicitud de bloquear el país fue un intento de levantar pánico, generar caos y producir un dramático empobrecimiento masivo de la población. Al menos la que necesita trabajar para vivir, ciertamente no la que mantienen los organismos estadounidenses siempre que desestabilice al país.
 
Hasta ayer, el Comandante Ortega no decidiò aparecer frente a las cámaras por varias razones. Un presidente que habla al país en redes unificadas es una medida que rara vez se ha adoptado durante los 13 años de presidencia: proponiéndola en una situación de atención y alarma pero sin crisis, habría tenido el efecto de confirmar el drama que quieren dibujar los golpistas para sus propósitos políticos. La disciplina y el orden en que se respetan las indicaciones del gobierno le dan la razón al Comandante: la batalla contra la pandemia tiene resultados excelentes, todo està bajo control y no hay motivo de pánico. Además, el trabajo de mando y coordinación que el Comandante no necesita ser ilustrado por cámaras y no hay defectos de transparencia: los informes diarios a la población son difundidos por la Vicepresidenta Rosario Murillo y por el Ministerio de Salud.
 
No fue esto el único intento de los golpistas de generar zozobra: pidieron que se les diera a los centros de salud privados la gestión de las pruebas sometidas a un rechazo obvio. El objetivo era inventar números apocalípticos de pacientes para generar pánico interno y colocar al gobierno en confrontación con la comunidad internacional. Utilizan el hastag internacional quedate en casa, pero es para lo demàs: ellos se filman en fiestas y en las playas. Y quedarse en casa no se aplica, por supuesto, a sus cocineros, camareros, jardineros, conductores y escoltas.
 
Dicen que Nicaragua es peligrosa, pero los que huyeron después del intento de golpe de estado del 2018 están regresando: tal vez les resulta más peligroso quedarse en Costa Rica. Hasta el embajador estadounidense Sullivan lo testifica, quien en lugar de regresar en los EE.UU. eligió quedarse en Nicaragua para que su esposa pudiera dar a luz. Alvarez, el mas bruto de los obispos somozistas, anunciò que estába estableciendo un centro dirigido por su parroquia para el diagnóstico y tratamiento de Covid: se le prohibiò y la propia Conferencia Episcopal lo ha convocado para reprocharlo de una iniciativa tan ridícula. El Cosep, la asociación de los empresarios (asì les encanta llamarse al latifundo oligarquico ndr), por su parte recuerda la profundidad ética de la que se jacta: dice que contribuye a la batalla contra la pandemia, pero no saca un dólar y promueve la recaudación de fondos de otros. En resumen, los ricos no gastan, a lo mejor cobran algo.
 
En su discurso, el presidente Ortega, como siempre, no respondió a los insultos de los golpistas: el desprecio se ejerce con el silencio. Solo aprovechò la ocasion para informar que los hospitales, las ambulancias y los centros de salud destruidos y quemados por los mismos golpistas en el 2018, ya han sido completamente recuperados. No está en el carácter del Comandante ironizar públicamente sobre la imagen ridícula que caracteriza globalmente a los vendepatria y, en fin, un estadista mira hacia arriba, donde las cucarachas no vuelan. En cambio, lanzó otro llamamiento al mundo de los poderosos para convertir el gasto militar en gasto social, recordándole a Trump que a nada sirve tener armas de distruciòn masiva si el país más poderoso, económica, política y militarmente, no logra proteger a sus ciudadanos.
 
En resumen, este es el relato de la Nicaragua de hoy. Hay un Presidente como Daniel Ortega, que se preocupa por su pueblo y un gobierno que implementa políticas que deberìan tomarse como modelo, dados los resultados. Y hay una oposición ridícula que, única en el mundo, expresa la esperanza de un contagio masivo para generar caos y reducir el consentimiento del gobierno. Pero solo los estupidos y los de mala fè prestan atención a lo que dicen y hacen. En el desarrollo dramático de una batalla internacional entre la ciencia y la pandemia, entre el abandono y el buen gobierno, el business de la minoria y los intereses populares, el escenario es serio. Y los payazos no encuentran espacio.

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