Níkolas Stolpkin •  Opinión •  19/07/2020

¿Es factible la obligatoriedad de una vacuna contra el COVID-19?

Lo que al principio parecía ser una broma, al final terminó siendo lo más parecido a una obra de ciencia ficción. De la burla inicial terminamos protegiendo nuestras vías respiratorias, entregados a la obediencia y a la resignación. No se tenía más opción.

Lo interesante fue ver cómo en ciertas partes la masa crítica de convulsiones sociales fueron poco a poco cayendo en las redes del miedo. De no creer en nada pasaron a creer en todo. Y no era para menos: las noticias que se escuchaban constantemente de China, Italia y España no eran muy positivas. Los Medios hablaban de miles y miles de muertos en un solo día.

Pero… ¿cómo se hizo para que una multitud crítica hacia sus autoridades pasaran a poner mucha atención a los mismos? 

La respuesta únicamente podría estar en el papel que comenzarían a desempeñar los Grandes Medios de Comunicación en todo el mundo y que nuestros medios dependientes debían fielmente replicar. Toda una orquesta se organizaba a nivel global para que todos sintonizaran en la misma frecuencia. Los gobiernos que no sintonizaran eran puestos en el ojo de la crítica.

Explotación del miedo

La explotación del miedo constante comenzaría poco a poco a surtir efecto. Tal sería el éxito, que comenzarían después a «resucitar» hasta los «muertos». Todo lo que oliera a muerte debía ser puesto en la parrilla. De la frase «miente, miente que algo queda» se pasaría a transmitir «miedo, miedo que algo queda».

La «pandemia» comenzaría a ser algo parecido a un pedal de distorsión. Y ahora todo lo que antes podría haber pasado desapercibido, ahora cobraba significativa notoriedad. Todo el mundo ahora se moría por COVID-19 o bien se «sospechaba». Las demás muertes comenzarían a no importar. La idea era mantener un ambiente de miedo constante y que las personas no tuvieran tiempo ni de respirar. 

Hoy el miedo se mantiene como si se tratara de una sección de tortura por ahogo. Se les ahoga en el miedo y al poco andar se les hace respirar cierta «esperanza». Los Grandes Medios en conjunto con sus redes sociales bombardean muerte hasta la saciedad para llevarnos periódicamente a la esperanza.

Debería llamarnos la atención la cantidad de «substitutos» que rodean a la «estrella madre» del COVID-19. Tal como si se tratara de un producto que se necesite vender, el miedo termina siendo comprado por distintos tipos de público. 

Meteoritos, terremotos, «fin del mundo», nuevas amenazas, o nuevos virus, han pasado a ser como si se trataran de cuerpos alrededor del COVID-19, sumado a las «fake news» y «teorías conspirativas», que han pasado a formar parte de su órbita para aumentar el grado de confusión o tensión.

El constante bombardeo mediático pareciera que nos hiciera olvidar la naturaleza de los Grandes Medios de Comunicación, las funciones que cumplen y a qué manos pertenecen.

Las cifras diarias de infectados y muertes por COVID-19 parecieran ser parte de una orgía para ir renovando día a día el miedo, o para ir señalando a países con mal desempeño como si se tratara de una carrera de «Fórmula 1» frente a los demás.

Los «nuevos brotes» o «peligrosidad del virus» serán parte del escenario del terror para adoptar medidas más draconianas en contra de nuestras libertades. Cifras menores serán aún más distorsionadas.

¿La prolongación del miedo es la forma para ir cambiando las opiniones desfavorables a una vacuna obligatoria?

Apagar o ignorar los Medios pareciera ser lo más sano y sensato hacer para estar «vacunados» contra el miedo. Y las Redes Sociales no se quedan atrás.

Censura

La crítica a la «verdad» es sentenciada como un enemigo al relato oficial. Silenciadas o censuradas si son creíbles; ridiculizadas, si constan de poco o nulo fundamento.

Es interesante ver cómo hoy la censura está funcionando en tiempos de COVID-19. Las Redes Sociales que en un principio se jactaban de la «libre expresión», poco a poco comenzarían a adaptarse al relato de lo «políticamente correcto» hasta convertirse hoy en dueños prácticamente de lo que es la «verdad» o lo que es «correcto», e imponerlo a los demás.

Si pudiéramos poner atención a la censura de las Redes Sociales nos podríamos encontrar que voces «creíbles» y «expertas», contra el relato oficial, suelen ser censuradas y voces «inexpertas» suelen ser ridiculizadas.

¿Es inverosímil la obligatoriedad de una vacuna contra el COVID-19?

Las declaraciones pasadas, por ejemplo, del «filántropo» norteamericano Bill Gates con respecto a que se volvería a la «normalidad» después de que la población mundial «toda» sea vacunada, no hay que menospreciarla. Bill Gates junto a la fundación «Bill y Melinda Gates» son el principal financista privado de la OMS. Lo que hace que cada opinión del «filántropo» tenga cierto peso.

