Santiago Rey •  Opinión •  07/09/2022

Chile: Un plebiscito, cinco cuadras, dos países

Nada cambia. Ni lo superficial, ni lo profundo. Chile eligió, por amplia mayoría, seguir con la Constitución de Pinochet de 1980, hasta que el Gobierno logre reencauzar el proceso de reforma. En las calles celebró la derecha, y los partidarios del Apruebo fueron corridos de la emblemática Plaza Dignidad por Carabineros.

Chile: Un plebiscito, cinco cuadras, dos países

18 horas del 4 de septiembre. Centenares de personas se reúnen en Plaza Dignidad, hacen flamear banderas de Chile, mapuches, del Apruebo. Esperan los primeros datos que confirmen una victoria que cierre el proceso que se abrió el 18 de octubre de 2019, que la nueva Constitución contenga el espíritu de la revuelta social. Están en su territorio, el que pisaron durante dos años diez meses y catorce días, corriendo los límites de la joven y encorsetada democracia, y corriendo también de la represión de Carabineros.

Una hora después siguen siendo unas cientos de personas. Teléfonos y redes sociales comienzan a perfilar un rotundo triunfo de la derecha. Una paliza. La plaza se ralea. El estallido de tres años atrás se marchita. Carabineros avanza, dispersa, moja, gasea.

Desde el lugar se escuchan los bocinazos celebratorios del Rechazo, que se multiplican en las calles. A cinco cuadras de Plaza Dignidad se desata una fiesta que incluye banderazos; chi chi chi, le le les; puro, Chile, es tu cielo azulado, la tumba serás de los libres o el asilo contra la opresión; aplausos, gritos y abrazos a los Carabineros.

Apenas 500 metros separan los dos grupos; doliente uno, enfervorizado otro. Son cinco cuadras, son dos países.

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Algo más de trece millones de chilenos fueron a las urnas. Es la participación más alta desde el regreso de la democracia en 1990. Casi el 62 por ciento votó por la negativa al texto constitucional. El país se tiñó completo, sin excepciones regionales, del rojo del Rechazo. Sólo en el exterior el Apruebo ganó y superó el 60 por ciento.

La institucionalización de la revuelta, su encauce a través de las vías de la política tradicional falló. Lo que nació insumiso no pudo ser cristalizado en las formalidades de una democracia que en 30 años no logró contener a amplios sectores de la sociedad. Una derrota que traerá consecuencias en la coalición de Gobierno.

El Presidente Gabriel Boric convocó el mismo domingo a todos los partidos políticos. El oficialismo entiende que el proceso de reforma constitucional debe continuar, que así fue votado en 2020, y que se abre una instancia de negociación para reescribir el texto. Los partidos de derecha dejaron entrever que condicionarán su participación. Boric anunciará en las próximas horas o días un cambio profundo en el gabinete.

Se cierra un ciclo. La vieja política, con algunos nuevos actores, recobra la centralidad que tuvo la calle, vital e inorgánica. Nada cambia, ni lo superficial ni lo profundo.

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Cinco carros hidrantes con una certera puntería, cuatro más pequeños que tiran gas lacrimógeno, innumerables furgonetas que llevan y traen Carabineros. Plaza Dignidad, la avenida Vicuña Mackenna, la Alameda ven como los manifestantes corren, se reagrupan, tiran piedras, gritan paco culiao. Pasan las horas, siguen allí, vestidos de negro, muchos con los rostros tapados.

“Palo, palo y palo”, se dan ánimo entre ellos los Carabineros; caminan en grupo, se acercan a los y las jóvenes que protestan, y a un grito salen corriendo a la caza de algunos de ellos. O ellas.

Piden documentos a quienes solo pasan por el lugar y a periodistas. Se parapetan detrás de los carros, despejan la zona que fue escenario de la revuelta. Dos años diez meses y catorce días después Plaza Dignidad vuelve a ser Plaza Italia.

