José Haro Hernández •  Opinión •  05/07/2019

¡Es la economía…!

Me ahorro, por respeto a los lectores, el adjetivo de estúpidos con el que concluye el título de arriba, que completo hace referencia a la frase que utilizara Bill Clinton para derrotar a Bush en 1992 aludiendo a las condiciones de vida y trabajo de los y las estadounidenses, por oposición a aquellos aspectos de la Corte, de la alta política, que primaban en el debate político.

Ahora mismo andamos en este país enzarzados en la cuestión de los pactos, fundamentalmente al que pudiera producirse entre el PSOE y Unidas Podemos(UP). Objetivamente, se ha apreciado, desde que concluyeron las elecciones municipales y autonómicas, una actitud un tanto displicente del PSOE respecto de su socio de la moción de censura, a la par que los de Sánchez han instado al conjunto de fuerzas políticas a facilitar la investidura de su líder a cambio de nada, facilitando un gobierno estrictamente socialista. Lo cierto es que, en conjunto, se aprecia cierto tono sobrado del PSOE, que tras ver frustrados sus intentos de llegar a algún tipo de acuerdo con Ciudadanos, no parece interesado en un gobierno de coalición con UP(que en 2016 sí ofreció a Rivera, con éste como vicepresidente, a pesar de que los número sumaban menos que ahora).

Entiendo que este comportamiento socialista se soporta en las medidas socioeconómicas que, desde las élites, se están sugiriendo(por emplear un verbo amable) al gobierno Sánchez, de modo que resultando una quimera la alianza con Ciudadanos que las hiciera posibles, al PSOE no le queda otra que gobernar en solitario formulando algún que otro guiño a UP que facilite la estabilidad del ejecutivo.

Y es que esas sugerencias van en el sentido contrario de lo que podría constituir un acuerdo estable de gobierno entre Sánchez e Iglesias, que siempre se escoraría hacia políticas sociales.

La primera recomendación vino desde la troika hace unas semanas, cuando se anunció que España salía del procedimiento de déficit excesivo, a pesar de lo cual estaba obligada a efectuar un ajuste de unos 15 mil millones de euros en dos años. La ministra de Economía en funciones del gobierno Sánchez se apresuró a aceptarlo. Considerando que en el Plan de Estabilidad Financiero presentado ante la Comisión Europea se contempla, por modificación o creación de diversos impuestos, un incremento de la recaudación fiscal de unos 5000 millones, el saldo final resulta en un recorte de 10.000 millones de euros para el período 2019-2020. Cantidad, no queda otra, que habrá que retirar de educación, sanidad, servicios sociales e infraestructuras. Como en 2012.

Pero hay más: la propia ministra Calviño ha asegurado que el ahorro por reducción de los tipos de interés de la deuda pública, así como la recaudación tributaria adicional provocada por el crecimiento económico, irán destinados, en exclusiva, a rebajar el nivel de la deuda pública ‘lo más rápidamente posible’. Artículo 135(modificado) de la Constitución en estado puro: antes se paga la deuda, adelantando amortización si es posible, que se atiende el gasto social.

Respecto de la reforma laboral, la ministra también ha sido explícita: su derogación no está entre las prioridades del gobierno. Si nos vamos a las pensiones, ideólogos y asesores económicos del PSOE se prodigan en declaraciones que marchan en la misma dirección: alargamiento de la edad de jubilación, aumento del período de cómputo y estímulo de mecanismos de privatización(‘mochila austriaca` y planes privados de pensiones). Nada de blindar la subida de las pensiones en función de IPC e incrementar la pensión mínima.

Todo este movimiento tectónico sucede en la infraestructura de la sociedad, determinando su futuro, mientras que en la superestructura, en los platós de televisión y en las instituciones, se hacen quinielas sobre cómo llegará Sánchez a la sesión de investidura. Su partido ya anticipa por dónde pueden ir los acontecimientos, al enfatizar las ‘posturas alejadas’ que mantiene respecto de UP en cuanto este partido ha puesto sobre la mesa el programa a negociar. Quisiera equivocarme, pero no veo en el horizonte un gobierno de izquierda.

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