Europa escoge el rearme, la guerra y el fin del estado del bienestar
‘Durante ocho décadas os hemos utilizado a los europeos, a través de la OTAN y de nuestras bases esparcidas por todo el continente, para llevar adelante el proyecto de acabar con el comunismo en Rusia y hacernos con sus ingentes recursos naturales. Tras tumbar el muro de Berlín, emprendimos, con vuestra lealtad incondicional, la tarea de llevar la OTAN hasta las mismísimas fronteras rusas para provocar la desestabilización del régimen de Moscú, asegurándonos así, de una vez por todas, tanto la apropiación de sus riquezas como el cerco a China desde su frontera norte. Con este fin, empujamos a nuestro régimen títere y ultraderechista de Ucrania a una guerra con Putin, en la esperanza de que ello condujera al debilitamiento y caída del gobierno ruso. Pero las cosas no han ido como esperábamos, a pesar de la magnitud de vuestro sacrificio en esta cruzada(hasta habéis permitido que os cortáramos el barato gas ruso) y de los cientos de miles de ucranianos muertos. Por eso, ahora es el momento de hablar con el Kremlin sobre el fin de este conflicto. Si no lo hacemos así, corremos el serio riesgo de que las tropas rusas se planten en Kiev y entonces no podremos negociar con Putin el reparto del país, del que nos interesan sus recursos minerales que, obviamente, serán sólo para nosotros. Por supuesto, en estas negociaciones, ni vosotros ni Ucrania tenéis papel alguno, como nunca lo habéis tenido en la OTAN: son los señores de la guerra los que negocian con sus adversarios, no los simples escuderos. Queremos haceros comprender que reducimos nuestra presencia, y nuestros gastos, en el frente de guerra en Europa porque hemos de centrarnos en China. En consecuencia, os dejamos unos cuantos recados. Primero, que serán tropas europeas las que se instalen en Ucrania para garantizar su seguridad tras un hipotético acuerdo de paz. Segundo, pagaréis la reconstrucción del país devastado contratando empresas americanas. Tercero, para asumir estas responsabilidades, gastaréis muchísimo más en armamento, que nos compraréis a nosotros. Además, si queréis que no os pongamos aranceles, no sólo tendréis que comprarnos armas, sino también gas natural licuado, lo que exige que dejéis de comprarlo a Rusia. Para justificar ante vuestros pueblos el sacrificio que todo esto conllevará, les volvéis a contar el cuento de que hay que parar a Putin antes de que sus tanques lleguen a Lisboa.’
Casi con esta brutal sinceridad, los trumpistas se han dirigido en estas últimas semanas a sus vasallos europeos, que han entrado en un estado de shock del que todavía no han salido. No les cabe en la cabeza que, tras sacrificar sus economías por los ‘valores europeos’ de libertad y democracia, dándolo todo por Kiev, ahora venga el patrón americano y les diga que se va a repartir Ucrania con los rusos dejando al margen del botín a los pagafantas de Bruselas, que en lo sucesivo van a correr con todos los gastos de la OTAN en Europa. Y al peón que ha puesto los muertos-Zelenski-, además de humillarlo, le van a quitar medio billón de dólares en minerales raros como pago por los servicios prestados por el Tío Sam desde el golpe de Estado del Maidán en 2014.
Así las cosas, Francia comparece ante Trump con una factura con todos los gastos que Europa ha soportado en la guerra, que presenta como garantía de sus derechos sobre las riquezas de Ucrania. El inquilino de la Casa Blanca dice que esos datos son falsos y que él se queda con todo lo que los rusos le dejen. Bruselas rompe la baraja, acusa a EEUU de haberse pasado a la causa de Putin rompiendo la alianza transatlántica y asegura que Europa, al quedar excluida de las negociaciones y del subsiguiente reparto, sigue adelante con la guerra apoyando con dinero y armas a Zelenski.
A este fin, Sánchez y el resto de dirigentes de la UE se han puesto manos a la obra, e invocando-otra vez-los valores europeos, nos juran por su madre que dejar caer a Ucrania sería la perdición de Europa. La progresía mediática y conservadora se emplean a fondo en transmitir esta idea. Y, como siempre, mintiendo y metiendo miedo. Primero, porque Ucrania ha caído ya, por muchas armas que se le inyecten, al carecer de mano de obra para el frente. Segundo, porque no es ninguna democracia ni inocente en el origen de la guerra(truncó, instigada por Londres y Washington, tres acuerdos de paz, dos en Minsk y uno en Estambul). Y tercero, porque Rusia no tiene ni la más mínima intención, tampoco capacidad, de ocupar militarmente Europa.
Así pues, para que Ucrania resista y los europeos nos protejamos, hay que multiplicar el gasto en armamento. Sánchez ha asegurado que en los próximos cuatro años se duplicará, hasta llegar a los 37.000 millones. De momento, en 6 meses le ha regalado a su amigo Zelenski 2000 millones para que continúe la matanza. Feijóo, para mostrar que la tiene más larga(la voluntad guerrera), habla de llevar el gasto militar al 3%.
En fin, que esa gran coalición que hay en Bruselas entre socialdemócratas y derechistas comienza a proyectarse aquí en torno al rearme y el apoyo a la continuidad de la guerra, ‘sin reparar en gastos ni en riesgos’, como aleccionaba una editorial periodística. Y, efectivamente, no van a escatimar en gastos: Úrsula von der Leyen ha puesto encima de la mesa el disparate de 800.000 millones. Esta señora y sus corífeos tendrían que decirle a la gente que, de seguir adelante estos planes delirantes, hay que ir olvidándose de la sanidad, la educación, la dependencia, la vivienda y hasta de las carreteras. Y los impuestos se comerán los salarios para pagar la deuda. Pero eso no lo van a contar. Como tampoco que si se lía parda, sus hijos no van a ir a morir a los campos de batalla. Irán los de siempre.
joseharohernandez@gmail.com