Entonces no hay que subestimar tales afirmaciones, ni descartar ciertos rumores que los Grandes Medios gustan ridiculizar o bajarle el perfil.

Los rumores de que podríamos ser vacunados obligatoriamente, cada día parecieran cobrar mayor fuerza. Y todo parece indicar que nos podríamos estar dirigiendo a ese posible escenario.

Veamos el por qué.

La obligatoriedad declarada en algunos lugares en «desescalada» sobre el uso de la mascarilla y sus quizá correspondientes multas al no usarlas, sumado ahora a las declaraciones de ciertos expertos o autoridades de la OMS de que en la situación actual será «difícil la erradicación del virus», que el virus «estará con nosotros por mucho tiempo», o que «el mundo no volverá ni puede volver a ser como eran las cosas»…Todo aquello nos podría estar dando señales de una preparación para lo que podría venir después.

¿Cómo hacer obligatorias las vacunas contra el COVID-19?

Primeramente, puede ya estar la posibilidad de que existan leyes que permitan su obligatoriedad en casos excepcionales o puede que se produzcan leyes express que salgan con «urgencia» debido a la situación particular.

Si damos por hecho de que el virus, según la OMS, estaría supuestamente con nosotros por mucho tiempo, cuando llegue tal vacuna no habría mucha resistencia a su obligatoriedad, ya que el estar vacunado me eximiría de usar una incómoda mascarilla o me eximiría de ciertas restricciones incómodas.

Pero… ¿qué otras formas podrían empujar a la obligatoriedad de una vacuna contra el COVID-19? 

Por ejemplo, se podría exigir en los trabajos una «certificación de vacunación», exigirla al momento de viajar, incluso al hacer un simple control de identidad, siendo multadas o amonestadas aquellas personas que no estuvieran vacunadas por representar un «peligro para la salud pública». ¿Qué trabajo no querría funcionar al exigir a sus trabajadores una certificación de vacunación? ¿Qué empresa aérea se podría rehusar a que sus pasajeros presentasen, como requisito para viajar, un certificado de vacunación? ¿Qué ciudadano querrá ser multado o amonestado por no traer consigo su certificado de vacunación?

En cuanto estemos frente a una vacuna «efectiva» o con cierto «éxito» probado, no será muy difícil imponer su obligatoriedad. La gente está agotada de la situación y necesita volver a su normalidad, a sus trabajos o recuperar lo que ha perdido. ¿La vacunación obligatoria será el precio a pagar por lo que perdimos?

Los Medios y la «Pandemia» 

El rol jugado por lo Medios en las últimas décadas ha sido fundamental en conjunto con ONGs y los «think tank» para la globalización de normas aparentando cierto «desarrollo» o «adelanto» dentro de las sociedades en las que vivimos. La diferencia ahora es que los Medios han pasado de lleno a vendernos el producto y, su constante propaganda en conjunto con las nuevas políticas gubernamentales, han ido poco a poco doblegando a una sociedad cansada y agotada.

Para la anterior «pandemia» (2009) de la «Gripe Porcina» (H1N1), si bien los Medios de Comunicación ayudaron mucho en conjunto con los gobiernos para instalar cierto miedo a nivel global, en su momento no se tuvo el coraje para detener las economías, cerrar las fronteras e instalar cuarentenas obligatorias; o bien, simplemente no se les había ocurrido tan «brillantes» ideas o el virus no revestía amenaza significativa. 

Globalización de la vacunación

La presente globalización permitiría ejercer cierta presión en nuestros países para implantar la obligatoriedad de una vacuna contra el COVID-19. Todos hemos sido testigos de cómo esa «globalización» ha ejercido presión respecto a cierta independencia política que se pudiera ejercer en determinados países o cómo ciertos países han implementado las «recomendaciones» de un órgano global como la OMS, gobernado por intereses de grandes potencias occidentales y por grandes intereses particulares.

«Globalización» que permitiría que las vacunas sean desarrolladas en Occidente por las potencias más desarrolladas y avaladas por la OMS. De ninguna forma las potencias desarrolladas de Occidente, en conjunto con la OMS, podrán avalar y dar crédito a las vacunas que puedan desarrollarse en potencias ajenas a sus intereses, tales como Rusia o China. Todas aquellas vacunas que no nazcan en Occidente las pondrán en duda y para eso tienen a su disposición una gran maquinaria propagandística. Europa y América únicamente habrán de dar licencia para circular a aquellas vacunas que sean producidas dentro de sus grandes potencias regionales.

Interrogantes

¿Cuál es el afán por globalizar también el miedo en la población? ¿Cuál es el objetivo de mantener a los pueblos en un ambiente de constante miedo? ¿El comportamiento actual de los Medios es producto del azar o su «independencia»? ¿Se busca tener una respuesta única a un problema global, tal como lo plantea Angela Merkel, canciller federal de Alemania? Cuál será esa «respuesta única», ¿una vacuna obligatoria? ¿Tendremos disponibles una «vacuna única» o habrán diversas vacunas? Disponibles las vacunas, ¿se podrá elegir entre las que estén permitidas?

@NStolpkin


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