José Enrique Centén Martín •  Opinión •  05/03/2022

Distintas varas de medir

La devastación que dejaron las bombas Little Boy y Fat Man en Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945, en Hiroshima unas 80.000 personas fallecieron de forma inmediata, y entre 50.000 y 100.000 más los días posteriores a causa de las heridas, o en los años siguientes como consecuencia de las radiaciones. En Nagasaki se estima que murieron cerca de 100.000 personas, y entre 45.000 y 70.000 posteriormente por las radiaciones.

Hiroshima con «un importante depósito de armas y un puerto de embarque en el centro de un área urbana industrial», Nagasaki no fue nunca un objetivo militar. Telford Taylor el fiscal jefe en los Juicios de Nuremberg, y el conjunto de tribunales militares que procesaron a miembros destacados del régimen nazi entre noviembre de 1945 y octubre de 1946, sugirió en un libro de los años 70 que el bombardeo de Nagasaki constituyó un crimen de guerra. Mientras que el presidente de USA, Truman, fue considerado un gran héroe. Su sucesor en la presidencia, Dwight D. Eisenhower, criticó de hecho ambos ataques en su autobiografía de 1963. En 2016, Barack Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense desde la II GM en visitar Hiroshima. Pero Nagasaki no estaba en el itinerario de su gira. Ningún presidente de USA pidió perdón por tamaño acto. Otro conflicto donde intervino USA durante 20 años, Vietnam, se calcula que murieron cerca de 3 millones vietnamitas e innumerables heridos por Napalm, y deforestación de gran parte del país. USA contabilizó 58.159 bajas y más de 1.700 desaparecidos, constituyendo la contienda más larga, duró 20 años. Resarció a Vietnam con la ridícula cantidad de 145 millones de dólares, Nixon, de rositas salió.

Hoy Putin es considerado un criminal de guerra. El No a la Guerra sigue vigente.


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