Narciso Isa Conde •  Opinión •  05/11/2021

EE.UU. «embarca» al presidente dominicano en peligrosa aventura intervencionista en Haití

 “La comunidad internacional, en particular EE.UU., Canadá, Francia y la Unión Europea, deben actuar en Haití y con urgencia”, así lo afirmó el Presidente dominicano Luis Abinader en un twist fechado el pasado 21 de noviembre

 Casi simultáneamente el diario estadounidense THE WASHINGTON POST justificó la intervención militar en Haití y también las intervenciones en general; acusando a quienes se oponen a la agresión contra la nación haitiana  de «fomentar el caos», que previamente crearon la CIA y el Estado narco-terrorista colombiano en ese país hermano.

Días antes, en la recién pasada Asamblea General de la ONU, el Presidente Abinader asumió dócilmente la tesis colonialista que estigmatiza a Haití como “carga” y “amenaza” para nuestro país y para nuestra la región, y conminó a la llamada “Comunidad Internacional” a hacerse cargo de esa Nación, declarándola” “incapaz” de valerse por sí mismo.

 A continuación se reunió en New York con los Presidentes de  Panamá y Costa Rica para impulsar el respaldo la “intervención internacional” en Haití; y horas después, a su retorno a Santo Domingo, declaró -sin medir las consecuencias trágicas para las tensas relaciones dominico-haitianas- que el propósito de esa iniciativa debía ser “pacificar” y “desarmar” al pueblo haitiano.

  • MÓVILES Y MONTAJE TEATRAL  DE LA NUEVA INTERVENCIÓN.

 La pretendida intervención del Comando Sur-EU y de la OTAN (de ahí la mención de la Unión Europea-U.E.), está concebida para manipular y remodelar  el caos y el desbordamiento de las bandas mafiosas armadas en Haití, enturbiar más aún las relaciones dominico-haitianas (asignándole un rol infame al Gobierno Dominicano) y reforzar el papel de la isla y de sus dos repúblicas como plataformas hostiles a Cuba, Venezuela y Nicaragua, y anuentes a los planes de desestabilización de los procesos soberanos de Nuestra América.

Abinader -presidente en funciones de Gobernador de Colonia de un Estado secuestrado por EEUU y por elites capitalistas transnacionales y locales- ha sido la ficha escogida para darle a esa nueva “toma”  de Haití el carácter de invasión militar “solicitada” por el “JEFE DE ESTADO” del país vecino, en compañía de sus colegas Panamá y Costa Rica.

El teatro ha sido bien montado.

El tema migratorio presentado como supuesta “carga” para la parte dominicana es la bandera enarbolada por Abinader y por las huestes racistas anti-haitianas para tratar de justificar el llamado a intervenir militarmente ese país vecino.

Las bandas mafiosas, en el contexto de un país con 475 mil armas ilegales procedentes de EEUU, sirven de pretexto al propósito de “controlar el caos” con una nueva ocupación militar; solicitada nada y nada menos por el gobierno de la nación que comparte la isla, cuya clase dominante-gobernante se ha caracterizado por estimular el maltrato, el desprecio, la sobre-explotación y la discriminación del pueblo vecino, víctima de una colonización racista brutal a cargo de Francia, Canadá y EEUU.

Es difícil encontrar en la historia continental otro caso donde  un tema migratorio entre países vecinos, víctimas ambos del colonialismo, que todavía arrastran y que con sus pugnas actuales desgarran absurdas heridas históricas no curadas, sea tratado de una manera tan agresiva y soez; asumiendo un léxico insultante y ofensivo, ajeno a la diplomacia y a la cooperación.

Es como si la parte oficial dominicana quisiera hacer lo que le conviene al Imperio en decadencia, sin medir las trágicas consecuencias que tal actitud podría acarrearnos.

Es una manera de sembrar mas odios entre ambos pueblos hermanos e incluso de incitar a bandas sumergidas en pugnas con mafias empresariales locales a que vuelvan sus miradas y fusiles hacia acá.

 LAS BANDAS ARMADAS HAITIANAS se formaron en convivencia con la CÍA, la Policía Haitiana construida por la MINUSTAH, mercenarios colombianos y dos narco-presidentes impuestos por EEUU: Martely y Moises.

Entonces, no hay que dudar que el lío de combustibles y el de los extranjeros secuestrados formen parte de una trama aprovechable para «justificar»  la invasión y golpear exclusivamente a las pandillas que desbordaron el control imperial.

El caos en HAITÍ es culpa de EE.UU, la Unión Europea y las mafias políticas y empresariales afines a sus intereses. Pero tres presidentes, con Luis Abinader a la cabeza, muy diligentes para seguir las pautas de la Casa Blanca, están llamando teatralmente a esas potencias norteamericanas y europeas a auspiciar la intervención y el control militar de ese hermano país; mientras THE Washington Post proclama que “oponerse a las intervenciones es ser cómplice del caos y el sufrimiento resultante”.

Y si lo dice en plural, es legítimo sospechar que se preparan otras diabluras con las que se procura darle continuidad a las diferentes modalidades de guerra de quinta generación con que se sigue intentando desestabilizar a Cuba, Nicaragua y Venezuela.

La condena a Nicaragua, incluida en el comunicado emitido en Panamá por esos tres presidentes, es más que una señal de adhesión a un agresivo “noviembre blanco” a cargo de la Administración Biden, que ha decidido superar en guerrerismo y  monroismo a la de Donald Trump.

 Es un “noviembre blanco y ardiente”, que tiende a traspasar el territorio haitiano y apuntar con mucha saña contra dos procesos electorales que no son del agrado del Tío Sam (en Venezuela y en Nicaragua) y contra una isla maravillosa cuyo decoro  le revolotea la hiel.

5-11-21, Santo Domingo, RD


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