Antonio Pérez Collado •  Opinión •  18/06/2025

Homenaje a Valentín González para recordar que somos clase obrera

Este 25 de junio hace ya 46 años de la muerte de Valentín González, joven trabajador afiliado a la CNT que fue asesinado por la policía durante la huelga del Mercado de Abastos de Valencia en 1979. Como viene siendo habitual, el próximo 25-J también nos juntaremos en el lugar en que cayó abatido el compañero por el impacto de una pelota de goma disparada a quemarropa. Lo hacemos todos los años porque en la figura y el recuerdo de Valentín queremos reivindicar y homenajear a todas las víctimas de la represión durante una etapa de nuestra historia, la Transición, que fue menos idílica de lo que los libros empiezan a contar a las generaciones más jóvenes.

Precisamente está pensando en la gente que no vivió aquella dura pero esperanzadora época que el homenaje de Abastos adquirió todo su sentido. Como nos recuerda el ejemplo de Valentín y de otras 270 víctimas de la violencia policial y de grupos de ultraderecha entre 1975 y 1983, la desaparición de Franco no trajo la libertad y la democracia que nos dicen los políticos, sino que fueron todas las luchas de la clase trabajadora las que lograron arrancar esos valiosos derechos y servicios sociales que ahora volvemos a perder a manos de un capitalismo voraz e insaciable.

Como recordamos todos los años -porque consideramos necesario mantener viva y activa nuestra Memoria Histórica- lo más emotivo de aquel aciago día del recién estrenado verano de 1979 fue la rotunda respuesta de solidaridad y condena que dio la inmensa mayoría de la sociedad valenciana, muy especialmente toda la clase trabajadora y sus sindicatos. Sí, porque la totalidad de las organizaciones obreras convocaron una huelga general que realmente fue eso, general. Sin abusivos servicios mínimos del 80%, sin sindicatos que se descuelgan porque no es el momento, sin trabajadores que hacen esquirolaje porque tienen muchas letras o mucho miedo, sin la ausencia de esos profesionales que ahora se consideran clase media y se limitan a seguir alguna huelga de tipo corporativo…

Aquellos días todo el mundo se sentía compañero de Valentín González y de la lucha de la colla de Abastos para cobrar los atrasos que la empresa les debía. En la huelga del 27 de junio y en la manifestación multitudinaria en que se convirtió el entierro (casi medio millón de personas) estaban las enfermeras junto al personal de limpieza del hospital, los taxistas con los conductores de autobús, los barrenderos al lado del profesorado, carteros y funcionarias, obreros de las grandes empresas y de las pymes de los polígonos. Una misma clase trabajadora y un mismo grito de dolor y rabia.

Hoy ya no se vive con la misma convicción y orgullo la pertenencia a esa clase social que ha cambiado la historia y ha mejorado las condiciones de vida y las libertades de las personas y los pueblos. Muchos trabajadores -con independencia de que cobren lo justo para llegar a fin de mes y vivan en un piso de 75 metros cuadrados- se consideran clase media y asumen pensamientos y propuestas de las castas adineradas. Prima el individualismo competitivo frente a lo colectivo y solidario de tiempos y sueños pasados.

Recordar todo lo que vivimos (o vivieron nuestros padres) en tiempos si no mejores sí más propicios a la esperanza en un mundo más justo, puede ser una buena terapia para salir de la pesadilla en la que nos han sumido Capital y Estado.

Nos vemos allí el 25 de junio, en Abastos, pero también hemos de vernos en las manifestaciones a favor del pueblo palestino, en la resistencia a los desahucios, en las protestas de las víctimas de la dana, en la defensa del territorio y el medioambiente, en las movilizaciones por una vivienda digna, en las grandes huelgas obreras… cuando vuelvan, que volverán. Nos vemos en las calles.

Antonio Pérez Collado, Confederación General del Trabajo País Valencià i Murcia.


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