Suenan Timbres •  Opinión •  06/07/2016

Y el embrujo no se rompió

La ilusión estaba desbordada. Se estaba arañando el cielo, escuchamos con emoción en las arengas y se leía  en las redes en poéticos tuits. Era la hora del ahora. O no seria nunca. Las encuestas coincidían por unanimidad en los datos del optimismo de manera que tarareando con Serrat que “Hoy podrá ser un gran día” salimos muy temprano hacia los colegios a hacer guardias pretorianas y a cuidar cada voto con la vida misma. Habían pasado dos intensas semanas de interminables pegas de carteles, repartos, megáfonìas, actos, reuniones, debates en los bares y las esquinas y muchas redes. Al llegar a los puestos de combate lo hicimos con cara de triunfadores y sentimos cierta envidia en las miradas de los interventores de otros partidos con los que hemos coincidido en otras elecciones de las tantas que hemos tenido en estos dos años. La ilusión se alimentó con las sonrisas cómplices de muchos votantes con los apoderados que llevábamos el corazón en la credencial. Sonrisas de complicidad, de alegría compartida. Después de once largas horas llegó el cierre y a los minutos los reportes de las encuestas a pie de urna. Subidón total. Se cierran los colegios, comienzan los conteos y las cosas no cuadran. Pensamos que eso seguramente sería en el barrio y que en otros sitios sería diferente, pero empezaron los primeros  boletines oficiales y entonces fueron brotando las caras del desencanto. Se guardaban esperanzas. Que faltaban los votos de las grandes ciudades y los del extranjero. No llegaron. No hubo sorpasso y no se asaltó el cielo. Las lagrimas asomaron en los rostros de muchos jóvenes en la Plaza Reina Sofía y en muchas otras plazas. Para algunos era el primer combate y debía haber sido el de la victoria total.

Los resultados electorales de este domingo en España nos recuerdan los de aquellas elecciones en las que Álvaro Uribe ganó la reelección en Colombia.  Ningún escándalo afectaba a Uribe. Ninguna denuncia. El país estaba sumergido en la paramilitarización, la corrupción, los falsos positivos, los escándalos del DAS la agencia estatal de inteligencia que se entregó al narcoparamilitarismo y montó escuchas por todas partes para espiar a la oposición y armar campañas de desprestigio, difundir rumores y cualquier otra cantidad de tropelías anti democráticas. Y desde las oficinas del DAS se organizaba el asesinato de sindicalistas, periodistas y opositores.  Eran los tiempos del “todo vale”. Pero a Uribe todo le resbalaba. Se habló entonces del “Embrujo autoritario”. Situación similar se ha vivido con Mariano Rajoy y el Partido Popular. Nunca antes un partido había golpeado tanto a la gente con sus recortes ni había tenido tantos señalamientos procesales por corrupción, y para rematar la campaña electoral se clausuró con la noticia de que desde el Ministerio del Interior se fraguaban falsos positivos judiciales para desprestigiar a los opositores. Pero Mariano ganó las elecciones y prácticamente ha sido reelegido, como en su momento lo fue su par ideológico Uribe Velez.

Esperemos que el desencanto no lleve a la desmovilización política. Empiezan los balances. Se escuchan exigencias de renuncias y ajustes de cuentas internas. Echarle la culpa a los demás quizás sea lo más fácil. La desilusión no puede ocultar los logros conseguidos. Ya quisiera cualquier partido de la izquierda europea tener el bloque parlamentario que se tiene ahora en España. Algunas cosas medianamente obvias van apareciendo en los primeros balances. Nada nuevo, nada extraordinario. Que las redes sociales sirven para mantener encendida la llama en la propia casa pero no son suficientes para transformar un país. Que las convergencias pactadas desde arriba así se hagan con referendums aprobatorios son insuficientes y que hay heridas que tardan en curarse.  Que no se puede alabar a Zapatero por la mañana y por la tarde a Carrillo. Que las candidaturas no pueden ser ajenas a las regiones y a la decisión de las militancias. Tantas ideas. Una de ellas quizás importante y determinante: que sin movilización en las calles, ni indignaciones organizadas la ilusión puede evaporarse en unos segundos. A lo que  habría que agregar que los enemigos a derrotar tienen mucha fuerza, mucho poder y mucha astucia y en estas elecciones supieron manejar nuevamente la estrategia del miedo y lo convirtieron en credo. Miedo a los radicales, a los populistas y a los inexpertos. Un discurso dicho y repetido sin descanso que tiene al final el Brexit como un potente e inesperado aliado.

El escenario que viene podría ser muy interesante y con grandes probabilidades si se logra superar la derrota del ahora o nunca, si se organiza una oposición solida en el parlamento y muy combativa en las calles con las Marchas por la Dignidad, las mareas, los estudiantes, los sindicatos clasistas y otros movimientos sociales. Un posible gobierno en minoría, un parlamento fraccionado y mucha movilización callejera. En este escenario de largo aliento puede caber la construcción de la alternativa.

El embrujo hay que seguir enfrentándolo.

Fuente: https://suenantimbresblog.wordpress.com/2016/06/30/y-el-embrujo-no-se-rompio/?iframe=true&theme_preview=true


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