Fernando Dorado •  Opinión •  08/01/2020

El Poder muestra su esencia criminal

Popayán, 7 de enero de 2020.

“La fuerza o violencia se utilizan abiertamente cuando la autoridad fracasa”.

Hannah Arendt

Frente a lo que viene ocurriendo en el mundo, o sea, por un lado, levantamientos y rebeliones populares, y por el otro, golpes de Estado, armamentismo de las potencias globales, y guerras abiertas o encubiertas, es necesario reflexionar sobre el “poder”.

El Poder en una sociedad dividida en clases, etnias, nacionalidades, diversidad de géneros y edades, diferentes culturas, para ser efectivo requiere de cierta legitimidad, legalidad, autoridad, fuerza coercitiva (militar y burocrática), y de un permanente ejercicio dirigido a evitar que los sectores oprimidos y dominados se organicen y debiliten su capacidad de control y dominación.

Hoy ese Poder (ejercido por la gran burguesía financiera global – GBFG) está en la dinámica de controlar en forma absoluta la mente, voluntad, sentimientos y emociones de la población pero se está encontrando con la creciente resistencia de amplios sectores sociales e individuos que al acceder a espacios más cualificados de información, son cada vez más conscientes de que existe ese Poder, y que ese Poder es un obstáculo para el avance de la humanidad y, sobre todo, que es un peligro real para la sobrevivencia de la especie humana en la tierra.

Esos sectores sociales al relacionarse por fuera de las estructuras dominantes (o aún, utilizando conscientemente esas estructuras en su favor), se están convirtiendo en una amenaza para ese Poder, y por ello, al perder legitimidad, legalidad y autoridad, tiene que recurrir obligatoriamente a la violencia. El poder autoritario o dictadura que se había mantenido oculto (usando formas “democráticas”) se ve obligado a mostrar su verdadera esencia autocrática y criminal, y entonces, la violencia y la guerra abierta se convierte en la única herramienta de control y dominación.

Frente a ese Poder autocrático y violento no sirven ni las prácticas pacifistas ni las rebeliones armadas aisladas de la sociedad (movimiento social). Solo la fuerza organizada y masiva de la gente puede enfrentar y derrotar ese Poder. Un “contra-poder” está surgiendo desde las profundidades de la sociedad, lenta y pausadamente, y aunque no es una tarea fácil mantenerlo y fortalecerlo, es la única salida que tienen los pueblos y los trabajadores para avizorar el desmantelamiento de ese Poder y la construcción de una vida decente.

Ese es el reto superior del momento… ¡Y es de vida o muerte!

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