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“Aguante Carabineros de Chile, ¡viva!”, grita mientras aplaude un joven 20 años, remera para la cálida noche santiaguina, bandera chilena en mano. Y dice que ganó el Rechazo porque “primó la raíz chilena”.

Por qué aplaudís a Carabineros, le pregunto. Porque es una institución de Chile a la que queremos mucho; ellos entregan la vida por nosotros, muchas veces se ven en los conflictos sin buscarlos.

¿Y las violaciones a derechos humanos que hubo durante la represión de la revuelta?, consulto. No soy yo para juzgar a nadie, dice. Ellos dan mucho por nosotros, se pueden equivocar pero no se puede manchar la institución. Eso es importante, la gente confunde las personas con la institución, y acá lo importante es la institución de los Carabineros, que tiene mucha historia en Chile.

Canta el himno a voz en cuello: Que o la tumba serás de los libres. O el asilo contra la opresión.

Después me pregunta mi nombre, para qué medio trabajo, toma nota en una libreta que saca de su mochila, en su teléfono busca la web del medio, y me pide que le saque una foto con su amigo, tan parecido, tanta otra bandera chilena en la mano.

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¡Son puros ricos!, ¿ha visto un pobre ahí?. Doble barbijo, visera casi hasta la nariz, en la mano una piedra. Dice que los que festejan, a tan pocas cuadras de Plaza Dignidad, son puros ricos, y que el Rechazo no es más que nuestro pueblo secuestrado por los medios de comunicación, eso no es el pueblo.

El aire gris de los gases no lo afecta. Grita que son ricos y que los ricos votan por los ricos. Que está ahí para apoyar a la gente que quiere reunirse, y no tanto por el Apruebo, porque él quiere otra cosa, quiere, dice, la revolución social, porque la democracia no es para este pueblo que es un pueblo indómito, que viene de los mapuche, y que aguante la revolución social. Levanta el puño izquierdo.

Me dice que no sapee, que los medios sapean, acusan y denuncian a los manifestantes, los exponen, y que en Chile son cómplices de la derecha, y que tienen secuestrado al pueblo.

Se va. Se esconde detrás de un árbol. Vuelven los carros hidrantes.

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Natividad Llanquileo, convencional mapuche, dijo el domingo por la noche, el resultado puesto, en sus redes: “Al parecer todo seguirá igual. Se viene el 18 (de septiembre, fecha patria) y se les pasará el amor por $hile y le seguirán regalando el país a los (empresarios) Matte, los Angelini, los Lukis, etc. Y bueno, seguiremos con la Constitución de la dictadura, la de Pinochet, la de Guzmán, pero todo fue con amor, así que no importa. Nos jodieron de nuevo. No pudimos combatir ante tanto poder. No justifico a las poblas (barrios más pobres) que se sienten condominios (countrys). No justifico a nadie”.

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Hoy ha hablado el pueblo de Chile y lo ha hecho de manera fuerte y clara, dice Boric cuando el resultado ya es inmodificable. Los analistas de todo el arco ideológico coinciden en señalar que, además del trabajo de la Convención Constituyente, también su gestión fue plebiscitada.

Un Boric alejado de la imagen descontracturada de la campaña, saco azul, peinado rígido, lee el escrito que carga sobre el trabajo de los convencionales parte de la explicación de la derrota del Apruebo. El pueblo chileno no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución que la Convención le presentó a Chile, y por ende ha decidido rechazarla de manera clara en las urnas, dice.

Ve al país frente a un desafío histórico y los desafíos históricos -dice- nunca son sencillos. Y se convence: Tenemos la oportunidad presente de erigir las bases de un nuevo Chile, que recogiendo lo mejor de nuestra historia, nos embarque en un recorrido que nos fortalezca como país y como comunidad.

Convoca al diálogo, asegura que el esfuerzo realizado no será en vano, y plantea que así es como mejor avanzan los países, aprendiendo de su experiencia y cuando es necesario volviendo sobre sus huellas para buscar nuevas rutas.

