Libardo García Gallego •  Opinión •  05/05/2020

Construyamos un estado alternativo para reemplazar el capitalista neoliberal

El desarrollo capitalista generó no sólo males económicos para la mayoría de la población sino un cambio de mentalidad, la cual se basa en la ambición y el egoísmo  desmedidos, así como en el odio a quienes consideramos personas inferiores que no merecen vivir; es decir, no puede haber una superestructura decente sobre unas  relaciones de producción inequitativas. Cuando se escuchan declaraciones de asesinos como Popeye, quien confiesa desparpajado haber sido el autor material de la muerte de unas 250 personas e intelectual de unas 3.000, crímenes que en nada tiene que envidiarle a los peores matones de las mafias más reconocidas del mundo y por los cuales no ha pagado cárcel, pues sólo estuvo preso unos años en USA por narcotráfico; cuando una o varias personas se apoderan a sangre y fuego o mediante amenazas de muerte de las tierras trabajadas por pequeños y medianos campesinos; cuando individuos corruptos, mediante todo tipo de triquiñuelas, se roban grandes empresas y los dineros estatales, estamos ante los criminales más detestables del mundo. Y lo más grave del asunto es que viven de vacaciones, en chalets convertidos supuestamente en prisiones, o pagando mínimas penas por delitos que en países más decentes ameritarían la pena de muerte, la cadena perpetua o los trabajos forzados por el resto de sus vidas, o están ocupando altísimos cargos en el aparato estatal. En Colombia donde los poderes estatales están mayoritariamente en manos de personajes como los antes descritos la culpa recae en los electores muertos de hambre e ignorantes que no eligen a sus voceros por méritos sino a cambio de migajas que no les quita el hambre ni de un día. Pero qué más puede esperarse de tales personas cuando los medios de comunicación, al servicio de los mismos mafiosos, les han metido en sus mentes que esos corruptos  son los mejores candidatos.

Este cuadro se resume en que el 1% de los colombianos son los dueños del 90% de nuestras riquezas, un pequeño porcentaje logra sobrevivir medianamente y la gran mayoría son pobres y miserables, para quienes el Estado siempre está ausente. y lo mismo sucede en muchos otros países.

Para muchos compatriotas semejante situación es normal y justa, dizque  porque “cada quien vive como se lo merece”, “los incapaces de competir no tienen derecho a la felicidad”, “medio mundo vive del otro medio”, “el mundo es de los vivos no de los bobos”, “Dios lo ha dispuesto así, a unos los premia con riquezas materiales acá en la tierra y a los demás les tiene reservado un eterno paraíso celestial”, y otras justificaciones semejantes propagadas por la clase apoderada del país y del mundo.

Quienes consideramos que es preciso derribar a como dé lugar las causas de tan profunda desigualdad buscamos y proponemos diversas alternativas. Algunos Estados vienen experimentando modelos desde hace años o empiezan a probar otros donde sean posibles la igualdad social y la convivencia pacífica, los cuales debemos analizar a fondo para ver su conveniencia o no para nosotros o cuál sería la mejor alternativa?. Suecia, Finlandia, Holanda, Singapur, Korea del Norte, China, Venezuela y la tradicional Cuba son algunos ejemplos, y no es con un simple SÍ o NO como se despacha o acepta cada modelo. Empecemos por Holanda donde 170 académicos han planteado cinco puntos para el cambio económico post crisis del Covid19, basado en los principios del decrecimiento:

“1) Pasar de una economía enfocada en el crecimiento del PIB, a diferenciar entre sectores que pueden crecer y requieren inversión (sectores públicos críticos, energías limpias, educación, salud) y sectores que deben decrecer radicalmente (petróleo, gas, minería, publicidad, etc.)

2) Construir una estructura económica basada en la redistribución. Que establece una renta básica universal, un sistema universal de servicios públicos, un fuerte impuesto a los ingresos, al lucro y la riqueza, horarios de trabajo reducidos y trabajos compartidos, y que reconoce los trabajos de cuidados.

3) Transformar la agricultura hacia una regenerativa. Basada en la conservación de la biodiversidad, sustentable y basada en producción local y vegetariana, además de condiciones de empleo y salarios agrícolas justos.

4) Reducir el consumo y los viajes. Con un drástico cambio de viajes lujosos y de consumo despilfarrador, a un consumo y viajes básicos, necesarios, sustentables y satisfactorios.

5) Cancelación de la deuda. Especialmente de trabajadores y poseedores de pequeños negocios, así como de países del Sur Global (tanto la deuda a países como a instituciones financieras internacionales)” (El Clarín de Chile, abril 23 de 2020)

El norte europeo lleva muchos años probando con estados donde se destinan altos presupuestos en los servicios fundamentales; La China post Mao, manejada por el partido comunista, introdujo la libertad de comercio y eliminó la corrupción con la pena de muerte ya está peleándose con USA el primer puesto en la economía mundial, Cuba le apuesta a la gratuidad de los servicios esenciales y de no ser por el bloqueo impuesto por USA durante más de 60 años nos estaría dando ejemplo de desarrollo sostenible, justo e igualitario; Venezuela lleva 20 años tratando de instaurar su modelo revolucionario bolivariano; Singapur y otros países del este asiático ensayan métodos para erradicar la corrupción y organizar la sociedad acorde con las exigencias actuales.

Con el derrumbe del modelo socialista que durante más de 70 años imperó en la URSS, los enemigos de la igualdad social y amigos de la competencia y el capitalismo neoliberal están felices   y confían en que su modelo ambicioso y egoísta perdurará  por muchos decenios. Sin embargo, los seres humanos ya estamos aprendiendo a conocer y exigir nuestros derechos como personas y luchamos sin descanso porque cada Estado del planeta nos los garantice. Un objetivo fundamental redistribución de las riquezas, hoy acumuladas en unas pocas personas, a cambio de nuestra responsabilidad en la construcción de una sociedad nueva y mejor. Es preciso cambiar muchas cosas ilógicas e inhumanas por otras que traigan felicidad a la humanidad. Para ello es indispensable una educación científica que enseñe la verdad y a pensar libremente, sin prejuicios de ninguna clase. Ojalá esta utopía pueda realizarse como conclusión del diálogo racional y no mediante las armas, las cuales no deberían dejar de existir.

Armenia, 1 de mayo de 2020

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