Juanlu González •  Opinión •  13/02/2022

Nicaragua enjuicia a los instigadores del golpe y la injerencia norteamericana

Tras meses de investigaciones y una ardua preparación, el día 31 de enero, el Ministerio Público de Nicaragua, a través de una nota pública informó que, a partir del primero de febrero de 2022, comenzarían los «juicios orales y públicos» del grupo de personas acusadas de delitos contra la Ley de Defensa de los Derechos del Pueblo a la Independencia, la Soberanía y Autodeterminación para la Paz; la Ley de Seguridad Soberana; la Constitución y el Código Penal de la República. De momento han sido enjuiciados sólo seis detenidos, pero según lo acontecido hasta la fecha, es previsible que las vistas se desarrollen con gran celeridad.

Los acusados, que se encuentran, bien en arresto domiciliario, bien encarcelados en instalaciones de la Dirección de Auxilio Judicial, fueron detenidos en su mayoría a mediados del pasado año, por alentar, pública o privadamente, la injerencia de Estados Unidos en el país (inclusive la armada) y la instauración de sanciones, o recibir dinero sin declarar de la potencia norteamericana para acciones de desestabilización. Además de estos cargos, algunos reos enfrentan también la acusación de dirigir y promover «los actos terroristas de la agresión del fallido intento de golpe de Estado del año 2018, habiendo paralizado el país y creado daños a la economía» que frenaron en seco la imparable marcha de los resultados sociales y financieros del país, hoy ya afortunadamente recuperada de nuevo a buen ritmo. De esta manera, por fin, se sentarán en el banquillo los líderes de las revueltas callejeras que acabaron con la vida de centenares de nicaragüenses, algunos de ellos de forma salvaje.

Todos contaban en Nicaragua con que los juicios iban a convertir estas fechas en un momento diplomáticamente complicado para la República, ya que era previsible que sus enemigos declarados seguramente los usarían para apoyar a sus pupilos y, además, continuar así la tarea desestabilizadora para la que fueron contratados o reclutados. Sin embargo, como ya informamos en su día, en el caso de Nicaragua, se suma con fuerza al coro imperialista buena parte de esa izquierda desnortada que hace mucho que perdió sus referentes políticos, ideológicos e intelectuales y vaga perdida sin capacidad alguna de transformación real, absorbida por el liberalismo más salvaje al que es puramente funcional.

Como ya es habitual, la izquierdita cobarde, se decanta por defender a capa y espada a los herederos del Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), a los que considera verdaderos revolucionarios frente a un oficialismo que, supuestamente, abandonó su esencia hace mucho. Pero nada más lejos de la realidad. El antiguo MRS, hoy transformado en UNAMOS, se define a sí mismo como de centro izquierda y de ideología socialdemócrata. Evidentemente no son revolucionarios ni nada que se le parezca y están a años luz de lo que fue y lo que es el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Abjurar del sandinismo poniendo por delante a estos fantoches impostores sin ningún apoyo popular, como si fueran los verdaderos herederos de Sandino es absolutamente ridículo y no admite el más mínimo análisis racional.

No entiendo qué les sucede a fuerzas que antaño se posicionaban contra el rol de Estados Unidos en el mundo y contra el capitalismo. El PSOE español hace muchas décadas que abandonó el socialismo para abrazar el liberalismo, el imperialismo y el atlantismo guerrerista. De hecho, para eso fue escogido Felipe González como líder por Washington con el apoyo de los últimos retazos de la dictadura franquista. Pero otras formaciones a su izquierda deberían estar más al tanto de lo que realmente sucede en el mundo, aunque me temo que, tristemente, no es así. Sucede algo parecido con algunos líderes supuestamente izquierdistas de Nuestra América, incapaces de defender posiciones contra esa verdad mediática universal, que puede ser cualquier cosa, salvo veraz. El caso de Gabriel Boric es absolutamente paradigmático; el recién elegido presidente de Chile, no ha dejado de criticar a Nicaragua, Venezuela o Cuba durante su campaña electoral, para no enfrentarse a la dictadura de los medios de comunicación corporativos —evidentemente, todos de derechas o de extrema derecha— en manos del capital transnacional. «Izquierda extraviada» la llama el ex-ministro de exteriores de Venezuela, Jorge Arreaza.