Boric vuelve sobre sus huellas, busca nuevas rutas, la democracia sale más robusta, dice. Es el peor momento de su joven gestión.

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El diario La Tercera titula: “Rechazo arrasa en plebiscito y asesta duro golpe a Gobierno de Boric”. Media portada de El Mercurio anuncia “Propuesta constitucional de la Convención es ampliamente rechazada por el 61,9% y solo obtiene el 38,1% de aprobación”. Ilustra con tres fotos de los festejos, una de Santiago y otra de los extremos del norte del país, Arica, y el sur, Punta Arenas. También le dedica un espacio a los dichos del flamante presidente de Colombia, Gustavo Petro, que tuiteó: “Revivió Pinochet”.

The Clinic habla de “paliza” del Rechazo, y analiza: Prácticamente toda la elite política, léase dirigentes partidarios, expertos electorales y columnistas de sensibilidad diversa, advirtió: el Plebiscito de Salida sería un juicio al trabajo de la Convención y a los seis meses de gestión del gobierno”.

Sobre la labor del Ejecutivo, resume que fue “complejizada por una crisis de seguridad en la Macrozona Sur y de inmigración en el norte, el fenómeno delictual en las grandes urbes, la espiral inflacionaria en la economía, y desaguisados varios en alguno de sus ministros”.

El medio cita al Presidente de la derechista UID, Javier Macaya: “No se puede disociar estos resultados a la evaluación al gobierno, no se puede disociar”, y concluye que la movilización alrededor del Apruebo fue “un espejismo”.

El Desconcierto anticipa un futuro de negociación para salir del embrollo, según los términos de la vieja política: “El retorno de los ‘políticos’ y el rol del Congreso: Las nuevas reglas del juego tras el lapidario triunfo del Rechazo”.

Agrega que “un arduo camino de casi tres años, desde el estallido social al plebiscito de salida, terminó con las aspiraciones de una Nueva Constitución, al menos tal como fue planteada en el último proceso constituyente. La ruta desde ahora deberá reformularse, con reglas nuevas y, probablemente, otros jugadores. La pelota volvió al Congreso y son los políticos quienes deberán dilucidar la fórmula para empezar todo de nuevo”.

El periodista Juan Cristóbal Peña resume en la flamante edición chilena de la Revista Anfibia el estado de ánimo de buena parte de la población: “Estamos en shock”.

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Algunas claves para intentar aproximarse al entendimiento del resultado: el “Plebiscito de Entrada”, es decir aquel que en octubre de 2020 apoyó abrir un proceso de reforma constitucional, convocó a 7,5 millones de personas. Más del 78 por ciento de los votos abrieron el camino del cambio. En tanto, el “Plebiscito de Salida” de este domingo llevó a las urnas a más de 13 millones. El primero fue voluntario, el de ayer obligatorio.

El resultado que más sorprendió fue el del conglomerado urbano de Santiago de Chile. El oficialismo, los partidos y convencionales por el Apruebo confiaban en los votos de la Región Metropolitana. Apostaban por amalgamar el voto urbano progresista con el de las barriadas pobres, construir un “obreros y estudiantes, unidos y adelante” millenial. Pero 29 de las 34 comunas del Gran Santiago le dio la espalda al texto constitucional de los derechos, el reconocimiento a los pueblos originarios, el Chile “Estado social y democrático de derecho”, “plurinacional, intercultural, regional y ecológico”.

Diez puntos le sacó el Rechazo al Apruebo en la región metropolitana: 54,1 por ciento a 45,9. Hasta en las cárceles ganó el no: un 58,3 por ciento de los presos no se mostró permeable a la propuesta constitucional que, según la derecha serviría para dejarlos libres con un sistema judicial laxo y al servicio de los delincuentes.

La tumba serás de los libres.

FUENTE: En estos días


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