Josep Lluís del Alcázar •  Opinión •  17/06/2021

Nissan un año después

El 28 de mayo de 2020, en plena pandemia, la multinacional Renault-Nissan anunciaba el cierre de sus plantas en Catalunya (Zona Franca, Sant Andreu de la Barca, Moncada), que dejará en la calle 25.000 trabajadores y trabajadoras. Nissan representa el 1’5% del PIB de Catalunya y más del 7% del sector de la automoción. Es el mayor cierre en décadas de todo el estado.

El acuerdo del 5 de agosto 20201 de la multinacional con el comité de empresa de Nissan (CCOO, UGT, USOC y CGT) que se hará efectivo en diciembre del 21, que firmaba la paz social, además dejó vendidos a los y las trabajadoras de las subcontratas. Nissan y las empresas subcontratadas, a lo largo de estos 10 meses, han ido desmantelando quirúrgicamente una a una, evitando que las luchas confluyeran. Aún hoy bomberos Nissan (Servi-Securitas) y las informáticas Aubay y Altran, siguen en pie de guerra y sin saber cuál será su futuro.

Previo a la firma del acuerdo de Nissan, el 30 de julio Marelli-Calsonic firmaba el primer ERE para la extinción de contratos en Zona Franca y Santa Margarida i els Monjos. La elección no era casual, dejar fuera de juego a los trabajadores de Calsonic era desactivar una de las subcontratas que había mantenido una posición de fuerza y ​​unidad de la plantilla, y a la vez era el motor de la coordinadora de subcontratas.

Una vez todos los sindicatos de Nissan justificaron el cierre de la planta matriz, los trabajadores y trabajadoras de subcontratas y proveedores quedaron a la deriva. Inmediatamente después, el 10 de agosto, simulando desacuerdos entre empresas, ponen en la calle a los más de 500 trabajadores/as de Acciona. La tensión crece porque esto supone que trabajadores/as de Nissan serán recolocados/as en sus puestos de trabajo, lo que se reproducirá con otras subcontratas, sin que el comité de Nissan lo pare (¿dónde queda el sindicalismo de clase?).

La ruptura completa de esta y otras subcontratas con los sindicatos del comité de empresa de Nissan hacen que la mayor parte de los trabajadores/as busquen fuera el apoyo legal, a través del Colectivo Ronda. Pero el problema no era jurídico, sino sindical, por lo que tampoco se avanzó en la única posibilidad que tenían y tienen las subcontratas para hacerse oír: unirse en la coordinadora para movilizarse.

Después de Acciona vienen otros: Magna, Snopes, ISS, Tecnove y un largo etcétera. Cada vez más pequeñas. Ninguna de las subcontratas llegará a alcanzar las condiciones que ha firmado el comité de Nissan para sus trabajadores/as (indemnizaciones y garantías de empleo y sueldo si hay reindustrialización). Todavía hay trabajadores/as de primera y de otras categorías, cosa que hace que la rabia esté a flor de piel: la identificación como los invisibles o la consigna «no somos ratas, somos subcontratas«, está presente en cada lucha. La amenaza de cada patronal siempre es la misma: si seguís en huelga puede que se rompa el contrato con la empresa y todos a la calle. Es lo que ha pasado en Trire: directamente han sido despedidos/as sin ninguna contemplación. Mientras, incontables empresas suministradoras de Nissan han ido despidiendo, preparándose para el cierre definitivo el próximo diciembre.

Haciendo números, Nissan premia Frank Torres. ¿Y la reindustrialización?

El Gobierno había cifrado en 1.260 millones el coste total de la salida de Nissan de las tres factorías: 600 para despidos, 310 para amortizaciones, 250 para cerrar San Andreu de la Barca y Montcada i Reixac, 100 más por los costes derivados de los contratos de los terrenos. De momento en las últimas cuentas Nissan aprovisiona sólo 63,5 millones € para hacer frente a los costes del desmantelamiento y rehabilitación de los terrenos y construcciones en Barcelona2. Si tenemos en cuenta que en el último ejercicio fiscal (abril 2020-marzo 2021) con una facturación global de 58.890 millones, las pérdidas operativas han sido de 1.137 millones, cerrar Barcelona es una ganga. Por eso no es extraño que el artífice del cierre y negociador de la reindustrialización, Frank Torres, haya sido ascendido. Ahora es vicepresidente ejecutivo de la Transformación del Negocio y las relaciones de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi de la región AMIEO (África, Europa, Oriente Medio, India y Oceanía).