Afortunadamente, Wikileaks reveló que la líder del MRS, Dora Téllez, tenía reuniones periódicas con la embajada norteamericana para coordinar las actividades opositoras con el mayor enemigo de la República, que sumió a Nicaragua en una atroz guerra que acabó con la vida de decenas de miles de jóvenes y dejó totalmente destrozado y en la ruina al país centroamericano. La traición del MRS y de la ex-guerrillera Dora Téllez es particularmente grave. Ponerse del lado de los enemigos de Nicaragua y convertirse de facto en uno de sus agentes o espías locales, sólo por alcanzar el poder, es de lo más ruin que puede hacer una persona.

Ahora se entiende la atención y el trato recibido por estos renegados de las grandes corporaciones mediáticas internacionales. A cambio, no han dudado en apoyar golpes de estado fascistas en América Latina para agradar a sus nuevos amos o echar pestes de gobiernos como el de Venezuela o Nicaragua, el pan hay que ganárselo. Hay más cables de Wikileaks que demuestran que la financiación del MRS viene básicamente del exterior y que jamás ha sido declarada. Nada más romper con el FSLN, allá por la segunda mitad de los 90 del siglo pasado, se aliaron con la derecha política y los representantes de la oligarquía nicaragüense. Si esos son los referentes de la izquierda, estamos apañados. Si ello sucede por falta de información, si no se conoce el tema, es preferible estar callados que decir tonterías; si aún conociendo estos documentos —sacados a la luz gracias al martirio de Julian Assange— mantienen su postura, es para hacérselo mirar, porque coincide exactamente con la de la derecha y la extrema derecha internacional.

Podría aducirse que estar financiado desde el exterior o ser claramente de derechas y manejados desde Estados Unidos, no basta para que estén encarcelados o enjuiciados. Pero sostener esa opinión es desconocer profundamente la legislación nicaragüense. Los acusados han violado básicamente tres leyes fundamentales del ordenamiento democrático de la República.

La primera de ellas la Ley de Defensa de los Derechos del Pueblo a la Independencia, la Soberanía y Autodeterminación para la Paz. Es una ley muy corta y muy clara. Se refiere a la inhabilitación pública de aquellas personas que inciten a la injerencia extranjera en los asuntos internos de Nicaragua, a la imposición de sanciones o a la organización, financiación o ejecución  de golpes de estado para subvertir el orden constitucional. Hemos visto a varios de los detenidos  pidiendo públicamente en televisión la intervención norteamericana en el país, hemos visto los papeles que les implican como organización en la financiación desde el exterior y hemos conocido como se coordinan con EEUU para desestabilizar Nicaragua. Que todo el peso de la ley caiga sobre ellos, como así está sucediendo.

Pero hay más. Otro conjunto de detenidos lo están por vulnerar la Ley de Seguridad Soberana de la República de Nicaragua, la Ley 919, aprobada el 2 de diciembre de 2015 y se aplica en relación con la organización del golpe de estado de 2018. Se trata de una ley parecida a las de nuestro ordenamiento que definen los delitos de sedición o rebelión.

Hay otra norma que afectará a un puñado de detenidos a los que se les juzgará por la vulneración de la Ley de Regulación de Agentes Extranjeros, que algunas instituciones del exterior pidieron derogar en su día, a pesar de existir en el corpus legal de multitud de naciones. En resumidas cuentas, entre otras cuestiones, es una ley que persigue regular la actividad de los agentes extranjeros en el país y es muy similar a la ley vigente en Estados Unidos, solo que mucho más laxa. Su máxima pretensión es garantizar la soberanía de la República y prohibir o controlar las interferencias planificadas desde el exterior contra la independencia del estado y sus instituciones. Su principal objetivo es poner coto a la injerencia norteamericana y obligar a destaparse a los partidos, funciones y organizaciones nicas al servicio de los intereses y la agenda de EEUU, por eso les molestó tanto y plantearon su derogación desde el principio de su tramitación parlamentaria.

Quedan muchos días de juicios, de comparecencias y de reacciones políticas diversas. Pero recordad, cuando nos bombardeen los mass media con más y más propaganda, que lo que realmente se juega aquí no es solo justicia frente a impunidad. Se trata de la soberanía de un país frente a la agresión extranjera; de independencia frente a neocolonialismo; de dignidad frente a sumisión; de democracia popular frente al capitalismo depredador; del ALBA frente al ministerio de colonias norteamericano.

Fuente: https://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=21270


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