En marcha hacia el conflicto total
Aparentemente, hoy todo sigue su curso con normalidad: Israel declara que mantendrá la aniquilación del pueblo palestino en Gaza y Cisjordania, el genocidio, al menos hasta fin de año y en Ucrania continúan los avances rusos, mientras la OTAN continua su escalada belicista y el caducado presidente ucraniano sigue de gira.
Pero si nos entretenemos en mirar el detalle, podremos descubrir cambios importantes, quizás no tanto un punto de inflexión, pero sin duda, una profundización hacia la guerra total.
Ante los evidentes fracasos de las fuerzas ucranianas, sin poder reponer tropas en el frente, la OTAN ha optado por la escalada bélica, tanto cualitativa, como cuantitativa, situándonos cada vez más cerca del veril de una confrontación nuclear.
Las cifras de gasto militar de los países de Europa central y occidental están hoy por encima del último periodo de la Guerra Fría y han crecido un 62% desde 2014.
Las maniobras de la OTAN en el Báltico son las mayores de su historia, en cuanto a efectivos y duración y además, se desarrollan en lo que la OTAN considera que será el espacio de una próxima invasión rusa. Es decir, se sitúan en un espacio supuestamente de conflicto real.
La OTAN ha entregado al ejército ucraniano misiles y drones de largo alcance (Himars, Storm Shadow, Scalp, Taurus), capaces de atacar objetivos en profundidad en territorio ruso y que no tienen otro objeto que provocar la reacción de Rusia.
Así mismo, ahora la OTAN ya reconoce que ha desplazado mercenarios, asesores, instructores, operadores de sistemas y conducción estratégica a territorio ucraniano. Es decir, admite que tiene tropas de combate en territorio Ucraniano. Hecho que se ha puesto en evidencia en el ataque ruso al bunker del campo de entrenamiento de Yavorov, en el que se han producido casi 400 bajas de efectivos de la OTAN, como respuesta al ataque previo a dos estaciones radar de alerta temprana contra misiles balísticos.
Además, abundan las noticias de dirigentes europeos que consideran necesario enviar tropas al frente ucraniano: el presidente francés Macron, agobiado por el previsible resultado de las elecciones europeas, se ha convertido en el protagonista de esta línea.
Dentro de la Unión Europea, sus cargos más destacados no paran de mandar mensajes alimentando el belicismo, instando a que nos preparemos para la guerra y llegando a decir que se necesitan más presupuestos porque “… estamos en guerra y hay que pagarla”. En varios países se plantean ya el servicio militar obligatorio.
En definitiva se está creando un clima de normalización de un estado de guerra.
La contestación a esta situación es muy débil y no consigue romper el cerco mediático del mensaje belicista. Las autoridades son conscientes de esta situación y tratan de introducir, paso a paso la aceptación del belicismo, de que la guerra es la única solución, sin dejar resquicio a la posibilidad de una solución negociada.
El hecho más relevante ha sido el reciente ataque de la OTAN a dos centros de detección temprana de defensa nuclear en el interior de Rusia, en Armavir y Oremburgo.
La importancia de este ataque radica en que el tan traído y llevado tema del holocausto nuclear ya no es una hipótesis. El riesgo nuclear está presente en las perspectivas de la guerra. Se está naturalizando el escenario del uso de armas nucleares tácticas, con el riesgo evidente de que éstas conduzcan al uso de las armas estratégicas y al holocausto nuclear.
Hay que señalar que la instalación rusa atacada no está vinculada en modo alguno con la guerra en Ucrania. No tiene sentido que los ucranianos la ataquen; ni siquiera habrían podido hacerlo sin el apoyo operativo de los sistemas de observación y mando de la OTAN, embarcados tanto en aviones como en drones y satélites.
Sin embargo, tiene todo el sentido para la OTAN. Se trataría de comprobar si los sistemas de la defensa nuclear rusa son accesibles, si están al alcance de las armas de la OTAN. También se trata de comprobar su vulnerabilidad.
Además, hay que considerar que es una baza importante para los neocons y los halcones del estado profundo y que sirve para reforzar la ilusión de que a Rusia se la puede derrotar en una confrontación nuclear.
Hay que destacar que, en contra de lo que es habitual, Washington dio instrucciones para que los grandes medios no informaran sobre este hecho, que pasara lo más desapercibido posible, ya que de momento no conviene alertar sobre un posible conflicto nuclear que podría provocar un rechazo entre buena parte de la población.
Rusia ha venido advirtiendo reiteradamente que recurriría a las armas nucleares en caso de una amenaza existencial, es decir, frente a un ataque abierto de la OTAN y los EE.UU. que pusiera en riesgo la existencia y la integridad de su estado.
El ataque a la instalación de detección nuclear temprana tampoco podemos verlo como un hecho aislado, como un acto puntual que no tiene mayor significado, ya que la escalada belicista se está produciendo en todos los ámbitos.
Las maniobras de la OTAN en el Báltico son las que han movilizado los mayores recursos de toda su historia. Primero las Steadfast Defender, en las que participaron más de 90.000 efectivos y ahora comienza el ejercicio naval Baltops, en que intervienen más de 50 buques de guerra.
En Europa se están firmando acuerdos bilaterales de defensa con Ucrania. Es decir, introduciéndola en la OTAN por la puerta de atrás. Si se tiene un convenio de defensa mutua, cada país debe actuar en defensa del otro, pero si uno de ellos es de la OTAN, es toda la organización la que está obligada a defenderlo en virtud del artículo 5 del Tratado de Washington. Toda una estratagema para superar el veto de los países de la OTAN que se resisten a la escalada belicista, como Hungría, Turquía o Eslovaquia. El presidente del gobierno de este último país, Robert Fico ha sobrevivido recientemente a las heridas de bala tras un atentado que siguió a una brutal campaña de criminalización en su contra por resistirse, precisamente, a esta escalada belicista.