El 26 de abril los secretarios generales de Catalunya de CCOO, UGT, USOC y CGT denunciaban los escasos avances de la mesa de industrialización. El 10 de mayo el comité de Nissan convoca una manifestación y el 25 una huelga de dos horas. El secretario de CCOO en Nissan, Miguel Angel Boiz, explicaba que no ve «ningún proyecto importante» con capacidad para garantizar los 1.600 puestos de trabajo dependientes de la instalación. El comité de Nissan habla de nuevo de 25.000 familias, pero no permite que las subcontratas tengan voz en la mesa de reindustrialización. Muchas subcontratas ya no participan en las movilizaciones de Nissan. La empresa, así como las administraciones, saben que con esta división -responsabilidad de los sindicatos del comité de Nissan- tienen las manos más libres.

¿Dónde está la izquierda sindical?

Durante muchos años en los congresos de la CGT, ante los cierres, se rechazaban los despidos pese a que fueran indemnizados, luchando por la defensa de los puestos de trabajo. Y llegó uno de los más grandes como Nissan, y se hizo lo contrario. La CGT estaba en inmejorables condiciones para ser referente de una parte de la plantilla de Nissan y de las subcontratas. Además, era el primer sindicato y tenía la presidencia del comité de empresa de Acciona, la más grande.

Pero la firma del acuerdo del 5 de agosto enterraba cualquier posibilidad y ponía a la CGT a la sombra de CCOO, verdadero artífice de la política sindical «unitaria» y de paz social del comité de Nissan. Hasta el esfuerzo de julio de la ocupación de Barna 3 por Acciona, quedó en nada. La falta de un referente sindical a la izquierda del comité dejaba la lucha de cada subcontrata muy aislada.

CGT se había enganchado a la reindustrialización para intentar justificar el injustificable acuerdo del 5 de agosto y anunciaba que comenzaba una gran batalla. La experiencia sindical había llevado a no creer en estas palabras de buenas intenciones, que a menudo no son más que humo. Bajo la unidad del comité de Nissan, la CGT renuncia a su propia propuesta: la socialización de Nissan, que ni se defiende ante los trabajadores ni se pone en marcha la campaña. Ahora, la CGT también firma el comunicado del 31 de mayo, donde se pide al «Gobierno de España poner a disposición de la reindustrialización todos los recursos que sean necesarios» ¿También aceptará que el dinero público se ponga al servicio de los negocios de las multinacionales? El tiempo se agota, pero es imprescindible rectificar y salir del callejón sin salida.

¿Y ahora?

Con la huelga indefinida de bomberos y de Aubay es necesario reactivar la coordinación de las subcontratas. Cada vez queda menos tiempo, pero la batalla no se puede dar por perdida. La única salida es unir las luchas, sin dejar ninguna subcontrata abandonada y atarlas a la lucha por una reindustrialización que garantice el mantenimiento de todos los puestos de trabajo, con la presencia en la mesa de reindustrialización. Para nosotros, la única salida realista es la nacionalización de la planta para impulsar un proyecto industrial público ligado a la transición imprescindible en el transporte, que responda a las necesidades sociales y respetuoso con el medio ambiente. Se puede discutir si hay otras salidas, pero lo que no se puede justificar bajo ningún concepto es que no todos los trabajadores sean considerados/as con las mismas condiciones y negarles el derecho a que participen en el plan de futuro de la planta de Nissan.

Y es preciso un plan de lucha, porque sin lucha no habrá reindustrialización: sacar el conflicto a la calle, implicar a las instituciones, convertirlo en un conflicto social y político.

8 de junio de 2021

Josep Lluís del Alcázar.

LI – Nissan un año después (luchainternacionalista.org)


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