Narciso Isa Conde •  Opinión •  22/01/2019

Del Estado delincuente al narco-Estado

En días recientes tuvo lugar el asesinado en ajuste de cuenta  de un coronel de la Policía Nacional mientras inspeccionaba un Punto de Distribución de Drogas de las redes del micro-tráfico y el hecho ha destapado, nueva vez las profundas conexiones entre las bandas civiles y policiales que operan ese negocio ilícito.

De seguro este tipo de fenómeno tiene lugar, con características similares, en otros países del área donde se conjugan los puentes de suministros continentales, mercados locales y complicidades estatales y empresariales en el gran negocio de las drogas.

El hecho que hoy analizamos se produjo en la ciudad de Baní, cuna del  dominico-cubano Libertador de Cuba Máximo Gómez, situada al sur de nuestra isla de cara al Mar Caribe.

Las denuncias colaterales han mostrado tal podredumbre del cuerpo policial y de autoridades civiles al  extremo  de obligar al taimado y silencioso presidente dominicano a tratar con cierta extensión ese escabroso tema.

Al referirse a la narco-gangrena que brotó con  la encerrona al coronel  Daniel Ramos en ese punto de droga, el presidente Medina evadió el bulto y obvió responsabilidades de calibre y procesos de alta gravedad.

Ni son solo situaciones al margen del gobierno como él insinúa, ni  este país realmente se combate la narco-delincuencia, ni las causa fundamental son los aviones repletos de ex-convictos traídos de EEUU.

Mi punto de partida es que no trata de  algo propio de Baní.

Es un mal que afecta  todo el país, una situación generalizada en el Estado y más allá, a todo lo ancho y largo del territorio.

La verdad es que entre Estado delincuente y narco-Estado hay solución de continuidad.

Aquí todas las variantes de corrupción están mezcladas (civil, militar, política, policial, empresarial, micro, macro, común y estatal…) al punto extremo que cuando se habla del rol de los órganos encargados de prevenir, perseguir y sancionar delitos, puede afirmarse, sin temor a fallas,  que la delincuencia en el poder, como suma de mafias diversas, no puede combatir la delincuencia inserta en la sociedad, porque “delincuencia no elimina delincuencia”.

La secuencia de la descomposición de la policía nacional y organismos creados disque para combatir el tráfico y consumo de drogas ilícita, es inocultable y revela la degradación sistémica.

En 1985 la putrefacción del Departamento de Narcótico de la Policía Nacional-PN, dirigido por  el coronel Decartes Pérez con  participación del entonces Capitán Daniel Ramos (recientemente asesinado), bajo la jefatura del general Payano Rojas y los altos oficiales Dante Galán, Gómez Quezada y Rodríguez Ortiz, fue aprovechado por EEUU y su DEA para formar la  DORECCIÓN NACIONAL ANTI-DROGA (DNCD) al margen del cuerpo policial.

Pero con la DNCD bajo esa tutela ha pasado algo peor que con el Departamento disuelto.

Abundan denuncias de la conversión de ese mecanismo en un multi-mega cartel bajo diferentes jefaturas, la mayoría de ellas procedentes de la Marina de Guerra, vinculados a la inteligencia estadounidense; mientras que la Dirección Anti-narcótico-DICAN, bajo control de la PN, fue restablecida hace unos años para devolverle a esa institución una parte del negocio y compartir la narco-corrupción estatal con la DNCD..

La supuesta persecución al macro y micro-tráfico de estupefacientes es una sumatoria de negocios en el que participan políticos de alta jerarquía, jefes militares, funcionarios y empresarios relacionados con fronteras terrestres y marítimas; cada quien con sus carteles preferidos y sicariatos insertos en instituciones civiles y militares.

La secuencia de escándalos tipo carteles de Quirino Ernesto Paulino), Figueroa Agosto, Toño Leña,, Nelson Lozano (todos éstos extraditados a EEUU y secuestradas las informaciones pertinentes), operación como las del empresario español Del Tiempo Márquez (apresado en Barcelona), la de Paya, los tráficos por Portillo, Punta Cana, Casa de Campo, aeropuertos estatales y privados… los financiamientos a candidatos, control de fiscales y jueces, socios en el Congreso, con denunciadas conexiones a alto nivel civil y militar  fotos incluidas como testimonios), muestran la magnitud de la podredumbre. Y todo eso lo conocen muy bien, e incluso apañan, presidentes de turnos, incluido el actual.


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