Al mismo tiempo, paso a paso se van rompiendo los compromisos de contención que los países de la OTAN tenían antes de este conflicto. Nos referimos a las armas de largo alcance y objetivos en territorio ruso y la presencia en escenarios de guerra en Ucrania de militares de la OTAN.
Una y otra vez la OTAN había dicho que no se entregarían a Ucrania aviones que pudieran portar armas nucleares ni misiles y drones de largo alcance. Como el resto de sus compromisos, esto se ha incumplido desde el primer día, pero no lo admitían. Ahora se admite y se publicita.
Cualquier dirigente o gobierno que cuestione mínimamente este discurso, se ve sometido a una avalancha de insultos y descalificaciones. Robert Fico, aun después del atentado, no dejo de ser insultado e incluso culpabilizado de su propio atentado y con referencia a este suceso, los dirigentes de Hungría fueron directamente amenazados por funcionarios de la Unión Europea.
Todo ello forma parte de la guerra psicológica: se inicia gradualmente una escalada negando que se trate de una escalada. Pero cuando cada pequeño paso se hace patente para todo el mundo, se acaba aceptando como algo que era inevitable, como parte de la lógica de la guerra.
Esto forma parte de la manipulación de las mentes; cambiar la realidad de signo para que todo resulte incomprensible, para que no se entienda el camino que estamos recorriendo. La guerra se muestra como algo lejano y ajeno, que apenas existe posibilidad de que nos afecte directamente; de ahí que el ataque al centro de alerta temprana del sistema de defensa nuclear ruso no haya sido publicitada.
La respuesta a un hecho tan grave por parte de Rusia ha sido prudente y moderada. Una respuesta que no contribuye a la escalada nuclear, como viene siendo habitual, pues Rusia no responde a las agresiones directas de países de la OTAN, que desde antes del inicio de la Operación Especial, ya tenían armas, instructores, tropas desplegadas bajo la apariencia de “cuerpos de voluntarios” y oficiales de alto rango presentes en los centros de mando estratégicos, tácticos y operativos, contando con todos los medios de observación de la OTAN, aviones radar, drones, y satélites, ejerciendo de “asesores”; en realidad, comandando las operaciones militares.
Rusia ha bombardeado con misiles de alta precisión un campo de entrenamiento de Yavorov, casi en la frontera polaca, en el que unos 400 instructores de la OTAN preparaban la operación de los prometidos F16 portadores de armas nucleares, causando importantes daños, demostrando que tiene capacidad para destruir puntos vitales de la infraestructura militar ucraniana y que si no lo hacen de forma sistemática es porque no está interesada en que la guerra escale, pero está dispuesta a continuarla el tiempo que sea necesario. Los recientes cambios en el gobierno ruso van en esa dirección: estabilizar la economía para un largo tiempo de guerra y poner en primera línea de las decisiones militares a quienes han demostrado, capacidad, valor y lealtad en el frente.
Zelenski acaba de ser recibido por el Presidente del Gobierno y el Jefe de Estado de España, firmándose el Convenio Bilateral de defensa, dándole todo tipo de parabienes. No debería ser necesario recordar que este personaje es un presidente caducado, que ha detenido a todos los dirigentes de la oposición, que practica la más férrea censura, que ha sido acusado de corrupción y que es un connotado filo nazi que se fotografía sonriente con la banda armada ucraniana conocida como batallón Azov, responsable de innumerables crímenes de guerra.
Europa ha dejado patente que no solo es un territorio militarmente ocupado, sino que es una colonia de Estados Unidos, tal y como describió Pierre Bourdieu en 1994. Los intereses de su población no cuentan. Se encuentra sometida al bloque anglosajón, lo que nos ha costado la pérdida de suministros energéticos a precios razonables. Esta perdiendo su capacidad industrial y sus dirigentes son ignorantes y mediocres. El fascismo y el nazismo son componentes de su democracia y para completar el panorama se declara entusiasta belicista en contra de sus pueblos.
El Reino de España no es un sujeto pasivo en esta escalada. En primer lugar, porque en ningún momento ha intentado promover ni apoyar un acuerdo de paz. Ha hecho todo lo contrario: se ha sumado a la lógica belicista en todo aquello que se le ha indicado.
Acaba de firmar un acuerdo bilateral de defensa con Ucrania, lo que supone involucrarse directamente en la guerra. Además ha aprobado una dotación de ayuda en armamento de más de 1100 millones de euros y el compromiso de llegar a los 5000 millones hasta 2027.
Este modelo de sumisión tiene sus costes: la propia Junta de Jefes de Estado Mayor no fue advertida de este gasto, que va en detrimento de los presupuestos de defensa y ha manifestado su disconformidad al Gobierno.
Además, se están entregando armas y municiones que, o eran innecesarios, o son imprescindibles para nuestra propia defensa: misiles Patriot, carros de combate y abundante munición de artillería, entre otros. El gobierno español, por presión de la OTAN, ha suspendido el Tratado sobre las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), por el que nos comprometíamos a no aumentar nuestra capacidad ofensiva. Se ha anunciado, como algo beneficioso y positivo, la celebración de una gran feria de armamento en Madrid en 2025, en los mismos términos en que se anuncia una feria de turismo.
El Reino de España se suma así a la lógica belicista, ondeando la bandera del progresismo. Nos declaramos belicistas. Aceptamos la guerra como única vía de enfrentar los problemas y ocultamos que lo que hay detrás son los intereses de las élites, propias y ajenas.
Coordinación Estatal Contra la OTAN y las Bases.
7 de junio de 2024.