Hedelberto López Blanch •  Opinión •  17/04/2020

Trump y su cataclismo económico-sanitario

La obstinación y poca visión del presidente estadounidense Donald Trump por tratar de salvar a la economía por encima de las vidas de los ciudadanos, ha provocado un cataclismo en el país como no había sucedido antes en su historia moderna.

El 21 de enero se diagnosticó la presencia del Covid-19 en Estados Unidos y sus primeras declaraciones fueron que la economía no se debía detener por una pequeña gripe o una influenza pasajera.

Dos meses y medio después, Trump se vio obligado a decretar en los 50 Estados de la nación la situación de desastre, tras aparecer el virus en el estado de Wyoming. También pasaron a esa fase las Islas Vírgenes estadounidenses, Islas Marianas del Norte, el Distrito de Columbia, Guam y Puerto Rico.

Al ofrecer la información, el subsecretario de prensa de la Casa Blanca, Judd Deere, dijo que resultaba la primera vez en la historia de Estados Unidos que sus 50 Estados se encuentran bajo proclamación de desastre federal de manera simultánea.

Alrededor de 650 000 contagiados y más de 28 000 muertos han sido las alarmantes cifras hasta el 16 de abril, las que seguirán en aumento porque como expresa la mayoría de las autoridades sanitarias y especialistas, al gigante norteamericano le será difícil controlar la transmisión por las enormes deficiencias y dificultades que ha presentado el sistema de salud.

El magnate ha enfatizado en casi todas sus comparecencias diarias en la Casa Blanca ante los medios de comunicación que le son afines (los que no lo apoyan no son invitados), que “muy, muy pronto” con fecha primero de mayo, abriría las puertas a la economía nacional, lo que ha sido refutado por numerosos científicos como Anthony Fauci quien aseguró que sería un gravísimo problema tratar de abrir puestos de trabajo pues la contaminación podría ser imparable.

Un artículo del doctor Eric Topol, publicado en

Medscape, principal sitio de referencia en línea para médicos y profesionales de la salud en todo el mundo, expresa que Estados Unidos traicionó al personal sanitario en el desastre del coronavirus.

Topol hace referencia que en primer lugar, tras detectarse el virus el 21 de enero, la Casa Blanca rehusó utilizar la prueba de la OMS, y optó por desarrollar una propia a través del Centers for Disease Control and Prevention que resultó fallida lo que representó uno de los múltiples tropiezos del gobierno. A la par, quedaron en las calles muchos contaminados asintomáticos al no realizárseles el estudio.

Segundo, se encontró un país con pocos recursos de protección personal para médicos y pacientes que debieron reutilizar días y días las mismas mascarillas y los enfermos compartir un respirador en las salas de cuidados intensivos lo que motivó la infección y propagación.

Como tercer punto, el doctor Topol señaló que el personal sanitario al estar expuesto a los pacientes más graves sin buen resguardo, médicos y profesionales clínicos están sucumbiendo ante el virus lo que es más que una tragedia por los fiascos de omisión de pruebas y falta de equipos de protección.

Concluye Topol: Tal vez lo que recordaremos más en la comunidad médica es cómo nuestro país nos dio la espalda en el momento en que más se necesitaban nuestros esfuerzos.

Ahora podríamos preguntarnos, ¿podrá Trump con esta serie de errores estratégicos detener la caída temporal de la economía? El premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz daba datos interesantes un mes antes de aparecer el covid-19 donde analizaba que la economía en tiempos de Trump era deficiente.

El crecimiento, indicó, en el último trimestre de 2019 fue de 2,1 %, mucho menos que el 4 %, 5 % o el 6 % que prometió el presidente, y menos que el 2,4 % promedio del segundo mandato de Barack Obama.

Y puntualizó Stiglitz: “es un desempeño notoriamente malo si se tiene en cuenta el estímulo suministrado por el billón de dólares de déficit y los bajísimos tipos de interés. No es casualidad, ni cuestión de mala suerte, porque las características distintivas de Trump son la incertidumbre, la volatilidad y la ambigüedad, mientras que para el crecimiento se necesitan confianza, estabilidad, certeza y también igualdad. Así que además de fallar en asignaturas esenciales como defender la democracia y proteger el planeta, también se merece un “desaprobado” en economía”.

En las últimas semanas, 16 millones de personas perdieron sus empleos lo que representa una cifra sin precedentes, que cobra fuerza con el cierre constante de restaurantes, cines, estadios deportivos, aeropuertos y oficinas lo que augura que el declive económico inicial será más agudo y doloroso que durante el ocurrido en 2008.

El banco de inversiones Goldman Sachs y la Universidad de Harvard aseguran que una recesión económica mundial durante el primer y parte del segundo semestre es inminente y que la estadounidense se contraerá entre 35 y 25 %.

A esta desfavorable situación se une que la desigualdad se incrementará en Estados Unidos pues los sectores adinerados podrán resistir los embates financieros pero la mayoría de la población que ha perdido sus empleos también tendrá mayores deudas por lo cual la pobreza se extenderá por todos sus Estados.

Cierto que la economía del país es fuerte y podrá a mediano plazo equilibrarse pero las malas gestiones del presidente ante la pandemia quedarán grabada en forma nefasta en la mayoría de la población estadounidense. ¿Lo tendrán presente el próximo noviembre? Esperemos.


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